La idea de autogestión en el caso de la actividad minera no es en realidad una idea reciente y que la reactivó un exdirigente minero y líder político que asesoró al actual Gobierno, el hecho fue un ideal de muchos otros líderes de la gran minería nacional, incluyendo en un primer periodo a los pioneros del sistema minero nacional cuando los "Barones del Estaño" estuvieron en su auge y tenían bajo su gestión miles de trabajadores mineros, atendidos en condiciones muy especiales, según lo reconocieron algunos ex mineros de ese tiempo al indicar sólo como punto de referencia que "las pulperías eran las mejor surtidas y con productos de calidad".
El problema de ese tiempo y que dio lugar posteriormente a la nacionalización de las minas, fue la inequitativa distribución de los porcentajes que debían recibir, los inversionistas que se quedaban con la tajada más grande y el Estado que "recogía migajas", según quienes justifican los cambios. Ya entonces de algún modo se transformó la "autogestión empresarial" y se convirtió en administración estatizada.
Los cambios inmediatos fueron la inversión de los valores de recuperación y sus porcentajes, pues la mayor recuperación correspondió a las arcas del Estado y como ya no había patrones o propietarios ese fondo minimizado al máximo resulto "absorbido" por el mismo Estado, de donde vino la desaparición de un necesario capital de reserva para fines de emergencia.
Tuvo que ser entonces un modelo especial de autogestión, con miles de trabajadores que ganaban más o menos bien, pero ya no tenían las mejores pulperías y los sindicatos crecieron en poder, no impulsaron medidas preventivas propias en un proceso de autogestión y previsión frente a las contingencias propias del negocio, denominado por sus condiciones como el "negocio del diablo"… que no sabe para quién trabaja.
Una prueba de fuego fue la caída de precios de los minerales en 1985, obligando al cierre de todas las minas y disponiendo una masiva "relocalización" de miles de trabajadores mineros, que cobraron sus beneficios sociales y transformaron la economía regional en un sistema "autogestionario informal", aumentó el número de movilidades de servicio público, se incentivó el contrabando y se implantó la fuerte economía informal.
Con el paso del tiempo la minería fue recuperando su sitial y en un periodo reciente fue beneficiada con buenos precios internacionales, aunque los administradores del sistema no tomaron en cuenta una política autogestionaria de previsión para responder a los retos de las variables que pueden ocasionar problemas especialmente en el sector de los mineros asalariados.
Lo evidente es que no existió una política de minería que tome en cuenta una serie de elementos que signifiquen seguridad y sobre todo garantías para que este sistema productivo se fortalezca y se amplíe como parte importante del sistema productivo nacional. Una minería autogestionaria podría ser un modelo que permita mayor creación de fuentes de empleo, seguras y de beneficio multiplicador no sólo para un sector, como sucede con el sistema cooperativo, según lo explica el promotor de una idea que podría favorecer con reglas claras a los intereses de todo el país, en base a garantías e incentivos.
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