Pueda que existan otras apreciaciones, aquellas que se originan en el nivel superior en que se maneja la minería nacional, por supuesto que también se harán escuchar las voces de expertos entendidos en la materia, señalando sus puntos de vista sobre las "extrañas cosas de nuestra minería".
Si bien se hace inusitado alarde de la explotación de nuestros recursos naturales no renovables, particularmente hidrocarburos y el gas, que por supuesto reditúan muy buenos ingresos al país y se promocionan con amplias campañas mediáticas para mostrar los beneficios de inversiones y contratos con "operadoras" de alta tecnología y capitales, no sucede lo mismo con el estratégico sector de la minería, que salvo eventuales circunstancias seguirá ocupando el segundo lugar en la perspectiva de sostenimiento de la economía nacional, por tanto de sumo interés para el futuro del país.
Sin embargo de esa importancia, hay problemas muy serios para definir de una buena vez la estrategia de una política minera, debidamente estudiada y por lo mismo debatida ampliamente para encontrar consensos entre los actores directos de la actividad, como son los profesionales, los inversionistas, los industriales y los trabajadores del sector para aprobar un conjunto de medidas que posibiliten el desarrollo activo de la minería, lo que no sucede actualmente porque son varios años que la Ley Minera se hace esperar y son otros cinco años que se espera ansiosamente la puesta en marcha del proyecto del litio que se hará esperar hasta el 2020 o más.
Mientras se regularizan las cosas por uno u otro lado, el tiempo pasa y la gran minería sigue postergada, su industrialización una utopía, como Karachipampa que en sus primeros pasos se paralizó nuevamente pese a otra fuerte inversión que no logró mover al elefante blanco. El Mutún marcha lentamente, en tanto que el horno Ausmelt de Vinto también se demora en su habilitación y para colmo, pese a que se habló de la primera venta de un producto extraído del salar, el potencial proyecto no marcha, se atribuye a fallas en la planta experimental, pero lo evidente es que según los entendidos el asunto es parte de imprevisiones y de muchas ilusiones. Asiáticos, como chinos, coreanos y japoneses ya pusieron las manos en el litio boliviano, pero ninguno se anima a encarar seriamente su producción industrial, eso significa que algo muy serio está ocurriendo en el megaproyecto.
A esos hechos hay que sumar otras controversiales actitudes, por ejemplo de una organización campesina que se reunirá la siguiente semana para analizar la situación minera, y no es que observemos negativamente ese hecho, pues en realidad todos los bolivianos deberíamos preocuparnos del tratamiento de nuestros recursos naturales, claro está que en el caso que mencionamos, bien podrían considerar los temas que atañen a sus originarias ocupaciones. Hay cosas extrañas en nuestra minería, los proyectos de mayor importancia no marchan, se habla mucho y se hace poco, se muestran alternativas que parecen interesantes y en la hora de la verdad sólo son globos que se pierden en el cielo o revientan en el suelo y nadie dice nada sobre tan delicada situación, que quiérase o no afecta seriamente a la economía nacional, pues, lo decimos una vez más, la minería es sector productivo estratégico en la proyección del desarrollo nacional.
No hay visos de poner en marcha un gran proyecto minero nacional, la Ley Minera sigue en estudio, mientras se promulgan leyes cortas, bajo ese argumento de "métale nomás a las inversiones", pero sin seguridades que posibiliten mayores inversiones, las condiciones no son las mejores.
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