Los ingresos del país entran en una franja de incertidumbre, aunque nuestras autoridades se empeñen en señalar que la baja en los precios del barril del petróleo crudo en el mercado internacional no afectará los ingresos hasta ahora excedentarios generados por la exportación del gas boliviano, situación que si bien no se sentirá de inmediato tendrá su efecto en los próximos dos meses, en realidad bastante pronto cuando se recorten los montos que el país percibe por esas ventas.
El control de precios anota junio de este año como el mes que el repunte de precios del petróleo crudo alcanzó un tope interesante hasta que el 23 de este mes de octubre se marcó un retroceso en lo que se denomina cotización del petróleo Brent en 25,17 %, bajando de 116 a 86,8 dólares, mientras que la otra referencia que tiene que ver con el precio del crudo en el West Texas Intermediate (WTI) –referente para el precio del gas boliviano– bajó de 107,50 a 81,58 dólares, lo que significa un 24.11 por ciento menos, situación que necesariamente incidirá en las exportaciones bolivianas de gas.
En ese proceso entran en realidad todos los países productores de hidrocarburos y en todas las latitudes con diferentes efectos en función a los planes de previsión que se adoptan en cada caso.
Uno de esos aspectos previsibles ante el juego de precios internacionales, es la instauración del Fondo de Previsión que funciona con recursos excedentes de las operaciones que regulados estratégicamente permiten ser utilizados como recursos de contingencia, por lo menos así lo definen los expertos financieros de algunos países petroleros que además asociados en fines comunes, se asisten solidariamente.
A ese problema se suma otro que lamentablemente tiene que ver también con la explotación de otro recurso natural no renovable, el minero. Justamente cuando se perfilaba una acción más decidida para promover la actividad minera a través de inversiones del Estado por un lado y la búsqueda de capitales para encarar los megas proyectos mineros, se entra en un nuevo vaivén de precios con bajón que altera la producción de varios minerales, entre los principales que se explotan en nuestro país.
El estaño, la plata, zinc y plomo, como también el oro registraron varios puntos menos en sus cotizaciones generando incertidumbre en los sectores mineros, tanto de la minería estatal, la privada e inclusive el caso de los cooperativistas que sentirán la caída de precios, situación que tiene mayor incidencia negativa en el caso último debido a limitaciones de orden técnico que retrasan las posibilidades de incremento en la producción, aunque por ciertas muestras de orden político ya se vio un desprendimiento oficial para apoyar las cooperativas como sucedió meses atrás, lo que no pasa con los otros sub sectores.
En el sector minero las condiciones son más complicadas que en el rubro petrolero, pues todavía no funcionan los grandes proyectos como el hierro del Mutún para convertirse en acero o la explotación del litio para industrializarlo y producir baterías de ion – litio y varios otros sub productos, por lo mismo con el perjuicio de lidiar con la otra minería tradicional, más arraigada en el modelo vigente, que necesita de fuertes inversiones y de una política agresiva para imponerse a las adversidades de precios y competencia.
Pese a ciertos adelantos en los dos rubros, hidrocarburos y minería, la suerte todavía persiste colocándonos en la lista de países con economía dependiente de sus materias primas. Hay que generar políticas para dar saltos ineludibles y avanzar hacia procesos de industrialización de nuestros recursos naturales.
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