martes, 4 de noviembre de 2014

Llegó la crisis: Se la veía venir y no se tomaron recaudos

En varias de nuestras ediciones de la presente gestión, a principio de la misma, entre el primer y segundo trimestre, abordamos el tema del "ciclo de precios" y su paulatino descenso. Coincidimos con expertos y analistas, en el hecho de "tomar previsiones para enfrentar el tiempo de vacas flacas", lamentablemente en los niveles superiores, la visión sobre la minería tenía otra perspectiva, inmediatista y puramente extractivista, sin asumir responsabilidad en el futuro sostenimiento del sector.

Se observaron los movimientos competitivos, en unos casos y de restricciones político – financieras en otros, que obligaron a los países importadores cambiar sus políticas de comercio exterior, como siempre lo hacen, afectando otra vez el interés directo de las naciones productoras de materias primas, caso nuestro que todavía depende de la exportación de sus concentrados. Esos síntomas en las transacciones de las grandes industrias, no se tomaron en cuenta y he ahí que cuando era prudente tomar previsiones…no se aplicó ninguna norma.

Paralelamente al caso minero o este al petrolero, resulta que también hay un caída en el precio del barril de petróleo y ese hecho afectará, sino de inmediato pero en corto tiempo a la economía nacional, a lo que se sumará la disminución en el movimiento de regalías mineras, debido al bajón de precios, por lo mismo el país, tendrá una restricción en sus futuros ingresos, aunque las autoridades de Gobierno aseguran que, "gracias a las reservas financieras que tenemos, los bolivianos podremos capear el mal temporal".

Pero volviendo al tema minero, no se puede ocultar la preocupación de los sectores productivos, especialmente de las cooperativas y la minería estatal, que confrontarán severas restricciones en la medida que la baja de precios pueda ser sostenida por un determinado periodo, ojalá no prolongado para poder compensar la crisis con un "plan de contingencia" para evitar el cierre de algunas minas y el despido de muchos trabajadores.

En el sector de la minería privada mediana, algunas empresas que sienten la presión económica de menos ingresos y la responsabilidad de muchos gastos, optarán por reducir obligaciones, inyectar en algunos casos más capitales para incrementar la producción. Ese proceso no podrá funcionar empero en el sector de la "pequeña minería", que obligadamente requerirá un apoyo financiero extraordinario para evitar su colapso.



Algunas soluciones

No se puede decir que está en riesgo el futuro de la minería, como apuntan algunas posiciones exageradas, indudablemente algunos subsectores sentirán con mayor dureza el impacto de los precios bajos, pero todo dependerá en delante de la política de emergencia que adopte el Gobierno para atenuar la crisis de la minería, tomando el hecho como un factor negativo que debe ser tratado en el contexto que corresponde y que no puede ser otro que establecer condiciones generales para salvar la minería en conjunto.

Es evidente que existe un problema social, tomando en cuenta que en un periodo de tres años (2010 al 2013) mucha gente migró hacia los centros mineros de Potosí y en menor proporción a Oruro, para dedicar esfuerzo y voluntad a la actividad minera, en ese tiempo con proyección de riqueza. Las cosas se plantean ahora de otro modo y necesariamente deberán tomarse medidas especiales para no incurrir en extremos procesos sociales.

Lo malo del proceso próximo pasado, es que las utilidades obtenidas por la venta de nuestros minerales, no sirvieron para encarar planes que mejoren la producción, menos para tareas de prospección y exploración y nada que ver con un paquete de ahorro para previsiones en tiempos de crisis, por lo mismo ahora más allá de las lamentaciones, sólo resta esperar la aprobación de un plan de emergencia, que sea cumplido estrictamente y generalizadamente.

El sector de mineros asalariados, recodando el desastre de la década de los 80, plantearon el "almacenamiento" del estaño y otros minerales hasta que se produzca un repunte de sostenibilidad y equilibrio en las operaciones. La idea en este tiempo es poco probable, pues el sistema metalúrgico no puede detenerse y será en realidad el factor de compensación a la crisis de precios.



Plan agresivo

Por lo menos en los dos meses hacia el final de la gestión se definirá un "agresivo plan" que resultaría ser el de contingencia que han sugerido los asalariados, pero que técnica y objetivamente estaría dirigido a impulsar la exploración minera, disponiendo inversiones del orden de los 50 a 70 millones de dólares anualmente, encomendando además esa responsabilidad de trabajo al Servicio Geológico Minero (Sergeomin), como pilar fundamental y exclusivo de la tarea de prospectar y explorar los yacimientos mineros del país.

Por otra parte se menciona a nivel del Ministerio de Minería que se dispondrá el fortalecimiento y renovación de la cadena productiva, ante el agotamiento de los antiguos yacimientos que deben ser renovados para impulsar la nueva minería.

Un detalle que si bien fue observado hace mucho tiempo atrás, relacionado con el "miserable" porcentaje que reciben los gobiernos departamentales por concepto de regalías, un 85 % y de ese total, sólo pueden emplear el 10 por ciento para prospección y exploración, suma relativamente baja en función a los costos que demandan los planes de exploración minera para proyectos de envergadura. La Ley 3787 que establece esos porcentajes deberá modificar el sistema porcentual de beneficio de las regalías, para encarar el ambicioso y agresivo plan de exploración minera a partir de la próxima gestión.

Será importante además que en el plan de contingencia se tome en cuenta la necesidad de poner en práctica la nueva Ley Minera 535, con su adecuada reglamentación y su anexo sumamente importante de orden tributario, para asegurar otra parte de la intención actual del MMM, cuando anuncia que se trabajará en función de alianzas con empresas privadas y otros Estados, para fomentar inversiones que muevan activamente el sector minero boliviano.

Ahora corresponde esperar que capacidad, experiencia y voluntad política se unan en un propósito válido de enfrentar la crisis de los precios, pero sin detener las actividades mineras, al contrario facilitando los medios para que se enfrente la coyuntura generada por la presión internacional. La minería es el segundo rubro de importancia en la economía nacional, merece atención de orden preferencial para salir adelante.

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