En 2003 los geólogos Mark Abbot y Alexander Wolfe publicaron en la revista Science un artículo en el cual afirmaron que la extracción de minerales en el Cerro Rico comenzó el año 1000 d.C. y que alcanzó su nivel máximo el año 1100 d.C. Las actividades mineras disminuyeron hasta el 1400 d.C., cuando fueron retomadas bajo la dirección de los incas.
Los análisis se basaron en el estudio de los sedimentos de la laguna Lobato ubicada a seis kilómetros del Cerro Rico, que es precisamente donde chocan los vientos procedentes de la gran montaña de plata. Según los resultados, en los sedimentos se encuentran restos de mineral emitido a la atmósfera durante el proceso de fundición que se realizaba en los hornos indígenas llamados huayras.
Además, según las prospecciones arqueológicas realizadas por Pablo Cruz, Pascale Absi y Sergio Fidel, antes de la llegada de los españoles, Potosí “era un sitio densamente poblado” que tenía una “fuerte y organizada presencia inca”. La población en la región se había incrementado y tenía una condición multiétnica.
El resultado de estos estudios dice algo muy diferente a la tradicional leyenda que atribuye a los españoles el inicio de las actividades de extracción en el Cerro Rico.
Según Tristan Platt y Pablo Quisbert, en las primeras décadas de la ciudad de Potosí tanto los indígenas como los españoles se dedicaron a difundir el mito que atribuía a los europeos el inicio de las actividades extractivas en el Cerro Rico. Así, las élites indígenas acordaron no sólo mantener en secreto la existencia del Cerro Rico hasta el año 1545, sino también difundir posteriormente la leyenda según la cual la riqueza del gran yacimiento era desconocida.
La entrega de Porco
El yacimiento de Porco se entregó después de la batalla de Cochabamba sostenida el año 1538 entre el ejército de los españoles y el ejército confederado comandado por Kuysara, mallku de los qaraqara. El resultado de dicha batalla no fue favorable para el ejército indígena, por lo cual, como afirman Tristan Platt, Therese Bouysse-Cassagne y Olivia Harris en su obra Qaraqara – Charka (2006), el inca Paullu convenció a los señores aymaras “que no les quedaba alternativa' sino de dar la Obediencia a Su Majestad”.
Esto fue lo que afirmó don Domingo Titacallo, quien participó en la batalla de Cochabamba y fue testigo de las negociaciones posteriores. El año 1584, cuando contaba con unos 80 años, Titacallo dio un testimonio que formó parte de la probanza de méritos presentada el año 1599 por Fernando Ayawiri, nieto de Kuysara, publicada en la obra de Platt, Bouysse-Cassagne y Harris. De acuerdo con el testimonio, el año 1538 el inca Paullu no sólo convenció a Kuysara y Moroco, mallkus de los qaraqara y charka, respectivamente, de no presentar resistencia a los españoles sino también de entregar la mina de Porco, que antes era de su padre el inca Huayna Cápac, al emperador Carlos V. Además, en su probanza de méritos, Fernando Ayawiri afirmó que Kuysara había dado noticia de la existencia del yacimiento de Porco, lo cual “hizo con buen celo que tuvo a Su Majestad, y como leal vasallo descubrió la riqueza que el dicho Inca tenía en esta provincia”.
Durante el desarrollo de las negociaciones posteriores a la batalla de Cochabamba, afirman Platt y Quisbert, no se mencionó la existencia del Cerro Rico, lo cual habría ocurrido por razones de índole económica, pues el cerro constituía la mayor fuente de riqueza de la región; de índole religiosa, pues se trataba de una gran huaca; y de orden político, pues la posesión del reservorio de plata otorgaba legitimidad a quien ostentara el poder, tal como ocurrió con Porco, que representó un “obsequio material y simbólico a Carlos V”.
Diego Huallpa
La existencia de las minas del Cerro Rico fue mantenida en secreto hasta 1545. El título de “descubridor” cayó en la persona de Diego Huallpa que, según el relato de Rodrigo de la Fuente Sanct Ángel de 1572, era un mitayo de Porco. Pero según Platt y Quisbert Huallpa no era “un criado cualquiera”, pues se trataba de “un personaje eminente en el Tawantinsuyu”, ya que su padre era un señor de Chumbivilcas, encargado de resguardar los emblemas del Inca, un privilegio al que pocos podían acceder.
El hecho de que fuera Diego Huallpa quien descubriera la plata del Cerro Rico puede considerarse como parte de una estrategia urdida “probablemente por Manco Inca desde Vilcabamba”, dicen Platt y Quisbert. Tras la revelación, estaba todo un grupo de yanaconas nobles incas que tuvieron como objetivo servir al rey “con un nuevo tesoro y fuente de poder”, ello en desmedro del bando de los Pizarro y los encomenderos que se rebelaron el año 1542.
El 31 de diciembre de 1572, Diego Huallpa en su lecho de muerte envió a su hijo ante el virrey Francisco de Toledo, para solicitar privilegios para su padre por ser “el primer indio que había descubierto y dado noticia a los cristianos haber plata en el cerro de Potosí”. El virrey despachó al fraile Rodrigo de Sanct Ángel quien, acompañado de un intérprete, llegó a la parroquia de San Bernardo donde tomó la declaración y confesión de Huallpa. Cuando De Sanct Ángel y el intérprete llegaron comprobaron que alrededor del lecho se encontraban varios “indios viejos” además del español realista Antonio Quijada, quienes se conocían desde antes del “descubrimiento”.
Para Platt y Quisbert, el hecho de que la gente reunida esa noche se conociera antes de la revelación del cerro y que compartiera el “patrocinio de un amigo español” llamado Antonio Quijada, quien también se encontraba presente, hace presumir que la reunión no fue fortuita sino planificada o deliberada para refrendar el relato de Huallpa.
Diego Huallpa en su lecho de muerte, al igual que en 1545, no podía admitir el conocimiento previo del cerro, pues al hacerlo habría puesto en evidencia el encubrimiento de 1538 urdido por Paullu y los mallkus aymaras, lo cual habría sido entendido por el virrey Toledo “como una profunda deslealtad de todos los incas”. Ésta habría sido la principal razón que llevó a los indígenas a difundir el mito según el cual la riqueza del Cerro Rico no había sido explotada antes de la llegada de los españoles.
La revelación que hizo Huallpa el año 1545 tuvo consecuencias inmediatas como la fundación de la ciudad de Potosí y la posterior creación de la Real Audiencia de Charcas, además de favorecer el poblamiento de regiones circundantes a la Villa Imperial como la región de Charcas y otras más alejadas, como La Paz y Tucumán.
El encubrimiento de las actividades de extracción emprendidas por los indígenas antes de la llegada de los ibéricos, planificado por las élites indígenas, tiene éxito hasta el día de hoy, pues para casi toda la población la explotación del Cerro Rico comenzó con los españoles, lo cual, como se vio al principio de este artículo, ha sido cuestionado por la ciencia.
Diego Huallpa en su lecho de muerte, al igual que en 1545, no podía admitir que ya conocía el cerro de plata.
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