La actividad minera nacional, pese a la serie de bajones en el rubro de precios internacionales, se mantiene vigente y sus ganancias están apuntalando el Presupuesto General de la Nación, lo que se expresa en cifras concretas que demuestran que hasta el 99,4 por ciento de toda la producción nacional consistente particularmente en zinc, plomo y estaño sumaron en un quinquenio la fabulosa cifra de 2,53 millones de toneladas métricas finas, lo que significa además la generación de 12 mil 338 millones de dólares.
Sin lugar a dudas, después del rubro de hidrocarburos y propiamente el gas, la industria minera nacional es la que aporta con mayores ingresos al TGN pero además beneficia a las comunidades, municipios y departamentos donde se producen las tareas de extracción de recursos mineralógicos.
Sin embargo, y tal parece que no se toma en cuenta como un hecho de real importancia y de aplicación inmediata cuidar el desarrollo de los proyectos en curso de ejecución, pero además tomar previsiones para que la generación de ciertas utilidades sean bien utilizadas en el fomento de la minería de avanzada, es decir, asegurar financiamiento para nuevos prospectos mineros a partir de los planes de exploración, prospección y las seguridades potenciales para el inicio de nuevas operaciones mineras bajo condiciones de seguridad jurídica, especialmente, pero además de fomento financiero que es lo más importante para encarar nuevas operaciones mineras.
El movimiento cíclico de los precios, como lo exponen los expertos y analistas, tienen tiempos variables por tanto pueden ser de efímeros beneficios como ya sucedió en el país o de prolongados periodos con cotizaciones de emergencia que obligan a extremar recursos especialmente de contingencia.
En el último periodo hubo un poco de las dos alternativas, lamentablemente en el periodo de la "buena leche" con vacas gordas no se aprovechó ese tiempo para activar un verdadero "fondo de reserva" que sirviera para sostener las operaciones mineras, cuando llegue el tiempo de las vacas flacas. Lo cierto es que se habló del tema, pero no se operativizó su funcionalidad, por lo tanto el asunto quedó pendiente, según algunas autoridades, hasta que el asunto sea incluido en la nueva ley minera. Lamentablemente la coyuntura de precios altos posiblemente se repita, pero de aquí a mucho tiempo.
El único sector que sacó beneficios a la crisis coyuntural fue el de cooperativas, que recibió apoyo directo del Gobierno para "capear el temporal" de precios bajos y aprovechar la circunstancia, exigiendo apoyo financiero para poner en marcha un ingenio y, hasta para crear su propia comercializadora de minerales.
El resto de la minería, caso del sector mediano y el chico, todavía se sostienen con esfuerzo propio, que por supuesto no alcanza a equilibrar el beneficio de un soporte extra y por lo que se sabe a fondo perdido. Esa inequidad que se presenta en el sector productivo minero debería eliminarse creando de manera justa y racional un órgano de fomento a la minería, como han planteado los mineros chicos y los medianos, para acudir al mismo en pos de apoyo financiero que permita encarar nuevos emprendimientos o fortalecer los que estén en plena ejecución.
Así como se observa con beneplácito los resultados que produce la minería, es necesario que se aprueben medidas que hagan más expeditivas las futuras operaciones del sector, sabiendo que con medidas adecuadas de previsión y de inversión los resultados serán satisfactorios, inclusive en periodos en los que no siempre se alcanzan buenos resultados económicos.
La prolongada espera en la Ley Minera hace pensar que los responsables de su elaboración se han tomado el tiempo suficiente para entregar un conjunto de medidas que apoyen, impulsen y diversifiquen con equidad las actividades mineras bajo condiciones de seguridad jurídica y plenas garantías.
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