Tan importante se ha vuelto este tema que nuestro Presidente aprovecha sin perder tiempo la oportunidad de buscar alianzas de inversión en Rusia para encarar el proyecto de explotación, tratamiento e industrialización del litio boliviano, que se encuentra entre las reservas más importantes del mundo.
El New York Times en un reciente artículo sobre los usos del litio, menciona a Bolivia y señala que “mañana será el turno del litio”, y entonces Bolivia podrá ser considerada como una posible nueva Arabia Saudita, “no precisamente por el petróleo sino más bien por el metal liviano del antiguo lecho de mar y sal elevado por orogénicos procesos. El país (Bolivia) tiene más del cincuenta por ciento de las reservas mundiales de litio”.
Algunas comparaciones sobre el potencial de la reserva de litio en Bolivia, señala que según cálculos geológicos hay más de seis millones de toneladas en los salares altiplánicos contra 1.1 que tendría la China y menos de medio millón en la reserva de EE.UU., se cuenta Chile con 3 millones de reserva, ubicados en un territorio antes boliviano en parte del Desierto de Atacama.
El futuro de Bolivia con la explotación de las salmueras y llegando al proceso de industrialización del litio, significaría que Bolivia se convierta en una especie de la capital de Arabia, en el mejor tiempo de su boom petrolero. NO hay dudas sobre el incremento paulatino de la demanda de litio, tomando en cuenta su uso en los nuevos equipos tecnológicos, como los teléfonos celulares, las pilas y baterías para infinidad de otros aparatos que han sobresaturados los grandes mercados de Europa, Asia, África y Norteamérica.
Bajo estas alternativas no es posible seguir mirando el litio, sólo como la blanca sabana turística del altiplano, hay que ver ese reservorio como la salvación alternativa y posiblemente con mayores ventajas que el rubro de hidrocarburos.
No cabe duda del interés que estas reservas han despertado en potencias industriales como la Sumitomo del Japón que adquirió recientemente el total del proyecto minero San Cristóbal en Potosí y tiene el interés de incursionar en la mayor operación de la minería moderna del litio. Lo importante es que el Gobierno Nacional, establezca cuanto antes las reglas de juego para definir el sistema de inversiones, las seguridades jurídicas pertinentes y por supuesto las garantías para disponer capitales y tecnología en la fabulosa riqueza del litio en Bolivia.
El New York Times en un reciente artículo sobre los usos del litio, menciona a Bolivia y señala que “mañana será el turno del litio”, y entonces Bolivia podrá ser considerada como una posible nueva Arabia Saudita, “no precisamente por el petróleo sino más bien por el metal liviano del antiguo lecho de mar y sal elevado por orogénicos procesos. El país (Bolivia) tiene más del cincuenta por ciento de las reservas mundiales de litio”.
Algunas comparaciones sobre el potencial de la reserva de litio en Bolivia, señala que según cálculos geológicos hay más de seis millones de toneladas en los salares altiplánicos contra 1.1 que tendría la China y menos de medio millón en la reserva de EE.UU., se cuenta Chile con 3 millones de reserva, ubicados en un territorio antes boliviano en parte del Desierto de Atacama.
El futuro de Bolivia con la explotación de las salmueras y llegando al proceso de industrialización del litio, significaría que Bolivia se convierta en una especie de la capital de Arabia, en el mejor tiempo de su boom petrolero. NO hay dudas sobre el incremento paulatino de la demanda de litio, tomando en cuenta su uso en los nuevos equipos tecnológicos, como los teléfonos celulares, las pilas y baterías para infinidad de otros aparatos que han sobresaturados los grandes mercados de Europa, Asia, África y Norteamérica.
Bajo estas alternativas no es posible seguir mirando el litio, sólo como la blanca sabana turística del altiplano, hay que ver ese reservorio como la salvación alternativa y posiblemente con mayores ventajas que el rubro de hidrocarburos.
No cabe duda del interés que estas reservas han despertado en potencias industriales como la Sumitomo del Japón que adquirió recientemente el total del proyecto minero San Cristóbal en Potosí y tiene el interés de incursionar en la mayor operación de la minería moderna del litio. Lo importante es que el Gobierno Nacional, establezca cuanto antes las reglas de juego para definir el sistema de inversiones, las seguridades jurídicas pertinentes y por supuesto las garantías para disponer capitales y tecnología en la fabulosa riqueza del litio en Bolivia.
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