Carlos Mamani vive entre el cielo y el infierno. Se ha comprado una casa en un barrio con calles asfaltadas y alarma electrónica, tiene una vagoneta Mitsubishi y una moto Ninja roja aún sin estrenar que le llegó de regalo. Pero el derrumbe de la mina San José de Copiapó (Chile), donde en 2010 quedó atrapado junto a otros 32 mineros, le ha dejado fantasmas que lo martirizan por la noche, le provocan pesadillas que lo hacen saltar como un conejo y sufre depresiones en el trabajo.
El 12 de octubre del 2011 estuvo tras las rejas durante cuatro horas por un problema familiar que tuvo su esposa con su suegro y al que él, dice, le llegó de rebote el escándalo. Cuando se supo aquello la gente en las calles ya no lo miraba con ojos de gloria y las empresas le negaban el trabajo y para colmo perdió amigos porque creían que estaba forrado en dinero.
Pero el sol nuevamente ha vuelto a salir en su vida y el dueño de una empresa caminera le dio trabajo como operador de maquinaria pesada. En esta entrevista rechaza oficialmente la oferta que le hizo el Gobierno de Bolivia para trabajar en YPFB. Cree que se trató solo de una oferta política y que lo iban a despedir en tres años. Su sueño es conocer a Minor Vidal, el sobreviviente del accidente del avión que se estrelló el año pasado antes de llegar a Trinidad. Revela historias de color que ocurrieron cuando estaba bajo tierra. “Por un tarro de leche me volví hincha de la U de Chile y abandoné a Colo Colo”, dice. También carga contra Mario Sepúlveda, uno de los 33, y dice que es un charlatán.
- Veo cambios en tu vida. Yo te conocí en una casa de madera y hule. Y ahora tienes una de material y una vagoneta en el garaje, ¿cómo lo conseguiste?
- Esta casa es pequeña pero significativa para mí, es un logro gracias al Señor, que me ha bendecido. Era el sueño que siempre tenía. Ahora estoy más tranquilo porque uno no sabe cuándo va a morir y mi hija ya tiene un techo.
La compré al contado gracias a Dios. Está en un barrio bonito, tiene alarma cada casa, es bueno en seguridad. Cuenta con un garaje, patio chico, yo amplié la cocina y tiene dos dormitorios arriba. Costó 13 millones de pesos chilenos, como $us 26.000. Antes del accidente era imposible conseguir esto. La compré con mis ahorros que sumé después del accidente. El empresario chileno Leonardo Farcas regaló a cada minero 10.000 dólares.
He sabido administrar bien. Vivo como antes, solo que ahora tengo un poquito más. Otro sueño era tener una vagoneta Mitsubishi Pajero y pude comprarme una Montero, que es mucho mejor. Estoy trabajando en una empresa constructora. Opero maquinaria pesada.
- ¿Volviste a entrar a una mina?
- No, prefiero no hacerlo. Después del rescate entramos en una mina de Grecia con mis compañeros. Igualito que San José. Empezamos a transpirar, estuvimos como ocho minutos y casi entramos en pánico. Ni loco entro a subterráneo, aunque me paguen 5 o 10 millones de pesos.
- ¿Cómo estás de salud?
- Todavía tengo un problema sicológico. Me irrito en la casa al tiro, estoy de mal genio, a veces grito a mi esposa, así no era antes. En el trabajo igual. Cuando estoy trabajando se me viene todo a la cabeza: el derrumbe. A veces no quiero ni conversar con mis compañeros, me aparto y me voy solo a algún lugar. Pero hay días en que estoy bien, normal, y otros en que viene la depresión. Estoy tratando de acostumbrarme pero creo que voy a tener que conseguir un sicólogo particular.
