El inusitado interés de grandes industrias por el litio que posee Bolivia y que para ser explotado requiere de fuertes inversiones ha despertado el interés internacional. Hay quienes quieren invertir de inmediato, otros que analizan la situación reinante en lo que han denominado “un país de conflictos”, pero los más están a la espera de reglas oficiales que emitirá el Gobierno para abrir la explotación de la gran riqueza de litio en los Salares de Uyuni y Coipasa.
No hay que olvidar que desde el Poder Ejecutivo ya se ha expresado un criterio oficial y es que, “la explotación del litio estará sujeta a planes del Gobierno a través del Ministerio del ramo y la Comibol y en ningún caso se producirán concesiones directas”, lo que significa que cualquier emprendimiento deberá responder a un preliminar acuerdo de “riesgo compartido” y con las acciones dispuestas de tal modo que el país tenga siempre el 51 por ciento en todas las operaciones, sólo de ese modo habrá control directo sobre la importante riqueza aún dormida en la prolongada planicie salada, considerada como la más extensa del planeta.
El mayor interés de empresas de Europa y Asia está fincado en obtener la licencia de operaciones del gobierno de Bolivia con fines de lanzar cuanto antes la fabricación de los vehículos eléctricos o ya definidos como híbridos que para su movilización utilizarán las pilas con energía del codiciado litio. Se trata de un movimiento industrial empeñado en sustituir la dependencia de los carburantes procedentes del petróleo para impulsar los nuevos motorizados con energía “lítica”.
El hecho es que está comprobada la potencialidad de Bolivia y reconocida a nivel mundial sabiendo que más del cincuenta por ciento de todo el litio del mundo está en las salmueras de nuestro territorio; lo que está en duda son las condiciones en que el Gobierno decida su explotación y la futura comercialización de su millonaria reserva.
Muchos años se mantuvo un silencio cómplice con ciertas actitudes regionalistas que truncaron lo que se consideraba como el primer emprendimiento serio para explotar el litio de Bolivia. Movimientos regionales y políticos simultáneamente fondearon un contrato con la Lithco, empresa que resignó su proyecto en Bolivia y lo articuló en la Argentina, con el resultado de todos conocido que significa seguir manteniendo tan importante reserva en estado inerte, mientras el mundo busca ese mineral estratégico para cambiar una fuente de energía que asegure el futuro del sistema de transporte motorizado, especialmente el de los automóviles híbridos.
Frente a la actualización del proyecto han surgido ya algunas voces de la comunidad “originaria”, advirtiendo que “el litio es de Bolivia… pero también es de nuestra propiedad”, enfatizaron los dirigentes que están a la expectativa de un inminente inicio de tareas de explotación en los salares de Potosí y Oruro.
Aquí es conveniente señalar que el Gobierno debe manejar hábilmente el curso de las futuras negociaciones con fuertes inversionistas, para que no sean otra vez los “movimientos regionalistas” los que alteren la posibilidad que tiene el país para recuperar su economía y enfrentar el reto del verdadero desarrollo nacional, utilizando su propia riqueza y distribuyendo equitativamente sus utilidades. De eso se trata, que el país y todos los bolivianos ganen.
No hay que olvidar que desde el Poder Ejecutivo ya se ha expresado un criterio oficial y es que, “la explotación del litio estará sujeta a planes del Gobierno a través del Ministerio del ramo y la Comibol y en ningún caso se producirán concesiones directas”, lo que significa que cualquier emprendimiento deberá responder a un preliminar acuerdo de “riesgo compartido” y con las acciones dispuestas de tal modo que el país tenga siempre el 51 por ciento en todas las operaciones, sólo de ese modo habrá control directo sobre la importante riqueza aún dormida en la prolongada planicie salada, considerada como la más extensa del planeta.
El mayor interés de empresas de Europa y Asia está fincado en obtener la licencia de operaciones del gobierno de Bolivia con fines de lanzar cuanto antes la fabricación de los vehículos eléctricos o ya definidos como híbridos que para su movilización utilizarán las pilas con energía del codiciado litio. Se trata de un movimiento industrial empeñado en sustituir la dependencia de los carburantes procedentes del petróleo para impulsar los nuevos motorizados con energía “lítica”.
El hecho es que está comprobada la potencialidad de Bolivia y reconocida a nivel mundial sabiendo que más del cincuenta por ciento de todo el litio del mundo está en las salmueras de nuestro territorio; lo que está en duda son las condiciones en que el Gobierno decida su explotación y la futura comercialización de su millonaria reserva.
Muchos años se mantuvo un silencio cómplice con ciertas actitudes regionalistas que truncaron lo que se consideraba como el primer emprendimiento serio para explotar el litio de Bolivia. Movimientos regionales y políticos simultáneamente fondearon un contrato con la Lithco, empresa que resignó su proyecto en Bolivia y lo articuló en la Argentina, con el resultado de todos conocido que significa seguir manteniendo tan importante reserva en estado inerte, mientras el mundo busca ese mineral estratégico para cambiar una fuente de energía que asegure el futuro del sistema de transporte motorizado, especialmente el de los automóviles híbridos.
Frente a la actualización del proyecto han surgido ya algunas voces de la comunidad “originaria”, advirtiendo que “el litio es de Bolivia… pero también es de nuestra propiedad”, enfatizaron los dirigentes que están a la expectativa de un inminente inicio de tareas de explotación en los salares de Potosí y Oruro.
Aquí es conveniente señalar que el Gobierno debe manejar hábilmente el curso de las futuras negociaciones con fuertes inversionistas, para que no sean otra vez los “movimientos regionalistas” los que alteren la posibilidad que tiene el país para recuperar su economía y enfrentar el reto del verdadero desarrollo nacional, utilizando su propia riqueza y distribuyendo equitativamente sus utilidades. De eso se trata, que el país y todos los bolivianos ganen.
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