Esta caída abrupta en el precio (la mayor desde 2011) responde al desempeño de China, cuyos indicadores más recientes, como producción industrial (8.6%), ventas minoristas (11.8%) y exportaciones (-1.6%) se han situado en sus niveles más bajos de los últimos años durante el periodo entre enero y febrero.
La demanda china ha sido uno de los dos principales determinantes del precio del cobre, siendo el otro la inyección de liquidez por parte de la Reserva Federal de EE.UU. Ajustando el precio del cobre durante los últimos diez años por el aumento en los estímulos de la Fed y comparándolo con las importaciones chinas del metal, se observa que las variaciones de ambos han estado altamente sincronizadas (aunque con cierto rezago) durante dicho periodo.
Según Credicorp Capital, actualmente, China atraviesa por un proceso de desaceleración, en medio de una serie de desbalances que su gobierno está tratando de resolver de manera gradual. Concretamente, los problemas que enfrenta el país responden a un exceso de capacidad instalada en la economía, un sobre-apalancamiento a nivel corporativo y una pérdida de ventajas comparativas.
En este contexto, la economía china está aplicando presiones bajistas sobre el cobre a través de tres canales:
1) Menores perspectivas de crecimiento: la debilidad en los indicadores de actividad ha llevado a una revisión a la baja de las proyecciones de crecimiento para China, pese a que el gobierno reafirmó su meta para este año en 7.5%.
2) Nuevos defaults: tras el primer default en 07-mar, se teme que el gobierno chino permita la quiebra de más empresas, especialmente en industrias que utilizan metales no ferrosos.
3) Reducción de oportunidades de arbitraje: la reciente volatilidad del yuan ha reducido las ganancias derivadas de la especulación, la cual utiliza el cobre como colateral.
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