- Esto quizá causó el problema que se supo tuviste con tu esposa; que la habías golpeado
- No, eso fue un malentendido. Voy a resumir lo que pasó. El problema fue entre mi esposa, mi cuñado y su papá. Mi suegro fue encontrado con una mujer mientras su esposa estaba en Bolivia en tratamiento médico. Se trajo a Copiapó una chica de 22 años de Bolivia y la presentó como una sobrina. Mintió. Mi esposa creyó pero yo sospeché que no era así y mandé a mi esposa a que averiguara. Y justamente los pilló y les sacó fotos.
Por la tarde mi esposa y mi cuñado fueron a reclamarles y yo los llevé en la vagoneta. Ese fue mi error. A la chica le cortaron un pedazo de cabello. Mi suegro hizo un escándalo. Hizo fuerza para quitar la tijera y le cortó en una mano a mi cuñado. Como la herida era profunda lo llevé al hospital, donde después llegó mi suegro con dos carabineros. Ahí empezó el problema. Nos acusó de que lo habíamos maltratado y nos llevaron al calabozo, nos pusieron tras las rejas, como delincuentes.
Después fuimos a la Fiscalía. Mi suegro llamó a la prensa porque al día siguiente era 13 de octubre, un año del rescate de los mineros. No pude ir al evento porque a las dos de la tarde estaba en el juzgado. Me llamaron mis familiares de Bolivia y periodistas de diferentes partes del mundo porque escucharon que yo había pegado a mi esposa. Estaban desinformados.
El juez nos dio libertad bajo compromiso de firmar una vez al mes, no hubo detención domiciliaria. Prueba de ello es que semanas después fui a Bolivia.
- ¿Te afectó este episodio?
- Me afectó mucho a mi imagen. Yo no me metí en nada, no pegué a mi suegro. Después fui a buscar trabajo y todos me decían: No, con lo que te mandaste. Otros incluso especulaban que mi esposa me había pescado con una amante y que yo de rabia había pegado a mi suegro, a mi cuñado y a ella más. Estaba destrozado. Me miraban mal en la calle, algunos tenían el valor de decírmelo personalmente. Yo quería desmentir, llamé a un amigo y me dio el consejo de que me quedara tranquilo y que lo dejara ahí.
- ¿Cómo conseguiste trabajo?
- El dueño de una empresa me dio una oportunidad y dijo que cualquiera de los 33 tenía las puertas abiertas. Mi trabajo está cerca de mi casa, a media hora de aquí. El bus pasa cerca y a veces voy en mi vehículo cuando me atraso.
- ¿Alguien más de los 33 tiene problemas sicológicos?
- Varios tienen, hay algunos que no están trabajando y siguen con su licencia que a mí ya me la levantaron.
- ¿Por qué te la levantaron?
- Alguien de la Asociación de Seguridad Chilena dijo que yo estaba bien, lo dijo sin hacer los exámenes que correspondían. Pero tengo el apoyo de mi familia que me llama más seguido desde que ocurrió el derrumbe de la mina. Pero por otro lado, me he ido quedando sin amigos porque muchos se han apartado, me han excluido porque decían que tengo plata. Incluso algunos compañeros de trabajo me dicen: si tienes dinero ¿por qué trabajás, huevón?
He recibido una cantidad de dinero pero lo he invertido todo. Mi familia me llama y me pide que no me meta más en una mina. Después de agosto quizá deje la empresa constructora y me cambie a una mina, pero no subterránea.
- ¿Qué sueños tienes?
- Lamentablemente estudiar ya no, quería ser policía. Voy a seguir trabajando y hacer estudiar a mi hija Émili que tiene tres años de edad. Quizá algún día me vaya a Bolivia. Mi sueño es tener una casa en mi país. Me gustaría en Cochabamba o en Santa Cruz. Yo soy de La Paz, de la provincia Gualberto Villarroel, de la comunidad de Chojña. Ahí vive Eliana, mi hermana mayor. Nosotros somos nueve hermanos, soy el antepenúltimo, seis mujeres y tres hombres. El único que está fuera del país.
- ¿Qué pasó con la oferta de trabajo y una casa de regalo que te hizo el presidente de Bolivia?
