"Si llueven limones, haces limonadas", decía mi abuelo. Es así de simple", dice Mauricio Morales, un copiapino que se dedicaba a la construcción en esa ciudad, pero que debido al auge de la minería que goza Atacama -con $us 27.000 millones en nuevos proyectos- se fue a trabajar a una empresa de ese rubro que le ofrece tres veces lo que ganaba como jornal.
La región, que en 2011 registró un crecimiento del 14,5 %, tiene hoy 130.000 puestos de trabajo y se estima que se crearán otros 30 mil en los próximos 5 años, según sus autoridades.
La seremi de Economía, Sofía Cid, afirma que el 5,6 % de desempleo entregado por el último informe del INE implica que esa región tiene pleno empleo, a lo que se suma que allí los sueldos y las condiciones laborales también mejoraron.
"Actualmente, Atacama es una de las regiones con mayor nivel de ingresos, con mayor demanda por mano de obra, y las empresas han tenido que ajustar los salarios", explica.
Estudios realizados por Cochilco -agrega Cid- indican que un empleo creado directamente en la minería genera otros seis en forma indirecta, lo que está provocando la falta de mano obra en ciertos sectores productivos.
"En Atacama tenemos un potente auge minero que de cierta forma está concentrando la mayor cantidad de mano de obra, y las personas están viendo en este rubro mejores alternativas en remuneraciones y condiciones", afirma la seremi.
FALTAN TRABAJADORES
Esa es, precisamente, la otra cara de la bonanza que vive Atacama ante el auge minero: otros motores de la economía local sufren serios problemas para encontrar trabajadores y sus costos se han encarecido, ante la competencia que significa el auge de los yacimientos.
Es lo que ocurre con la agricultura y en las construcciones que proliferan en la capital regional. "Un buen carpintero, que en una obra de construcción gana 300 mil pesos, en un proyecto minero fácilmente puede ganar 600 mil o más", dice Hernán Cood, gestor inmobiliario de Copiapó, quien ha visto cómo varias constructoras retrasan la entrega de viviendas porque todos los días se les van trabajadores.
El área de la Salud también se ha visto afectada. En Vallenar, el hospital local se vio obligado a cerrar un ala completa del centro asistencial, con 28 camas, porque no tiene suficientes paramédicos para atenderlas. "No podemos competir con los sueldos que les ofrecen las mineras, que pueden ser tres o cuatro veces más de lo que podemos pagarles", reconoce la directora del Servicio de Salud Atacama, Paola Neumann
Y en los parronales del valle del Huasco y de Copiapó, en cada temporada de cosechas -entre noviembre y marzo- son cada vez más los trabajadores provenientes de países limítrofes los que laboran en esos campos.
"La mano de obra es muy escasa y esas plazas se llenan con extranjeros, porque los chilenos prefieren trabajar en la minería", afirma Carlos Araya, de la Comunidad de Aguas Subterráneas de Copiapó. Por eso, muchos optan por vender sus tierras, dice Rodrigo Moreno Prohens, empresario agrícola. "Tendremos que conformarnos con la mano de obra que sobre o subir los sueldos, lo que encarece los costos. La agricultura ya no es un buen negocio aquí", añade.
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