Lo que está sucediendo en la economía nacional tiene evidentemente un reflejo de la crisis financiera mundial que registrada como parte de un fenómeno especial, influye poderosamente en los sistemas productivos, como el caso del petróleo y el gas, para el caso nuestro, pero con mayor fuerza en las cotizaciones internacionales de los minerales que regulan nuestras exportaciones y pueden nuestra economía.
Los periodos críticos se registran según los especialistas en lapsos de 10 a 15 años en sus periodos más largos, pero también algunos procesos más cortos como se espera sea el actual con limitaciones muy marcadas en el comercio de nuestras principales materias primas de exportación.
Una de las causas concretas para sentir el efecto de los grandes movimientos financieros que se producen entre las naciones más poderosas del mundo, es que no contamos con una economía saneada y liberada de las presiones externas que pueden prolongarse por mucho tiempo, en tanto podamos dar vigencia a un sólido sistema productivo, aprovechando el coyuntural interés de algunos inversionistas que quisieran aportar capitales y tecnología para dar fuerza a la explotación de nuestros recursos naturales y convertirnos en parte de las naciones poderosamente influyentes en la economía mundial.
Se trata de una utopía, puede ser, pero lo que no se puede negar es que en la actualidad estamos como el Rey Midas, sentado en un trono de oro y rodeado de riqueza sin saber cómo utilizarla para beneficio de su reino. Nuestra fortuna está en dos sectores estratégicos, como el Mutún en el oriente y el Litio en el occidente, además de incontables yacimientos mineros y no menos importante el potencial gasífero que tenemos para industrializarlo y exportarlo.
Ahí están nuestra debilidades que nos mantienen dependientes, riquezas tenemos pero por efecto de las políticas “sociales o socialistas” ahuyentamos las inversiones, demoramos peligrosamente la ejecución de proyectos y nos golpeamos internamente por dogmas partidarios sin definir estrategias para utilizar los millonarios recursos que tenemos yacientes y por tanto sin ningún beneficio práctico para el país y su gente.
La gran minería estratégica, la explotación del hierro y el litio, por otro lado el gas, nos convertirían de verdad en el centro más preciado del continente sudamericano con fuerza para competir con los más grandes de la región y respetados por las potencias del norte, Europa o Asia. Hace falta establecer una estrategia de prioridades, entre estas, dejar de perder el tiempo en los enredos políticos y concretar las condiciones propicias para invertir en Bolivia con las debidas normas de seguridad jurídica y los incentivos tributarios que faciliten el asentamiento de capitalistas que impulsen la industrialización de Bolivia y su posicionamiento en la macroeconomía de la región andina.
Los periodos críticos se registran según los especialistas en lapsos de 10 a 15 años en sus periodos más largos, pero también algunos procesos más cortos como se espera sea el actual con limitaciones muy marcadas en el comercio de nuestras principales materias primas de exportación.
Una de las causas concretas para sentir el efecto de los grandes movimientos financieros que se producen entre las naciones más poderosas del mundo, es que no contamos con una economía saneada y liberada de las presiones externas que pueden prolongarse por mucho tiempo, en tanto podamos dar vigencia a un sólido sistema productivo, aprovechando el coyuntural interés de algunos inversionistas que quisieran aportar capitales y tecnología para dar fuerza a la explotación de nuestros recursos naturales y convertirnos en parte de las naciones poderosamente influyentes en la economía mundial.
Se trata de una utopía, puede ser, pero lo que no se puede negar es que en la actualidad estamos como el Rey Midas, sentado en un trono de oro y rodeado de riqueza sin saber cómo utilizarla para beneficio de su reino. Nuestra fortuna está en dos sectores estratégicos, como el Mutún en el oriente y el Litio en el occidente, además de incontables yacimientos mineros y no menos importante el potencial gasífero que tenemos para industrializarlo y exportarlo.
Ahí están nuestra debilidades que nos mantienen dependientes, riquezas tenemos pero por efecto de las políticas “sociales o socialistas” ahuyentamos las inversiones, demoramos peligrosamente la ejecución de proyectos y nos golpeamos internamente por dogmas partidarios sin definir estrategias para utilizar los millonarios recursos que tenemos yacientes y por tanto sin ningún beneficio práctico para el país y su gente.
La gran minería estratégica, la explotación del hierro y el litio, por otro lado el gas, nos convertirían de verdad en el centro más preciado del continente sudamericano con fuerza para competir con los más grandes de la región y respetados por las potencias del norte, Europa o Asia. Hace falta establecer una estrategia de prioridades, entre estas, dejar de perder el tiempo en los enredos políticos y concretar las condiciones propicias para invertir en Bolivia con las debidas normas de seguridad jurídica y los incentivos tributarios que faciliten el asentamiento de capitalistas que impulsen la industrialización de Bolivia y su posicionamiento en la macroeconomía de la región andina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario