Como para no creer pero resulta que cierto tipo de actividades comerciales que se producen en el coloso del norte, Estados Unidos, han tenido su efecto desastroso en la economía de varios países centro y sudamericanos al punto que la dependencia de esa economía centralista nos coloca en la posición política que mencionaba un estudioso de la economía regional, al señalar que “si EE.UU. estornuda a nuestros países les da una neumonía aguda”.
Esa apreciación se siente con especial efecto en la última coyuntura, cuando en el país del capitalismo se producen cambios en el ciclo comercial inmobiliario generadas por una serie de medidas bancarias que comenzaron afectando a propietarios con deudas, bajó el índice de venta de inmuebles, se paralizó la construcción y se dejó de comprar materias primas como el zinc o el estaño para las industrias de materiales de construcción. Sólo ese hecho alteró el comercio de los productos de ferretería y los precios internacionales de minerales descendieron ostensiblemente… y aquí estamos con una crisis muy aguda.
Revistas electrónicas especializadas, a las que se puede acceder de manera sencilla, nos muestran los efectos de la política financiera de USA cuyo flamante mandatario Barak Obama dispone ciertos ajustes que detienen las acciones legales a la propiedad de los inmuebles, establece un sistema financiero de apoyo a esa crisis y logra controlar la debacle de la construcción, pero además salva miles de empleos y seguramente se activará nuevamente el comercio de materiales que son producidos a partir de minerales que exportamos de ésta parte del continente.
Ya con el primer impacto de los problemas económicos en el norte se redujeron los ingresos nacionales y también las regalías departamentales, obligando a nuestro gobierno adoptar medidas de emergencia como los fondos de apoyo para los mineros del zinc u otros recursos para paliar la caída de los productores mineros, es de imaginarse lo que ocurriría si por mucho más tiempo no se aplicaba el “Plan Obama” que neutralice la crisis extensiva a los productores de cierta materia prima como la nuestra.
Una prestigiosa revista virtual afirma que las cosas están cambiando en el negocio de la venta de casas no nuevas, lo que significa que la industria de la construcción reiniciará sus actividades acudiendo a la compra de toda una suerte de materiales metálicos que son producidos con el uso primario de zinc, estaño o cobre, buena cantidad de tal materia prima requerida en nuestro mercado de minerales desde el país de Obama.
Pero el negocio de nuestros minerales también tiene una gran demanda en los mercados de Asia donde las grandes industrias están incrementando su producción en una competencia abierta que obliga a tener el suficiente stock de minerales, sean estos concentrados o con valor agregado como nuestro estaño en lingotes listos para su exportación aún así la crisis de precios se mantuviese por algún tiempo más.
Hay que reconocer que pese a la provisión de materiales “en bruto” que nos compran en Malasia o Indonesia hay pedidos de lingotes desde China, Japón y Corea del Sur, éste último país que además ha iniciado negociaciones con nuestro Gobierno para explotar cobre en la zona de Coro Coro. El año pasado Corea del Sur nos compró minerales de plata y zinc por un valor de 813 millones de dólares, cifra considerada histórica en los anales de la venta de nuestros minerales.
Parece que todo es cuestión de tiempo y a Dios gracias porque el efecto de la dura caída de precios irá cambiando en la medida en que por un lado se solucione el problema que afectaba a EE.UU. y que como ya lo explicamos no pensamos que pudiese tener directa incidencia en nuestra economía, sin embargo las contingencias nos muestran que es tanta la dependencia de nuestra economía que si no se compran clavos en las grandes potencias nosotros no podemos vender a precios convenientes nuestros minerales.
Ahora bien, este efecto pasará y poco a poco recuperaremos el valor en nuestras materias primas, las que sin embargo deberían mejorar su calidad para exportaciones futuras con valor agregado o terminado de manera que los beneficios económicos para el país se multipliquen ostensiblemente. Para ese objetivo hay que crear planes de inversión que nos permitan ingresar en la industrialización de nuestras recursos mineros, que son seguridad seguirán siendo requeridos en el norte o en el Asia, donde la industria no se detendrá.
La lección que nos deja el caso del comercio inmobiliario en USA, cuya restricción afecta nuestra economía, es la prueba más grande del factor de dependencia que tenemos y que debe ser disminuido y neutralizado con políticas de alto desarrollo que nos permitan la industrialización de nuestras reservas minerales y energéticas.
Esa apreciación se siente con especial efecto en la última coyuntura, cuando en el país del capitalismo se producen cambios en el ciclo comercial inmobiliario generadas por una serie de medidas bancarias que comenzaron afectando a propietarios con deudas, bajó el índice de venta de inmuebles, se paralizó la construcción y se dejó de comprar materias primas como el zinc o el estaño para las industrias de materiales de construcción. Sólo ese hecho alteró el comercio de los productos de ferretería y los precios internacionales de minerales descendieron ostensiblemente… y aquí estamos con una crisis muy aguda.
Revistas electrónicas especializadas, a las que se puede acceder de manera sencilla, nos muestran los efectos de la política financiera de USA cuyo flamante mandatario Barak Obama dispone ciertos ajustes que detienen las acciones legales a la propiedad de los inmuebles, establece un sistema financiero de apoyo a esa crisis y logra controlar la debacle de la construcción, pero además salva miles de empleos y seguramente se activará nuevamente el comercio de materiales que son producidos a partir de minerales que exportamos de ésta parte del continente.
Ya con el primer impacto de los problemas económicos en el norte se redujeron los ingresos nacionales y también las regalías departamentales, obligando a nuestro gobierno adoptar medidas de emergencia como los fondos de apoyo para los mineros del zinc u otros recursos para paliar la caída de los productores mineros, es de imaginarse lo que ocurriría si por mucho más tiempo no se aplicaba el “Plan Obama” que neutralice la crisis extensiva a los productores de cierta materia prima como la nuestra.
Una prestigiosa revista virtual afirma que las cosas están cambiando en el negocio de la venta de casas no nuevas, lo que significa que la industria de la construcción reiniciará sus actividades acudiendo a la compra de toda una suerte de materiales metálicos que son producidos con el uso primario de zinc, estaño o cobre, buena cantidad de tal materia prima requerida en nuestro mercado de minerales desde el país de Obama.
Pero el negocio de nuestros minerales también tiene una gran demanda en los mercados de Asia donde las grandes industrias están incrementando su producción en una competencia abierta que obliga a tener el suficiente stock de minerales, sean estos concentrados o con valor agregado como nuestro estaño en lingotes listos para su exportación aún así la crisis de precios se mantuviese por algún tiempo más.
Hay que reconocer que pese a la provisión de materiales “en bruto” que nos compran en Malasia o Indonesia hay pedidos de lingotes desde China, Japón y Corea del Sur, éste último país que además ha iniciado negociaciones con nuestro Gobierno para explotar cobre en la zona de Coro Coro. El año pasado Corea del Sur nos compró minerales de plata y zinc por un valor de 813 millones de dólares, cifra considerada histórica en los anales de la venta de nuestros minerales.
Parece que todo es cuestión de tiempo y a Dios gracias porque el efecto de la dura caída de precios irá cambiando en la medida en que por un lado se solucione el problema que afectaba a EE.UU. y que como ya lo explicamos no pensamos que pudiese tener directa incidencia en nuestra economía, sin embargo las contingencias nos muestran que es tanta la dependencia de nuestra economía que si no se compran clavos en las grandes potencias nosotros no podemos vender a precios convenientes nuestros minerales.
Ahora bien, este efecto pasará y poco a poco recuperaremos el valor en nuestras materias primas, las que sin embargo deberían mejorar su calidad para exportaciones futuras con valor agregado o terminado de manera que los beneficios económicos para el país se multipliquen ostensiblemente. Para ese objetivo hay que crear planes de inversión que nos permitan ingresar en la industrialización de nuestras recursos mineros, que son seguridad seguirán siendo requeridos en el norte o en el Asia, donde la industria no se detendrá.
La lección que nos deja el caso del comercio inmobiliario en USA, cuya restricción afecta nuestra economía, es la prueba más grande del factor de dependencia que tenemos y que debe ser disminuido y neutralizado con políticas de alto desarrollo que nos permitan la industrialización de nuestras reservas minerales y energéticas.
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