Aunque no todo está dicho, pues todavía no se conoce oficialmente el texto de la nueva Ley Minera, se menciona la posibilidad de un incremento en el rubro de impuestos en un porcentaje mayor al 60 por ciento, afectando de manera especial al ítem que tiene que ver con "la remesa de dividendos" que está en el margen de un 12,5% y que se elevaría a 25% lo que ocasionaría un desajuste en el cálculo de los costos de producción, haciendo inviable en muchos casos la continuidad de operaciones en algunas empresas medianas y chicas.
El delicado problema de la minería y las consecuencias de mantener continuas imprevisiones, especialmente en la definición de los planes productivos fijando metas seguras para mejorar índices de explotación, pasando necesariamente por la ineludible fase de prospección y exploración de nuevos yacimientos, deja a la minería, como señalan algunos entendidos "librada a su suerte", lo menos conveniente justo en tiempos de alta competitividad que abren los países vecinos donde se acrecentaron las inversiones gracias a medidas estructurales que garantizan e incentivan las inversiones, pero sobre todo que permiten una flexibilidad especial en materia impositiva, recuperando fondos para el Estado en función a volúmenes de producción y de rentabilidad controlada, lo que evita fuga de capitales o el pago de irrisorios impuestos.
Lo que se necesita en el país y lo han reflejado destacados profesionales ligados a la actividad minera, además de un sociólogo y un historiador en el contenido de su libro sobre "Los dilemas de la minería", es la estructuración de una verdadera política minera basada en "un ambiente favorable con seguridad jurídica", para desarrollar sin sobresaltos la actividad minera en el país.
Dadas las limitaciones o quizá sea mejor decir restricciones del Estado para acometer un plan de exploración minera en gran escala, uno de los expertos sugiere que las empresas en actual explotación de recursos mineralógicos deberían también asignar recursos destinados expresamente a la exploración de nuevos yacimientos mineros. Se entiende que en esos casos será posible el uso de tecnología de punta para mejorar las tareas conjuntas de prospección y exploración minera. El Estado por su parte, debería también disponer de recursos suficientes para los mismos fines, dadas las actuales condiciones en que se debate la minería tradicional, con parajes casi terminados y con pocas iniciativas para nuevos emprendimientos.
Hay que tomar previsiones considerando que en minería los grandes proyectos demandan mucha inversión y bastante tiempo, pues hay que hablar de varios años y millones de dólares para establecer el adecuado uso de nuevas áreas de explotación, con certificación técnica sobre potencialidades y aplicación de las técnicas que fuesen necesarias para su desarrollo. No hay que perder más tiempo, es urgente que las imprevisiones del presente no afecten la minería boliviana del futuro.
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