El texto fue publicado por Iniciativa Latinoamericana de Investigación para las Políticas Públicas (ILAIPP) y el capitulo del estudio de caso realizado por Muriel y Fernández titula ¿Es posible construir beneficios mutuos entre comunidades y empresas mineras?: El caso San Cristóbal.
Muriel explica que la motivación de la investigación fue observar que, a diferencia de otras firmas privadas, MSC mantenía y continuaba sus operaciones sin problemas, a pesar de los cambios de escenarios políticos y sociales que acontecían en el país; y, por una aparente relación tranquila, constructiva y positiva existente entre comunidad y empresa, sin los conflictos que se veían en otras instancias y emprendimientos del mismo rubro.
El trabajo, que utilizó la entrevista y los grupos focales como herramientas de investigación, refleja la inclusión social y desarrollo que logró la comunidad de San Cristóbal con el ingreso de inversión extranjera y el inicio de operaciones de MSC (2007), además de las características particulares del proceso de negociación entre partes.
Antecedentes
Con una inversión de alrededor de USD 1.800 millones, MSC produce concentrados de plata, plomo y zinc en uno de los yacimientos más grandes del mundo, ubicado en la región de Nor Lípez del departamento de Potosí. Sus operaciones siguen el método de cielo abierto y su producción es de 600.000 toneladas métricas de concentrados día.
Muriel recuerda que para iniciar la explotación de la mina, debía trasladarse todo el pueblo, ya que este estaba asentado sobre las reservas mineras. El análisis de parte de los pobladores duró tres meses, y finalmente decidieron ceder con el objetivo de que el pueblo se desarrolle y salga de la pobreza y del abandono estatal en la que se hallaba.
Mejoras
De acuerdo a la investigación, con el ingreso de la empresa, la población de San Cristóbal se incrementó de 30 a 200 pobladores, se redujo la migración, se mejoró el nivel y calidad de vida de sus habitantes, se modernizó la infraestructura de sus viviendas, se introdujo los servicios básicos (agua, alcantarillado y energía eléctrica), se generó importantes fuentes de empleo para los pobladores, se dio capacitación, se abrieron caminos y se creó una fundación que genera emprendimientos empresariales sostenibles, entre otros.
Un cuadro elaborado en base a los censos realizados por el INE, muestran que entre el años 2001 y el 2011, el índice analfabetismo en San Cristóbal bajó del 7,6% al 6,3%, la deserción escolar del 9% al 5,5%, los techos de paja de las viviendas del 13,9% al 0,9%, el piso de tierra de 25,3% a 5,3%. Las viviendas sin agua bajaron de 13,4% a 8,8%, sin alcantarillado de 35% a 30% y sin electricidad de 90,8% a 1,5%.
Dentro de la negociación, la comunidad contaba con experiencia y liderazgo y pensó más en el beneficio colectivo que en el individual, ya que mucha gente que se dedicaba a actividades agrícolas tuvo que dejar sus tierras, recibiendo la compensación respectiva. Entonces se dio una cohesión social por el bienestar de la población, explicó Muriel.
Por su lado, la empresa no tenía experiencia de negociación con poblaciones altiplánicas, sin embargo entendía la realidad sociocultural del lugar, conocía el idioma de la población -el quechua- lo que le permitía comunicarse mejor, y tenía la disposición de descolonizarse y escuchar, añadió.
Tras la negociación se acordó el traslado del pueblo, incluyendo la Iglesia y el cementerio, la contratación de los trabajadores de la comunidad, la capacitación en el uso de tecnologías mineras, la creación de la Fundación San Cristóbal para dar sostenibilidad económica -a futuro- a la población, con la formación de empresas de servicios, como la de venta de combustibles, la de mantenimiento industrial, la de obras civiles, o la de transporte logístico y de manejo de carga.
Además, el ingreso de un crédito del Banco Mundial, como parte de las inversiones, permitió una política de mitigación de impacto y de trabajo con las comunidades, en beneficio de la población.
Entendimiento
En este contexto, Muriel revela que con estos resultados se consiguió la inclusión social, y que los comunarios adquirieran un poder, que luego les permitió hacer cumplir los acuerdos, lograr igualdad y extender la salud -de la que gozaban sólo los trabajadores de MSC- a toda la población.
La investigadora explicó que todo permitió una relación sostenible y el logro de un interesante capital social y de confianza entre la comunidad de San Cristóbal y la empresa minera, construyéndose así un brazo social fuerte con los comunarios, quienes ahora defienden a la empresa.
Esta relación, le permitió a MSC construir una tecnología particular para relacionarse con las comunidades, aprendió a escuchar y entender lo que quieren los comunarios. A través de enlaces mitiga los riesgos sociales, y trabaja en red para estar comunicada e informada acerca de lo que desean o descontenta a los pobladores de San Cristóbal.
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