La situación actual de la economía nacional, de manera general, es delicada debido a las variables negativas que presentan los valores internacionales de las materias primas y de cuya exportación depende en gran parte el sostenimiento de un presupuesto que nos permita encarar el desarrollo del sistema productivo y con limitaciones muy radicales, en los rubros estratégicos de hidrocarburos, el gas con mención especial y la cuenta de los minerales.
El movimiento económico y sólo con datos referenciales del reciente año, para no retroceder mucho en el tiempo de los perjuicios sufridos, nos muestra que las condiciones no han variado y los precios bajos no permiten vislumbrar ni siquiera una leve mejoría que signifique alivio temporal en la crisis.
Informes provenientes del sector minero, dan cuenta del cierre de varias empresas en el sector cooperativo, en la minería chica privada y se salva la minería estatal, gracias a los planes de contingencia, caso Huanuni, que posibilitan todavía su funcionamiento pese a las pérdidas registradas.
Aunque por algunas razones obvias, no se quiere identificar claramente a los culpables de la crisis, los expertos y analistas, no guardan secretos e identifican a la China, la potencia asiática que confronta problemas internos que repercuten en su ámbito externo y afectan -increíblemente- a los proveedores de materias primas que como nuestro país, se sostiene exportando ese material al coloso chino, que lamentablemente en el último tiempo ha frenado su avidez por los commodities, regulando de ese modo su producción industrial abriendo paso a su propio crecimiento interno, proceso que no tiene límite fijo y puede mantenerse indefinidamente en detrimento de las economías emergentes y dependientes de los países productores de materias primas.
El tema de la economía china se presenta con variantes muy complejas para su asimilación en los procesos comerciales de los vendedores de recursos mineros, el caso de algunos países sudamericanos y entre estos el nuestro, se trata de una acción de abierta competencia para "liquidar" a los productores menores en ese mismo país y favorecer el crecimiento de los que muestran mejores condiciones de sostenerse en la batalla industrial competitiva interna y externamente.
El caso de los precios de minerales a nivel internacional y de acuerdo con un análisis de la AFP, tienen repercusiones que luego de dar su vuelta en los niveles superiores del comercio, llegan con su efecto a todos los mercados y es ahí donde tocan las estructuras de las economías dependientes.
Se menciona como ejemplo el precio del mineral de hierro -usado para fabricar acero- cayó por debajo de los 40 dólares la tonelada a principios de diciembre pasado, su nivel más bajo desde 2009; otro caso el del carbón cuyo precio bajó en un 80% desde su mejor nivel hace 8 años; tomando en cuenta ese mismo periodo, habrá que convenir en que de cierta manera los procesos cíclicos de los valores de materias primas se alteran -para bien o para mal- en periodos menores a los diez años, es el caso del barril de petróleo que sin haber tocado todavía fondo, está actualmente en su menor precio (30 dólares) en ocho años.
Las referencias nos muestran cómo influyen las transacciones de las potencias internacionales en las economías de bajo movimiento. La AFP en su nota de análisis señala que "Esas depreciaciones (precio de materias primas) han tenido un grave impacto en la actividad minera de todo el mundo, empujando al precipicio a los actores más pequeños y erosionando los presupuestos gubernamentales de las economías más dependientes de los recursos naturales, como la de Australia" y eso ya es bastante, como para no creerlo.
Convendremos entonces en que el 2015 fue realmente traumático para los mercados de materias primas y para las empresas mineras. El analista Andrew Driscoll añade que "la caída marca el fin de un superciclo de las commodities a lo largo de la última década, liderado por China, pero también impulsado por la fuerte demanda de otras economías en desarrollo con rápido crecimiento".
En lo que corresponde al proceso de sostenimiento y producción, hay algo en que difiere nuestro sistema minero de otros que se cumplen en países vecinos donde se atendieron satisfactoriamente los requerimientos de préstamos para mantener la producción minera, tanto así que sobrestimaron el crecimiento de la demanda. "Aumentaron demasiado su capacidad de producción y ahora tenemos excedentes en varios commodities" según explica el analista Daniel Morgan.
Es justamente lo que no ocurre en nuestro medio, pues pese a la concesión de ciertos créditos, concedidos a través de fideicomisos, los mismos no alcanzaron a cubrir la expectativa de sobreproducción para crear una reserva estratégica que pueda mantenerse en reserva, mientras mejore el ritmo de los precios, pero sin alterar las actividades productivas. Una situación imposible de cumplirla en nuestro medio, tomando en cuenta que se requiere de fuerte financiamiento para sostener minas en tareas sólo de producción y con relativa obligación de comercialización externa.
Algo aproximado es lo que tiene que incentivarse en nuestra minería de contingencia y es que la producción de distritos como Huanuni, Colquiri, Coro Coro y otros adquiera la Metalúrgica de Vinto para alimentar el horno Ausmelt, todavía en tareas de prueba, pese al tiempo transcurrido desde su instalación y su aparatoso estreno.
El análisis externo confirma que el 2015 fue sin duda "uno de los años más duros a los que se enfrentó nunca la industria minera", recordando crisis pasadas de nivel internacional, como en la década de los 80, la caída de la URSS en 1991, una crisis asiática el 97 y otros altibajos que de tiempo en tiempo alteraron los precios, aunque sin dejarnos enseñanza de previsiones, para enfrentar los tiempos de las "vacas flacas".
Ahora sólo queda esperar cambios en la política financiera externa, especialmente en el coloso asiático donde su movimiento interno se irradia a los países que deben vender sus materias primas. Mientras tanto hay que poner en práctica las políticas de contingencia para favorecer los planes de prospección y exploración de nuevos yacimientos mineralógicos, tomando en cuenta que se necesita ganarle tiempo al tiempo para reemplazar la casi agotada minería tradicional.
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