Tras una larga espera y muchas dificultades que se presentaron en el proceso de adjudicación del proyecto siderúrgico del Mutún, el “coloso de hierro” como se lo conoce en el país y fuera de él, está empezando a moverse todavía con cierta lentitud, pero ya con un cronograma que por lo menos en su parte inicial se cumple satisfactoriamente, al haberse “saneado” —si vale el término— la concesión de tierras para la instalación del gigante complejo del oriente.
No hace mucho que autoridades de la Comibol, por un lado y del INRA por otro han coincidido en que al margen de algunos trámites de forma y no de fondo se han eliminado ciertas trabas jurídicas en el proceso de la expropiación de tierras, en este caso de utilidad pública a los propietarios naturales que han comprendido la magnitud del proyecto y acordado la posibilidad de una buena solución que compense el valor de la gran extensión de tierras, 5.500 hectáreas que servirán al desarrollo del proyecto en parte de la provincia Germán Busch de Santa Cruz.
Un recordatorio en las fechas nos permite anotar el mes de julio del 2007 cuando representantes del Poder Ejecutivo y de la Jindal suscriben el contrato para la explotación de Mutún por un periodo de 40 años, ese documento fue protocolizado recién en diciembre del 2007. De ahí adelante transcurrieron muchos meses hasta que se anuncian las primeras operaciones y la contratación de gente para poner en actividad las nuevas máquinas que se ocuparán del triturado de enormes rocas mineralizadas.
La adquisición de dos máquinas “chancadoras” significa una inversión mayor a los cuatro millones de dólares que la Jindal desembolsó dentro su oferta mayor de los dos mil cien millones de dólares que, seguramente, serán dispuestos paulatinamente en el curso de la enorme operación minera.
De momento hay un descenso en el precio internacional del hierro y el acero, situación que sin embargo no preocupa a los ejecutivos de la Jindal que se hallan abocados a la elaboración de fichas ambientales, proceso de exploración y topografía, además de la habilitación de los servicios de agua, que no hay mayor problema, tampoco con la dotación de energía eléctrica que será responsabilidad de la cooperativa cruceña, pero se espera una solución pronta para el suministro de gas que será el factor energético más importante del proyecto del Mutún.
Son detalles aparentemente insignificantes los que todavía interfieren en la plena ejecución del proyecto, pero todo hace prever que en el tiempo más corto posible el Gobierno subsanará aquellos factores adversos que no pueden perjudicar el avance de las obras para la ejecución del proyecto. La crisis mundial de precios es un motivo de preocupación, pero no determinante, mientras que también se registra una sobre oferta de hierro y acero en los grandes mercados externos, lo que influye en la variación de cotizaciones, las que ojalá estén en punto aceptable cuando en Bolivia comience la exportación del hierro y con valor agregado convertido en acero. Hay que eliminar las trabas burocráticas y afinar la estrategia minera nacional.
No hace mucho que autoridades de la Comibol, por un lado y del INRA por otro han coincidido en que al margen de algunos trámites de forma y no de fondo se han eliminado ciertas trabas jurídicas en el proceso de la expropiación de tierras, en este caso de utilidad pública a los propietarios naturales que han comprendido la magnitud del proyecto y acordado la posibilidad de una buena solución que compense el valor de la gran extensión de tierras, 5.500 hectáreas que servirán al desarrollo del proyecto en parte de la provincia Germán Busch de Santa Cruz.
Un recordatorio en las fechas nos permite anotar el mes de julio del 2007 cuando representantes del Poder Ejecutivo y de la Jindal suscriben el contrato para la explotación de Mutún por un periodo de 40 años, ese documento fue protocolizado recién en diciembre del 2007. De ahí adelante transcurrieron muchos meses hasta que se anuncian las primeras operaciones y la contratación de gente para poner en actividad las nuevas máquinas que se ocuparán del triturado de enormes rocas mineralizadas.
La adquisición de dos máquinas “chancadoras” significa una inversión mayor a los cuatro millones de dólares que la Jindal desembolsó dentro su oferta mayor de los dos mil cien millones de dólares que, seguramente, serán dispuestos paulatinamente en el curso de la enorme operación minera.
De momento hay un descenso en el precio internacional del hierro y el acero, situación que sin embargo no preocupa a los ejecutivos de la Jindal que se hallan abocados a la elaboración de fichas ambientales, proceso de exploración y topografía, además de la habilitación de los servicios de agua, que no hay mayor problema, tampoco con la dotación de energía eléctrica que será responsabilidad de la cooperativa cruceña, pero se espera una solución pronta para el suministro de gas que será el factor energético más importante del proyecto del Mutún.
Son detalles aparentemente insignificantes los que todavía interfieren en la plena ejecución del proyecto, pero todo hace prever que en el tiempo más corto posible el Gobierno subsanará aquellos factores adversos que no pueden perjudicar el avance de las obras para la ejecución del proyecto. La crisis mundial de precios es un motivo de preocupación, pero no determinante, mientras que también se registra una sobre oferta de hierro y acero en los grandes mercados externos, lo que influye en la variación de cotizaciones, las que ojalá estén en punto aceptable cuando en Bolivia comience la exportación del hierro y con valor agregado convertido en acero. Hay que eliminar las trabas burocráticas y afinar la estrategia minera nacional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario