Pocos días atrás, resurgió una preocupación a nivel mundial que ya fue manifestada un par de años antes y es que la creciente escasez del suministro mundial del Indio, metal indispensable para la fabricación de pantallas táctiles, podría acabarse dentro de 10 años, lo que, apocalípticamente hablando, podría significar el fin para ese tipo de pantallas.
Si bien China maneja el mercado mundial del Indio, la participación de Bolivia puede impactar en ese mercado debido a que fue identificada como uno de los principales yacimientos del mundo, según coinciden el exministro de Minería Dionisio Garzón y el analista económico Juan Carlos Zuleta.
Ambos concuerdan también en que la falta de tecnología para la refinación es la principal limitación que tiene el país, pues el Indio, al igual que el Galio y el Cadmio, es un metal que va asociado a otros como el Zinc, el Plomo y la Plata, de los que es preciso separarlo.
Para demostrar la importancia de Bolivia como proveedor mundial de Indio, Zuleta cita un informe elaborado a fines de 2010 por el japonés Murakami Hiroyasu, para el encuentro anual de la Sociedad Americana de Geología, realizado en Denver (EEUU), que señala que los mayores recursos de Indio se encuentran en China, Japón y Bolivia.
El informe especifica que Bolivia tiene 12.000 toneladas de contenido metálico frente a las 11.000 toneladas que tiene China y las 9.000 de Japón.
Garzón explica que, en minería, un recurso es la concentración natural en la corteza terrestre, pero que aún no es “bancable”, es decir que no da la certeza de que existan reservas explotables; sin embargo, es el paso inicial para la prefactibilidad.
Entre las zonas en las que existen recursos de Indio en Bolivia, Zuleta señala a Potosí, en el Cerro Rico, donde hay grandes concentraciones de Estaño y Zinc; a Huari Huari (ubicada a pocos kilómetros de la ciudad) y la mina Porco. En Oruro, la mina Bolívar, y la mina Colquiri, en La Paz.
Garzón añade el hallazgo reportado en Mallku Khota, yacimiento minero cuya concesión estaba a cargo de la canadiense South American Silver (SAS) y fue revertida al Estado en julio de 2012, luego del conflicto desatado por comunarios y cooperativistas que avasallaron la mina, dejando el saldo de un muerto, heridos, policías flagelados y toma de rehenes que días después fueron liberados.
Se determinó que en Mallku Khota existe un millón de kilos de Indio, “que puede sonar a poco, pero, tratándose de Indio, es una cantidad considerable”.
Garzón cuenta que, luego del hallazgo, la SAS encargó la investigación metalúrgica a una universidad de EEUU que encontró la tecnología apropiada para recuperar el Indio. Sin embargo, la reversión dejó trunco el trabajo y aunque se conoce que la Corporación Minera de Bolivia (Comibol) hace gestiones sobre el tema, debe “empezar de cero” el trabajo metalúrgico que ya avanzó la SAS.
Según Garzón, la participación de Bolivia en el mercado mundial del Indio ya hubiera sido evidente a partir del trabajo que tenía previsto la SAS, puesto que su objetivo estratégico era justamente ese.
Señala que Comibol también puede continuar con el mismo objetivo, pero debe comprar la tecnología y buscar un socio estratégico para no demorar los cinco años que le llevó a la SAS encontrar la tecnología adecuada.
Para Zuleta, el tema de fondo es que Bolivia ya exporta ese metal pero de manera residual y generando pocos ingresos. “Con seguridad estamos exportando Indio, pero probablemente está yendo como ‘castigo’, en minería se castiga en función a los residuos que en lugar de añadirle valor (al Zinc, la Plata o el Plomo) le restan. Ojalá no sea el caso del Indio, pero con seguridad no se está vendiendo a un precio justo porque requiere un procesamiento adicional, entonces estamos haciendo un mal negocio”, observa.
Considera que si bien China tiene 70 a 80 por ciento del mercado mundial de Indio, la tecnología japonesa puede ser las más avanzada y la más adecuada al tipo de yacimientos que hay en Bolivia y que la relevancia de Bolivia en el mercado mundial del Indio depende del diseño de una estrategia amplia de producción.
Cuestión de precio
El Indio es necesario para la fabricación de pantallas táctiles, puesto que a partir de él se crea el ITO, que es una solución sólida de óxidos de Indio y Estaño, con la que se recubre las pantallas. Esta lámina da la posibilidad de que el dedo pueda hacer contacto y activarlas.
La escasez del suministro mundial de Indio conlleva un alza progresiva en el precio. En 2001, el kilogramo costaba 94 dólares, en 2006 el precio fue de 382 dólares, en 2009 fue de 500 dólares y, para este año, fluctúa entre 500 a 800 dólares, según datos de sitios especializados en Internet.
Algo similar sucede con el ITO, que reportó un encarecimiento de 25 por ciento sólo en un año.
La escasez de Indio es una preocupación para la industria de la electrónica, pues no sólo se usa en la fabricación de teléfonos móviles y tabletas, sino también en otro tipo de aparatos como vehículos o electrodomésticos.
Además del problema de escasez y costos, el ITO ofrece escasa flexibilidad mecánica, por lo que distintos laboratorios en todo el mundo ya buscan posibles sustitutos para este material.
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