Nuestro maravilloso país tiene en sus entrañas enormes recursos naturales que en la perspectiva del tiempo se convertirán en el sustento de nuestra economía y en el factor preponderante del desarrollo nacional porque las inmensas riquezas existentes y comprobadamente consideradas como fuentes importantes a nivel mundial nos permiten soñar en su proximidad, pero al mismo tiempo despertar ante una realidad que significa tiempo y distancia para su extracción y su conversión en materia industrializada que pueda cubrir la demanda mundial de dos elementos, hierro y litio.
Cuando hablamos de tales fuentes, su proceso de industrialización tiene que confluir hacia la producción de acero y la fabricación de baterías y pilas de litio, ambos productos requeridos en el mundo industrializado, cuyos líderes están pendientes del desarrollo de proyectos que se efectúen en países productores la mayoría en el continente sudamericano y algunos pocos diseminados en otras latitudes.
Consiguientemente la mirada del mundo está dirigida hacia nuestra región, donde ya se ubican con características importantes de producción los vecinos como Chile y la Argentina, pero además Bolivia donde si bien se conoce el potencial de sus reservas aún no se ha determinado la cuantía de su futura producción industrial que en los planes nacionales deberá cubrir gran parte de la demanda mundial de acero y la que requerirán los fabricantes de los nuevos coches que sustituirán los carburantes por las baterías de litio. Grandes mercados en ambos casos apetecidos por una industria siempre creciente y extremadamente necesitada de nuevos proveedores que les permita salir del círculo de la dependencia que manejan muy pocos proveedores.
La idea que todavía se desarrolla en nuestro país plasmada en un proyecto piloto para producir carbonato de litio con una fórmula propia en la que no han intervenido tecnologías foráneas y posiblemente no lo hagan, aún se mantiene en ese carácter de experimentación y se esperan resultados hacia fines de la presente gestión para no demorar mucho más la incorporación nacional al sistema de la competencia internacional, donde no se pierde tiempo y se avanza a pasos agigantados. Se sabe que nuestro país ya adquirió tecnología asiática para fabricar las baterías de litio cuya materia prima, el carbonato, aún no está en condiciones de satisfacer nuestra demanda interna.
En el caso del hierro la evaluación del potencial de la reserva que posee Bolivia sólo en el yacimiento del Mutún, se considera como la más importante a nivel mundial con más de 40 mil millones de toneladas y con ley de pureza que está por encima del 50 % exigible para su compra y tratamiento o para los fines que existe en el gobierno de industrializar ésta materia prima que se convertirá en acero. La idea está planteada, pero el proceso de implementar una moderna siderúrgica confronta tropiezos, especialmente en la dotación de gas que la empresa adjudicataria del proyecto, la hindú Jindal, ha planteado para poner en marcha esa fase importante del tratamiento del hierro boliviano.
Los dos proyectos, litio y hierro, fueron y son la base de la estrategia política del actual gobierno en materia de producción y desarrollo, empero en el tiempo que trascurre la gestión, más de un quinquenio, todavía no se han consolidado las estrategias para salir adelante con los dos megaproyectos bolivianos que de verdad cambiarán el destino del país en su posición económica internacional.
El problema del Mutún atraviesa por un problema de orden interno que debería ser manejado con pinzas, pues está en juego la credibilidad hacia el exterior que pueda darse del manejo de seguridad jurídica y garantías para invertir no sólo en minería sino también en otros rubros. Otro tanto puede ocurrir con el caso del litio, pues ya son varias las propuestas recibidas y las expectativas de los proponentes –la mayoría asiáticos– que esperan por su lado definiciones oportunas en condiciones de seguridad total para transferir experiencia, capitales y tecnología.
Hay que acortar la distancia entre la ficción y la realidad, entre la teoría y la práctica, entre la seriedad y la incertidumbre.
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