La creación de un geoparque en el Cerro Rico de Potosí, permitirá preservarlo del deterioro registrado en los últimos años y, a la vez, continuar con la actividad minera, sustento de los pobladores de esa región, opinó el geólogo español Josep Mata Perelló.
El experto, que ha coordinado varias misiones de la Unesco para evaluar los riesgos de desplome del Cerro Rico, llegó nuevamente esta semana a Bolivia invitado por el Club de Minería para dar una charla sobre el "pasado, presente y futuro" de la mítica montaña.
"La regulación de los geoparques se realiza mediante la normativa de la Unesco. Proponemos para Potosí la creación de un geoparque dentro de esta normativa", dijo Mata.
La iniciativa de los geoparques nació en Europa y fue adoptada por la ONU a fines de la década de los noventa para fomentar la conservación del medio ambiente, la educación en ciencias naturales, el desarrollo sostenible y la conservación del patrimonio geológico.
En 2004 se creó la Red Mundial de Geoparques Nacionales para fomentar la cooperación entre las distintas partes interesadas en el patrimonio geológico.
Según Mata, hay más de 80 parques geológicos en todo el mundo, más de la mitad en Europa y unos 20 en China.
En un geoparque, agregó, importa "todo lo que está dentro": sus valores "arqueológicos, culturales, sociales, históricos, geológicos, mineros y naturales".
"Al contrario de un parque natural, un geoparque es compatible con cualquier actividad que se desarrolle ahí", sostuvo Mata.
Por ello, opinó que si se crea uno en el Cerro Rico se potenciará su condición de patrimonio de la humanidad, al tiempo que los mineros que lo explotan podrán continuar con esa actividad, como opción para el desarrollo sostenible de Potosí.
Los yacimientos de plata del Cerro Rico, cuya cima está a 4.702 metros sobre el nivel del mar, han sido explotados sin parar desde 1545 y fueron una de las principales fuentes de ingresos de España en tiempos coloniales.
La montaña, nombrada Patrimonio Natural y Cultural de la Humanidad en 1986, es el principal atractivo turístico de Potosí y sus minas de plata, estaño y zinc son explotadas por unos 12.000 mineros que trabajan bajo el sistema de cooperativas.
En la mina también opera la empresa Manquiri, filial de la Coeur d' Alene, de Estados Unidos.
Las lluvias y la incesante explotación de minerales han ocasionado hundimientos, sobre todo en la cima cónica de la montaña, donde hay un boquete de 22 metros de diámetro y 20 de profundidad.
El Gobierno del presidente Evo Morales pidió el año pasado a la Unesco el envío de una misión para hacer un diagnóstico sobre el derrumbe, que causa preocupación por los riesgos de ese patrimonio y ha ocasionado conflictos entre organizaciones cívicas de Potosí y las cooperativas mineras que lo explotan.
El organismo envió en mayo de 2011 una delegación liderada por Mata y con expertos de Colombia, Ecuador y México.
Mata recordó que hubo tensión en Potosí cuando llegó la misión porque los cooperativistas temían que prohibieran definitivamente la actividad minera en el cerro.
"Nosotros dejamos muy claro que no íbamos a cerrar las minas. Íbamos a defender la continuidad del trabajo en las minas, sobre todo porque es un trabajo que da de comer a mucha gente", explicó.
Tras reunirse con dirigentes nacionales, regionales, locales y de los mineros, la misión avaló la continuidad de la explotación, pero con "medidas adecuadas de estabilización" para frenar el deterioro.
También recomendó "salvaguardar los derechos humanos de los trabajadores" y aplicar planes de manejo ambiental frente a la contaminación que genera la actividad minera.
Mata ratificó la importancia de mantener las labores mineras, por su impacto económico y social, y cree "válida" la opción del geoparque en el cerro, para su aprovechamiento y preservación.
Agregó que se necesita un inventario del patrimonio geológico y minero de la montaña para poder protegerlo y aprovecharlo "como recurso didáctico, científico y turístico".
Cree que se deben promover las visitas guiadas al cerro, pero dando "suficiente seguridad" a los turistas y no como ocurre ahora, que se los lleva a zonas en explotación, poniendo en riesgo tanto a los visitantes como a los mineros.
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