Los empresarios saben que no es bueno soñar, lo importante es asegurar los proyectos y trabajarlos técnicamente. Los trabajadores por su parte, no pueden ni siquiera pestañar, la minería es trabajo de responsabilidad y sacrificio, la experiencia de los mineros ratifica ese hecho.
En el último tiempo muchas cosas se mencionan en materia de minería, la mayoría se arrastra de hace tiempo atrás y todavía son muchos los proyectos que no avanzan o lo hacen lentamente y son parte de los grandes sueños.
Es bueno soñar indudablemente, pero hay que aproximarse a la realidad con algunos objetivos muy precisos que necesitan de la práctica para materializarse y alcanzar objetivos precisos.
Lo principal está en definir la estrategia minera de acuerdo a su nueva Ley sectorial signada con el Nº 535 y que desde su promulgación en mayo de la presente gestión todavía no tiene un reglamento que la haga operativa.
No sólo es cuestión de ese detalle importante por cierto, hay otro mucho más significativo por su efecto de orden estructural y es el que se relaciona con la aplicación de impuestos a todos los operadores mineros, del sector privado, la minería y metalurgia estatal y los cooperativistas. Este punto está bajo responsabilidad del Ministerio de Finanzas, por razones de área económica, aunque la materia exige un particular conocimiento de las condiciones de la producción a partir de prospectar y explorar nuevos yacimientos, la fase de la preparación de emprendimientos, llegar al proceso de explotación y luego pensar en la exportación, un largo proceso que según algunos entendidos debería tener una escala apropiada tributaria, considerando que en algunos casos poner en marcha un proyecto minero, demora mucho tiempo.
Hay una fase muy larga de gastos que se cubren con inversiones apropiadas pero sin generar utilidades, hasta alcanzar objetivos reales de productividad, que necesariamente implica el reconocimiento de una contribución impositiva misma que sin embargo debería estar regulada en función a parámetros de competitividad, con países vecinos, de manera que en el nuestro podamos atraer capitales y ahuyentemos a inversionistas con reglas poco apropiadas a la realidad de una minería que en Bolivia, necesita reactivarse con urgencia.
En el momento actual, no se vislumbran inversiones privadas, pues al no existir reglas de juego claramente expresadas como parte de la Ley Minera, quienes tienen capitales no arriesgarán su dinero si no se sabe cuáles son las normas que definan la seguridad jurídica vigente y las garantías, que lamentablemente son vulneradas con avasallamientos que afectan la propiedad privada y lo peor es que no tienen soluciones que se ajusten a las leyes, además hay no sólo en nuestro país, también en otros vecinos la circunstancia de la "consulta previa", un problema que por ejemplo en otros países se resuelve en función de la importancia económica nacional, considerando su beneficio multiplicador.
Así, sólo en el comienzo del tratamiento de un tema tan importante como el de la minería, hay que considerar además que añadido a estos aspectos que se plantean objetivamente, está otro de tamaña importancia y que necesita una reorganización urgente para poner en funcionamiento pero de manera objetiva y no sólo enunciativa una administración estratégica que dependa de un organismo estructurado en base a criterios profesionales de alta experiencia y solvencia práctica, tendrá que ser la Corporación Minera de Bolivia (Comibol) pero renovada adecuadamente.
Sólo unos pocos días atrás se mencionó que la Comibol tendrá una gerencia de comercialización con presencia en los mercados de Asia, Europa y Norteamérica, para vender los metales que produzcan Vinto, Karachipampa, Corocoro y las plantas de zinc que se construirán en Oruro y Potosí.
Fue el Ministro de Minería que formuló ese anuncio, menos mal refiriendo que "hoy estamos vendiendo estaño y mañana venderemos plata, plomo, cobre, oro, zinc y antimonio y otros minerales que serán refinados en las plantas bolivianas". Una proyección optimista y que debería cumplirse objetivamente dentro la gran estrategia de impulsar la minería y metalurgia pragmáticamente.
Para ir por partes, lo que se necesita con urgencia es reestructurar la Comibol con gerencias operativas en las que se trabaje responsablemente bajo la dirección de profesionales competentes de la materia y que definan la política operativa de nuestra minería. Ese proceso tiene varios pasos que seguir y que deben tener un seguro respaldo financiero, primero estatal, para luego abrir bajo condiciones concretas a la inversión privada, nacional o extranjera, para impulsar los muchos proyectos del sueño actual y pensar en nuevos prospectos resultado de la nueva política minera que desarrolle la Comibol, que con seguridad necesitará también de una extensión de varias gerencias a nivel internacional.
