Cuando se habla de materias primas hay que recordar los ciclos registrados en el devenir del tiempo y que han marcado algunas circunstancias especiales en el proceso del control de la economía nacional.
Con subidas y bajadas, en periodos especiales, se han confrontado situaciones muy especiales que obligaron en determinados periodos a las autoridades adoptar medidas de emergencia para conjurar por ejemplo la baja de precios de nuestros recursos naturales en los mercados internacionales.
Lo que ocurrió en la década de los años 80, con una abrupta caída en el precio de minerales y especialmente del estaño, dejó prácticamente a la minería sin opciones de recuperación inmediata. Fue el tiempo de la dura relocalización, que no fue tal, pues los miles de mineros "relocalizados" se quedaron sin empleo, aunque después cobraron interesantes indemnizaciones que les permitió convertirse en transportistas del servicio público en unos casos o en comerciantes del sector informal en la mayoría de las circunstancias.
El problema se prolongó hasta la década de los años 90 y esa situación negativa, de dudas e incertidumbre, limitó las inversiones para proyectos dirigidos a la recuperación de la minería o para la exploración de áreas hidrocarburíferas, lo que naturalmente detuvo el desarrollo nacional.
Pasaron algunos años y se presentó otro ciclo de precios, las economías "emergentes" de países asiáticos comenzaron a mover los mercados del mundo y entre esos los de países productores de materias primas como el nuestro que reiniciaron sus operaciones para cubrir los requerimientos de la poderosa industria china o las fundiciones de la India, donde se necesitaban más minerales del tercer mundo.
En la actualidad estamos atravesando por otro ciclo especial, recordando que en los últimos años se registró un auge de precios de los minerales y también del petróleo solidificando nuestra economía. El precio de los minerales subió sustancialmente como también el valor del barril de petróleo lo que permitió a los países productores ampliar sus estrategias de crecimiento.
En casi todos los países se trabajó en políticas previsionales y se aplicaron programas especiales para "acumular reservas" que sirvan de protección a los productores en tiempos de crisis y de ese modo se salvaron contingencias de riesgo y posibilidades de continuar en programas productivos. Es justamente lo que no se hizo en el caso boliviano, pues de los precios altos en la venta de nuestros concentrados de minería no se estableció ninguna reserva previsional y es ahora cuando hace falta recursos "especiales" para enfrentar la caída paulatina de los precios en mercados externos donde la demanda por los "commodities" no es igual a la oferta, debido a las variaciones del impulso de la industria china o la hindú que compiten con cierto decaimiento en la economía de Europa y Norteamérica. Lo único cierto es que por falta de previsión se tendrá que limitar aspiraciones de importantes sectores productivos del país.
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