De acuerdo a informaciones difundidas por agencias noticiosas nacionales y extranjeras algo que se observa en el caso boliviano es el inusitado interés de importantes inversionistas internacionales para sumarse -de algún modo- al proyecto de explotación del litio en los salares de Uyuni y Coipasa, el primero en jurisdicción de los departamentos de Potosí y Oruro y el segundo en toda su extensión en el distrito orureño.
Se dieron los primeros pasos en el intento de producir la materia prima básica para la obtención de litio y en ese afán se ha dispuesto la instalación de dos plantas “piloto”, una en cada jurisdicción, aunque dirigentes y vecinos se manifestaron observando tales instalaciones y reclamando reubicación, que por supuesto no altera los planes mayores de explotación inmediata de salmueras para contar con suficiente cantidad de “boratos” y encarar más adelante el proceso de industrialización de esa materia hasta llegar a la fabricación de las baterías o pilas de energía para la nueva industria automotriz del mundo.
Sin embargo de tal interés, demostrado abiertamente por varios inversionistas, en nuestro país aún no se ha definido la política minera específicamente, es decir el documento maestro que norme todas las actividades mineras y en todos los subsectores de la misma, desde la gran minería que ahora existe, la mediana, la chica y la cooperativizada, incluyéndose por supuesto la estatal que abarca incluso a la metalurgia y lo hará posiblemente con la siderurgia.
Consiguientemente si no hay el documento maestro menos pueden haber normativas exclusivas como las que se necesitan y con urgencia para explotar el litio, regularizar lo del Mutún y encarar las fases de exploración de otros minerales tradicionales, como estaño, plata, zinc, oro, además estratégicos como el uranio cuya existencia se anticipa con un informe satelital.
Es preocupante que se demoren los planes de la minería, pese a que existen definiciones muy precisas sobre el valor de este sector productivo que puesto en actividad, inclusive paulatinamente, permitiría asegurar el futuro económico de nuestro país con abierta perspectiva de consolidar enormes proyectos de alta rentabilidad.
No es que entremos en una contradicción sobre el tema de la Ley Minera, claro que es necesaria y posiblemente sea aprobada a fin de año, pero en tanto suceda eso, no se puede perder más tiempo y es necesario que se pongan en actividad los proyectos emergentes del hierro en el Mutún, el litio en Potosí y Oruro además de otros proyectos importantes que están pendientes de una “disposición transitoria” pero urgente que permita negociar con inversionistas las condiciones más favorables para comenzar -en serio- la explotación de nuestra enorme riqueza minera. No es poco el tiempo transcurrido desde que se lanzó el “boom” de las reservas mineras bolivianas, hay que hablar de por lo menos una década, pero medio tiempo de esa apreciación sólo en divagar sin objetivos precisos mientras países vecinos avanzan imparables en el objetivo de atraer inversiones y consolidar su presencia en el mercado internacional, por supuesto poniendo en riesgo la futura producción de un insumo –litio- para fabricación masiva de pilas y baterías.
Así se mencione que gran parte de la reserva de ese mineral estratégico se encuentra en Bolivia no es menos cierto que los vecinos mueven toda su capacidad para aumentar su producción, mientras en otras partes del mundo también hay hallazgos de enormes reservorios. Cuidado, en la demora está el peligro. La competencia futura puede ser muy fuerte.
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