Pero nuestra nota nos obliga a formular recuento de operaciones y señalar que es bastante tiempo el que se demora en concretar esos proyectos, como el caso de las dos plantas de zinc, una en Oruro y la otra en Potosí. El caso se arrastra desde el 2010, en la gestión del exministro Pimentel y de Hugo Miranda en la Comibol. Entonces se lanzó la licitación para la construcción de las fundiciones de zinc, cada una a un costo de 250 millones de dólares, lo que significa una inversión de $us 500 millones. Pero estamos en 2014 y el asunto sigue siendo un proyecto que todavía no se concreta.
Ya sabemos, Karachipampa se puso en marcha, pero sus primeros pasos fueron todavía pocos, hay que arreglar el horno Kivcet con un gasto de tres millones de bolivianos, esperando que entonces avance el "elefante blanco", que ya le cuesta mucho dinero al Estado.
Hablando de hornos el Ausmelt de Vinto ya tendría que haber funcionado hace meses atrás de acuerdo a su cronograma inclusive reformulado, pero con suerte posiblemente lo haga antes de fin de año, es lo que todos esperan después del largo proceso de modernización y las esperanzas latentes de convertir a la fundición orureña en la cuarta más importante del mundo.
Está pendiente el caso del Mutún con un litigio iniciado por la empresa india Jindal que obliga a tomar decisiones jurídicas de defensa para evitar un pago que significará otro gasto para el Estado aunque se diga que la subsidiaria boliviana deberá pagar la cuenta. La idea mayor es que podamos transformar el hierro en acero, contando con una súper siderúrgica, que por algunos adelantos podría ser encomendada a un consorcio chino.
Hablando de chinos, se sabe que también trabajan en el salar de Uyuni en una planta experimental, empero se menciona también el trabajo de profesionales bolivianos que ya lograron producir carbonato de litio con "grado batería" y con una pureza de 99,5%, lo que significa la obtención de cátodos de litio componente principal de baterías para celulares y vehículos. La planta se inauguró en enero del 2013 y produjo hasta el presente 10 toneladas del producto. El proyecto de Recursos Evaporíticos tiene buen tiempo en marcha desde su inicio como tal, aunque más adelante se inauguraron dos plantas, una ubicada en Llipi a 120 kilómetros del salar de Uyuni y que costó inicialmente 19 millones de dólares; la otra planta piloto de baterías funciona en la localidad de Palca y es en la que se producirán los cátodos de litio. Pero todavía no se ingresó en una fase de producción definida y planificada con fines comerciales de plena rentabilidad.
Y un último anuncio tiene que ver con la prospección que permitió descubrir un yacimiento de uranio ubicado en el noreste del departamento de Santa Cruz en la serranía Manomó de San Ignacio de Velasco. El presidente de la Comibol, sobre el tema señaló además que aún no se ha concluido con toda la prospección del yacimiento, pero que se necesitará de entre 10 a 15 millones de dólares para impulsar la fase de exploración. El Gobierno dispondría de parte de ese costo y se anticipó la búsqueda de financiamiento para poner en marcha el proyecto de explotar el yacimiento con fines pacíficos. No es nuevo el hecho de saber de la existencia de uranio, pero es interesante saber que ya nomás se puede contar con parte de la inversión para fines de prospección y exploración. Uranio, otro sueño de la minería nacional y en este caso por su condición estratégica, especialmente de responsabilidad estatal. No hay que olvidar que en el mes de julio pasado el presidente de Rusia, Vladimir Putin ofreció a nuestro gobierno durante una reunión entre ambos en Brasil, un financiamiento para encarar un programa de desarrollo de energía nuclear con fines pacíficos, asunto que además nuestro Mandatario lo promocionó como parte del programa en su nueva gestión.
Nuestra minería es de ensoñación, pero considerando su importancia estratégica en la economía nacional, es tiempo de que nuestras autoridades despierten y pongan en marcha un verdadero proyecto, realizable y sustentable para la minería y su industrialización.
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