El ingeniero boliviano, Hong Zhang, que radica en EEUU, ha participado en múltiples proyectos de energías renovables alrededor del mundo y pondera que Bolivia tenga recursos como el litio, que puede hacer del país un jugador importante en la fabricación de baterías. A mediados de año lanzará su libro ‘Power’, en el que relata sus experiencias de éxito en el mundo de la energía.
¿Por qué consideras al litio como un factor fundamental en el mundo de la energía?
Es importante porque cambia el formato energético del mundo y puede cambiar el de Bolivia. Este mineral ayuda a almacenar la energía, cosa que en el pasado, no más de 20 años, la energía se producía en un instante en las plantas de gas, de diésel, de carbón, las hidroeléctricas, y tenía que consumirse instantáneamente.
Entonces, el litio cambia el juego porque se puede utilizar para almacenar la energía de la red eléctrica, en carros eléctricos o en la suministración de energía distribuida por todo el país. Entonces, eso cambia totalmente cómo nosotros pensamos en el sistema energético y cómo han sido los monopolios y demás que se han desarrollado.
En mi libro les cuento un poco cómo yo veo ese cambio en Estados Unidos, en Latinoamérica y el mundo, y cómo este cambio es tan importante para romper el mercado de generación, distribución y de consumo.
¿Qué oportunidades existen para Bolivia con el litio?
Hay muchas. Por ejemplo, estamos vendiendo cómo el mineral se está industrializando en China o Rusia, pero Bolivia está cometiendo el mismo error que se cometió con el estaño, y que se está cometiendo con el oro o la plata.
Bolivia tiene el potencial y yo creo que uno es la industrialización para poder hacer baterías de celda y tener transferencia de tecnología. Por ejemplo, Brasil es un país que está apuntando a la fabricación de autos eléctricos. También Perú está importando autos chinos en gran cantidad con el nuevo puerto de Chancay y creo que ahí también hay una gran oportunidad de poder llevar esas baterías por el puerto a otros mercados.
La manufactura del litio genera mucho empleo, servicios y se puede crear un mercado interno para poder reforzar las redes eléctricas, para el transporte, como lo están haciendo algunos países con sus flotas de buses.
¿Cuál sería el modelo de negocio del litio que se adaptaría a Bolivia?
En primer lugar, transferencia de tecnología; luego una alianza estratégica a largo plazo con otros países como Australia, Estados Unidos, Chile, Argentina, para ver cómo lo está haciendo. Se tiene que incentivar a las personas que puedan invertir, en vez de tener una gasolinera puedes tener una electrolinera y, también el gobierno, brindar ayuda para poder empezar a cambiar de los combustibles a autos eléctricos.
¿El litio puede ser una transición a otras tecnologías, como el hidrógeno verde que se está hablando ahora?
Al hidrógeno, obviamente le falta mucha inversión y mucho tiempo para poder madurar. Sí va a ser el futuro, pero para llegar a eso se necesita poder aprovechar los recursos renovables y, a la vez, seguir explorando nuevos campos de gas natural para diversificar la matriz energética.
Entonces, el litio es como un puente para el futuro. Creo que Bolivia todavía no ha perdido ese tren, estamos un poquito tarde, pero es importante que los políticos y también las asociaciones de empresarios se den cuenta que esto no se lo puede hacer solo.
El gobierno, el actual y los futuros, tienen que darse cuenta que es algo que tienen que tomar acción ahora. Si Bolivia entraba (al mercado) hace cinco años, los cofres estarían llenos de dólares estarían. Pero bueno, todavía hay oportunidad para avanzar en el mercado y tener una tajada.
Yo creo que es importante poder atraer la competencia y el mercado libre, porque de esa manera tú creas eficiencias y una competencia sana para poder tener el mejor proyecto al mejor costo.
Háblame un poco del libro. ¿Cuál es el enfoque?
Lo terminé hace un mes. Ahora está en las últimas revisiones y la edición. Está en inglés, se llama Power, Fuerza, y se basa en la fuerza de los bolivianos, esa fuerza que me ha acompañado no solo en Bolivia, sino también en Estados Unidos, en Europa, en Chile, Colombia, en muchos países donde he trabajado, y poder encontrar esa fuerza en los pueblos, y poder hacer megaproyectos.
Relato cómo mis raíces bolivianas me han llevado a poder ser exitoso en el campo energético. Destaco también a las personas y mentores que pude conocer a lo largo de mi educación y de mi trabajo. Hay una anécdota que quiero que la lean, pasó en Chile, donde no se podía entrar durante la pandemia, pero entré con un camión de papas y lideré un proyecto exitoso.