No es reciente, ni mucho menos nueva, la idea de crear un verdadero "Fondo Económico Minero", la propuesta data de muchos años atrás y ha sido un planteamiento firme de sectores como la minería chica y mediana del sector privado, pero incluso de los cooperativistas estos últimos que lograron un apoyo directo y exclusivo del Gobierno, cuando se registró otro descenso en el precio de los minerales a nivel internacional.
Justamente cuando se sintió el efecto negativo de la variante de precios en caída los empresarios privados de la minería chica fueron los primeros en formular un planteamiento directo a las autoridades de la minería nacional, planteando la necesidad de reponer un "fondo financiero" que con las características de lo que fue el Banco Minero de Bolivia, pueda servir para que los industriales mineros enfrenten situaciones de riesgo por la baja en el precio internacional de los minerales.
La sugerencia establecía además la necesidad de aprovechar la coyuntura que vivió el país por buen tiempo con un registro de buenos precios, de los cuales debía aprovecharse cierto porcentaje para reponer y fortalecer justamente ese Fondo Económico Minero que salvaría las contingencias de emergencia al caer los precios en las pizarras de minerales.
Lamentablemente no se aprovechó el tiempo de las "vacas felices", más de un ministro en la cartera de Minería, ni siquiera analizaron la situación y tomaron en cuenta las posibilidades de ahorrar sistemática y ordenadamente un cierto porcentaje de las utilidades generadas por la explotación y exportación de los minerales para mantener aún en tiempo de crisis una producción, así sea de "economía de guerra".
No se ha desarrollado políticas preventivas en la producción minera nacional, lo que se ha hecho en los buenos periodos es una intensiva explotación de los recursos mineros no renovables sin tomar en cuenta un plan de "resguardo" que hubiera permitido bajo otra circunstancia especial de prevención "estocar" cierta cantidad de minerales, como sucedía en el Banco Minero, esperando un ciclo o levante de precios para vender las reservas y recuperar las inversiones y las utilidades regulares que son propias de un sector que opera al ritmo de las variables externas
La muestra está dada en el primer semestre del 2012, cuando el país en conjunto perdió más de 250 millones de dólares en ingresos por el rubro de las exportaciones mineras, considerando que el cálculo estaba por encima de los 3.500 millones de $us y al contraerse un 15% de ese estimado, son los 250 MM que se perdieron en sólo los primeros seis meses de la pasada gestión.
Otra consecuencia de la falta de políticas de previsión es la poca importancia que se da a la exploración intensiva de nuevos yacimientos, pues los que aún se mantienen en explotación están en fase de agotamiento total y ese hecho obliga a una natural disminución de los volúmenes productivos, restando los ingresos de utilidades y de regalías para distritos y municipios.
La Comibol no ha cumplido el rol de garantizar un proceso permanente de prospección y exploración minera. Los entendidos señalan que la minería boliviana "está en declinación". No hay nuevas inversiones porque también faltan reglas claras para disponer capitales y tecnología y en este proceso de incertidumbre, es poco lo rescatable técnica y operativamente para hablar de una minería activa, como la que sigue su desarrollo, casi regular, en países vecinos pese a la contingencia de los precios internacionales.
Seis o siete yacimientos siguen en explotación en los planes de Comibol y son de antigüedad centenaria, por lo que en visión de los Geólogos bolivianos se hace necesaria una reestructuración institucional en el sector minero para descubrir nuevos yacimientos viables económicamente y competitivos en la captación de inversiones.
Medios-PM-
Agencia Uru
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