Un denominado plan de desarrollo minero metalúrgico para el quinquenio 2015 al 2020, consigna la suma de dos mil millones de dólares ($us 2.000 MM), aclarándose que el financiamiento garantizado está en los mil millones de dólares ($us 1.000 MM), es decir el 50 por ciento de la suma prevista, la otra mitad deberá buscarse en organismos financieros externos o lo que sería mejor, abriendo las condiciones favorables para captar inversiones especializadas, como muchas que están impulsando la minería de países vecinos, Chile, Perú o Argentina.
Al cierre de la gestión buenas son las intenciones, pero distan mucho de ser parte coadyuvante en la concreción de los proyectos a los que se asignaron sólo parte de los presupuestos calculados, los montos mayores tienen que ser financiados y esa tarea constituirá el principal reto para las autoridades de la minería nacional si se quieren alcanzar metas de desarrollo productivo.
INVERSIÓN DE TIEMPO Y DINERO
El hecho que no escapa al criterio y experiencia de los entendidos, es que en materia de minería, desde los proyectos más insignificantes hasta los medianos y más aún los que se consideren como megaprogramas, necesitan tiempo, mucho tiempo, desde la fase de prospección, la exploración y definido el potencial de los yacimientos, la preparación y luego el equipamiento para iniciar la fase activa de la extracción de minerales. Cómo el ejemplo más cercano de un enorme proyecto tómese en cuenta el caso San Cristóbal, en la actualidad el emprendimiento de mayor rendimiento de la minería en Bolivia, demandó diez años de preparación antes de entrar en su verdadero ciclo de producción.
Proyectos menores con seguridad que demandarán tiempo proporcional, pero en todo caso la minería de rendimiento en perspectiva exige muchos sacrificios, trabajo profesional, equipos y maquinaria moderna, tecnología de punta y todo eso bajo un fuerte y seguro financiamiento, de lo contrario será muy difícil emprender proyectos de rentabilidad en mediano y largo plazo.
CEREBRO DE MANDO
Algo también ineludible en una futura estrategia minera para la gestión que comienza, es definir la política minero - metalúrgica nacional, empezando por establecer la funcionalidad de un "cerebro de mando y sus brazos articuladores" para diseñar, ejecutar y evaluar resultados de los proyectos encarados al influjo de nuevas alternativas.
Y si mencionamos "nuevas alternativas", no tendrían que ser parte discursiva del proyecto minero, al contrario se trata de definir la reestructuración de la Corporación Minera de Bolivia, Comibol como ente ejecutor de la política minera nacional, de lo contrario y como sucede en el presente no hay el mecanismo que mueva los engranajes del proyecto minero y menos un organismo que incentive, regule y disponga de recursos que financien los emprendimientos para explotar nuestros recursos mineros no renovables.
INSTRUMENTO OPERATIVO
Como si fuera poco, al ritmo de las buenas intenciones, de la divulgación de muchas cifras, como se observa, para cubrir parte de los planes futuros hay imperiosa necesidad de capitales y contar también con los instrumentos operativos necesarios, las normativas que permitan el cumplimiento de planes ajustados a una realidad objetiva y no simplemente discursiva y paliativa.
Esos instrumentos tienen que ser la Ley de Minería y Metalurgia 535, su reglamento actualizado y apropiado a las necesidades del país, además de contar con una escala tributaria que responda a las expectativas de Gobierno, pero al mismo tiempo permita a futuros inversionistas disponer capitales sabiendo que existen las suficientes garantías para lograr beneficios y oportunidades de mantener latentes reinversiones y utilidades.
Si no hay aplicación de la Ley, es poco probable que se cumpla el alcance de las estrategias establecidas en una verdadera política de minería y metalurgia en la que se involucren los empresarios bolivianos y se sumen los inversionistas extranjeros. Todos deben saber bajo qué reglas de juego desarrollarán sus emprendimientos de riesgo, porque la minería tiene también esa parte inevitable de la incertidumbre y las variables inesperadas en un determinado desarrollo de las actividades puramente técnicas, o las que dependen de las circunstancias externas que dominan las potencias industriales, como el ciclo de precios bajos que se vive en la actualidad.
Bajo estas alternativas, el proyecto minero boliviano de la gestión que se inicia debe contemplar el cumplimiento de ciertas metas elementales, las que señalan los expertos, para que no persista la práctica de una errada política de muchos anuncios, de variadas cifras y de continuar esperando indefinidamente que sean procesados técnicamente y con respaldo financiero los proyectos de una nueva minería y una más sólida metalurgia, que nos lleve a dar pasos seguros en la búsqueda de industrializar -primariamente- nuestros recursos naturales.
Todo proyecto parte en un diseño, se ejecuta de acuerdo a especificaciones concretas que controlan expertos en la materia para que los resultados sean positivos. En este proceso de darle nuevo giro a la minería, hay pasos que deben cumplirse ineludiblemente, como establecer la política minera-metalúrgica de Bolivia, poner en marcha a una Comibol reestructurada plenamente, encarar proyectos en orden de factibilidad, disponer de un presupuesto suficiente para tareas de prospección y exploración, una obligación que no puede retrasarse en el tiempo.
No es cuestión de saltos, es necesaria metodología, sistemas y experiencia, para tomar decisiones, aplicar la Ley Minera, garantizar inversiones, abrir el camino a la industrialización de nuestras materias primas, pero con una fuerte dosis de voluntad política. Se necesitan elementos y herramientas para "reactivar la minería boliviana", apuntan los expertos.
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