— Fue presidente de la Minera San Cristóbal. ¿Con esa experiencia qué significa ser un buen ciudadano corporativo?
— Trabajar en armonía y en buena sincronía con las diferentes
audiencias donde uno está. Además del apegarse a la ley y regulaciones,
una empresa debe ser respetuosa de los aspectos culturales; tener un
impacto en el área social donde trabaja. Creo que hay una gran
evolución, sobre todo en las compañías que trabajan con recursos
naturales, son más innovadoras y están más involucradas en la incidencia
que tienen en su entorno.
– Parece fácil. ¿Qué se necesita para involucrarse?
– Es un tema de estrategia. En el caso de San Cristóbal, hace diez años
incorporamos el tema social como parte de la cultura y estrategia de la
firma. No fue que a alguien se le ocurrió hacer una donación o una
rifa. Hay que tener un verdadero compromiso.
— ¿Los empresarios realmente están captando este concepto o sólo es moda?
— Hay bastante de moda. Si bien hay empresas y empresarios en el mundo y
en Bolivia que lo hacen por pasión y real identificación, hay otros a
los que no les queda otra. En el mercado hay preferencia por las
compañías que tienen impacto social. Le voy a decir algo que para mí va
en contrasentido: yo nunca uso ni creo, y mucha gente que está a la
vanguardia no cree, en el concepto de Responsabilidad Social Empresarial
(RSE) porque tiene una connotación negativa. Estoy mucho más
identificado con el término de impacto en el transcurso de los negocios.
Cuando uno habla de RSE es como que algo hemos hecho mal y tenemos que
arreglarlo y tapar pecados. Se utiliza cada vez menos.
— Se está creando un nuevo concepto: innovación social, ¿qué opina al respecto?
— Justamente, es el tema de inversión, de impacto social, que es la
forma positiva de ver el desenvolvimiento de los negocios. Por ejemplo,
el programa de cirugías de cataratas en Perú logró 50 mil operaciones.
Acabaron hace unos días. Fue un operativo de excelencia. Fue financiado
por el minero Frank Giustra y Carlos Slim, el hombre más rico del
mundo.
— ¿De dónde viene la invitación para asumir la presidencia y CEO de Golden Arrow Resources Corporation?
— Cuando decidí volver a la minería establecí una minera privada, Dicon
Gold Inc.; con inversionistas canadienses y europeos nos pusimos a la
búsqueda de oportunidades en la exploración de oro en América Latina.
Trabajamos bastante en Perú, Colombia, México y producto de ese esfuerzo
nos encontramos con Golden Alliance y Golden Arrow. Hicimos una
negociación donde tomamos el control accionario de la primera (ahora es
Oro Vero) y fui invitado a dirigirla. Tiene activos en Argentina, casi
80 propiedades mineras y más de 300 mil hectáreas. Estamos focalizados
en Chinchillas, perforando y explorando intensamente.
— ¿Qué planes para su gestión?
— Tenemos un calendario agresivo en Chinchillas para los próximos
meses; vamos a sacar el 43101, que es el estándar de calidad de un
estudio de reservas. Vamos a definir la tercera fase de perforación
(7.000 metros). Evaluaremos el proyecto de desarrollo. Chinchillas está
en la misma faja de San Cristóbal. No es de la misma magnitud, pero es
un yacimiento importante de plata. Tenemos otros dos joint ventures con
la compañía Vale y negociamos con una más.
— ¿Hay muchas diferencias entre la legislación minera argentina y la boliviana?
— Nuestra compañía tranza en la bolsa de Canadá. En Argentina además de
su estructura federal tienen normativa provincial. Es un desafío mayor
porque hay provincias no favorables a la minería. Chinchillas está en
Jujuy, una zona amigable a la minería. Allí también está Glencore.
— ¿Planes a futuro?
— Nuestro futuro es esperanzador, tenemos suficiente dinero. Somos una
empresa de exploración. Las compañías junior exploran, encuentran los
yacimientos y los traspasan a las grandes empresas. Estamos
posicionándonos de manera que podamos convertirnos en una empresa
productora, graduarnos. Tuve esa experiencia en San Cristóbal. Ése es el
objetivo con Golden Arrow. Se puede.
— Invertir en Bolivia, ¿de qué depende?
— Hay algo de expectativa por la nueva ley minera que se está tratando y
viendo lo que sale evaluaremos la posibilidad. Nuestro vicepresidente
de exploraciones conoce la geología de Bolivia. No descartamos hacerlo.
— Con la mirada de inversionista externo, ¿qué debería tener la nueva ley minera?
— Creo que tenemos una estructura legal bastante buena, moderna, y no entiendo por qué realmente la están cambiando.
— ¿Qué se necesita para venir a invertir en minería en Bolivia?
— Se necesita un yacimiento y las empresas se van acomodando. El
concepto de seguridad jurídica es muy importante y el tema del que
hablábamos al principio. En Bolivia, más allá del tema político legal,
creo en que en las comunidades hay un poco de recelo, y de negarse a
aceptar exploraciones; hay casos en los cuales han sobrepasado su
accionar y en otros faltó algo de orden e imponer la ley. Cuando hay
este tipo de desorden los inversionistas se asustan.
Perfil
Nombre: Carlos H. Fernández Mazzi
Profesión: Ingeniero de Sistemas
Cargo: Presidente de Golden Arrow Resources Corp.
Especialista en inversiones
Nació en Cochabamba y vivió muchos años en La Paz. Estudió Ingeniería
de Sistemas, pero luego optó por otro rumbo. Tiene una maestría en esa
materia y un posgrado en la Universidad de Stanford. “Retorné a Bolivia,
trabajé como ingeniero, no me gustó mucho. Trabajé en el área
financiera de Caterpilar. Luego me dediqué al área financiera durante
diez años. Después fui presidente de la Minera San Cristóbal hasta antes
de su venta a Sumitomo; me apasionaba trabajar con las comunidades. Me
tomé un año sabático y trabajé con el expresidente Bill Clinton, en su
fundación, manejando los programas para América Latina. Hace dos años
volví a la minería”.
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