Tras el ajetreo del periodo electoral y con resultados propiamente definidos, lo que se espera son decisiones concretas para encarar los proyectos más importantes en el país, que están marcados en el uso racional, pero dinámico, de nuestros recursos naturales, hidrocarburos, gas y minería.
Si bien se desarrollan proyectos en el campo gasífero y se disponen de fondos del Estado para esos fines, también se mantienen por un lado y se incentiva por otro la inversión privada, lo que está permitiendo salir adelante con planes que aseguran el cumplimiento de nuestros compromisos externos para la venta de nuestro gas, sin descuidar – por supuesto – el abastecimiento interno para satisfacer una siempre creciente demanda interna.
Instituciones internacionales especializadas en lo que se denomina "calificación de riesgo o confianza", han hecho conocer no hace mucho sus apreciaciones en torno al desempeño de la economía boliviana, asegurando que el país está avanzando con seguridad hacia metas de consolidación de su economía y la seguridad de ese efecto se traducirá en bienestar para mayor número de habitantes.
El país debido a su ritmo de crecimiento económico, con ventajas especiales en función de tiempo y espacio, pasando por una época de buena cotización para sus recursos naturales, el caso del precio internacional del petróleo y de los minerales, estos últimos hasta hace poco y ahora con cierta declinación, pero no con fuerza de estrangulación productiva, permitieron consolidar un proceso de seguridad financiera con un cúmulo de importantes reservas.
De acuerdo con una de las calificadoras externas, la situación macroeconómica los factores estructurales y reformas económicas, las finanzas públicas, las políticas monetarias, el control de cambios y las finanzas externas determinan la capacidad de riesgo crediticio y consiguientemente definen el grado de confianza que los inversores extranjeros tienen en un país.
De acuerdo a esas apreciaciones se estima que la "calificación de riesgo en el caso de nuestro país, es un buen indicador de calidad crediticia y de seguridad para las inversiones", al margen por supuesto de los "movimientos sociales" que tienen otras connotaciones que alteran las garantías específicamente económicas y pueden ahuyentar a inversores especializados.
La recomendación de entendidos en la materia, es la aplicación urgente de una política específica, en este caso correspondería una determinación muy concreta para reactivar la minería a partir de organizar su administración desde una empresa, seguramente la Comibol, que pueda delinear toda una estrategia de acción, respaldada profesionalmente y realizable en periodos específicos para lograr resultados absolutamente efectivos.
Por su parte, ejecutivos de "las calificadoras" coinciden en recomendar que "para mantener una buena nota a mediano y largo plazo se debe generar mayor inversión en el principal motor de la economía boliviana: La exploración y explotación de recursos naturales"
Se destaca que la alta dependencia de los hidrocarburos y la minería, genera un riesgo permanente si no se adoptan medidas especiales para fortalecer proyectos de inversión en la búsqueda de nuevos yacimientos para incrementar los índices de producción, en tanto la riqueza natural pueda ser extraída y en su caso procesada con fines industriales.
En la proyección referida a los commodities bolivianos, se deben tomar en cuenta algunas estadísticas que merecen consideración especial, por ejemplo el hecho de que baja la producción de gas y tal efecto se sentirá con dramática realidad entre los años 2017 al 2019, que están próximos. Lo preocupante es que la explotación y exportación de hidrocarburos representa para el país el 80 por ciento de nuestras exportaciones.
En el caso específico de la minería, este rubro merece un tratamiento urgente, considerando el periodo de cinco años que nos separa de una crisis energética y la opción de reemplazarla con la operación de la minería boliviana, que para entonces tendría que estar adecuadamente prospectada, tras una exploración que determine la explotación de nuevos yacimientos mineros.
Indudablemente que este proceso seguirá siendo parte de la dependencia económica boliviana de sus materias primas, pero sin lugar a dudas que los planes que se apliquen de aquí adelante, tienen un objetivo muy especial y es que, los beneficios que se obtengan ahora de los hidrocarburos y muy luego de la minería, deben ser direccionados a fortalecer una diversificación industrial que signifique garantizar el emplazamiento de factorías, que utilicen nuestras materias primas industrializadas y con valor agregado, para mantener toda una cadena productiva con seguridad financiera, dependiente en mayor porcentaje de una múltiple actividad industrial y en reducida proporción de la materia prima no renovable.
Ahora lo que falta es cumplir promesas, establecer condiciones favorables de seguridad jurídica y garantías para las inversiones.
Como en la línea de los hidrocarburos, la minería requiere también de millonarias inversiones para cumplir planes completos de prospección, exploración, adecuar la explotación de los yacimientos y recién comenzar a sentir los beneficios de grandes operaciones. Un último ejemplo, el caso San Cristóbal, demoró más de 10 años en su implementación antes de entrar en su fase de producción. Actualmente es la mina más importante del país.
Como se puede apreciar, el asunto es cuestión de tiempo, pesarán positivamente las decisiones acertadas de las autoridades de Gobierno, en función de los intereses nacionales en corto y mediano tiempo.
No hay dónde perderse, la minería es cuestión de inversión para concretar su futuro rendimiento. Las recomendaciones de entendidos así lo señalan y las acciones prácticas, serán muestra de responsabilidad, con criterio profesional.
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