- La he desechado, ellos tampoco me llamaron. Me ofrecieron que yo agarrara mis maletas, parta a Bolivia, trabaje (en YPFB) y recién me daban una casa. No me convenció la oferta y no me convenía. Esa pega me iba a aguantar dos o tres años. Hay mucha envidia en Bolivia y después me iban a hacer a un lado. Me iban a dar la casa y después a sacar del trabajo.
- Es cierto que los 33 hicieron un juicio al Estado chileno por no garantizar la seguridad laboral, ¿es verdad?
- Es un juicio al Estado, no al Gobierno. Estamos agradecidos con Sebastián Piñera, trajo toda la tecnología para sacarnos del fondo de la mina. Pero parece que no le gustó el juicio, nos quitó alguna ayuda, se apartó y nos dejó ahí nomás.
- ¿Qué otros ingresos económicos te puede generar ser uno de los 33 mineros rescatados de la mina?
- Se viene la producción de la película por parte de Hollywood. Ojalá que salga. Será una ayuda grande y si Dios quiere con eso me voy a Bolivia. Estoy apartado de mi familia. Ir a pasear me sale caro y me demora como una semana. Quiero ir a pasear en agosto.
- Sé que en Bolivia sos hincha de Bolívar, ¿y en Chile?
- Era hincha del Colo Colo hasta antes del accidente en la mina San José. Ahora soy de la U. El poder del hambre pudo más cuando estaba bajo tierra. Me compraron con un tarro de leche. Tenía hambre y un compañero me preguntó de qué equipo era, él siempre me pasaba su latita de leche cada día porque no le gustaba. Un día me puso condiciones. Me dijo que si no me cambiaba de equipo iba a suspenderme ese alimento. Acepté.
Cuando salimos del encierro los jugadores de la U me mandaron una camiseta con sus firmas.
También hay otras anécdotas. Se dice que un minero no entró junto a los 33 porque su camión estaba fallando. Lo llevó al taller y en eso ocurrió el derrumbe. De alegría lo agarró a besos al camión, pero cuando se supo que salimos vivos y que el empresario Farcas nos regaló dinero, agarró a patadas al vehículo. Me gustaría recorrer toda Bolivia dando charlas sobre cómo sobrevivir en situaciones extremas. Podemos ir tres o cuatro mineros.
- ¿Supiste que en Bolivia hay otro superviviente? Se trata de Minor Vidal, que está vivo después de un accidente de avión.
- Qué bonito que el Señor le dio otra oportunidad de vida, si tiene secuelas que tenga fe y con tiempo las va a superar. Le mando saludos y me gustaría conocerlo y dar charlas con él.
- Después del rescate te vino la fama y después una especie de olvido, ¿cómo has sobrellevado eso?
- No sabíamos que éramos famosos, sino víctimas de un accidente. Por un lado la prensa se metía mucho en nuestras vidas. Al final el tema fue pasando y llegó el alivio. Teníamos que aterrizar en algún momento. Pensé bien y dije que quería empezar mi vida de nuevo. No extrañé los micrófonos.
- ¿Algunos mineros aprovecharon más que otros esa fama?, ¿había algún pacto para que todos se beneficien? Se ha generado alguna discordia entre ustedes después?
- En algún momento hablamos de que iba a ir toda la plata en una sola bolsa, pero después ya no, al final se quedó que son cosas personales. No hay discordia. Don Mario Sepúlveda es un charlatán, ha hecho lo que quiere, va a todos lados, supongo que ha ganado plata gracias a lo que habla.
- ¿Cuáles son los recuerdos de la mina más recurrentes que tienes?
- Tengo pesadillas, en la cama salto. Me acuerdo de lo malo que vivimos. Pero también después vino la aventura por los países, el crucero gigante en Atenas. Nos tiene callados la película, no podemos desahogarnos porque tenemos reservados los derechos. A veces tengo deseos de contar, eso me amarga el corazón. Pero si ahora empiezo a recordar me voy a poner a llorar.
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