Reconociendo la experiencia de profesionales en minería, los geólogos por una parte, ingenieros de minas y metalurgistas por otra los expertos industriales cuya antigüedad en diferentes trabajos señala su verdadera experiencia completan un cuadro de mínima cuantía a la hora de evaluar la participación profesional en las tareas prácticas de la minería productiva.
En los tiempos actuales hay que adecuarse a las nuevas tecnologías que hacen de la minería y metalurgia un proceso concatenado con diversos eslabones que no pueden ignorarse si se busca eficiencia y seguridad.
Es una cadena que sólo pueden manejar los profesionales del ramo y muy pocos expertos que han tenido prácticas obligadas para recoger conocimientos y desarrollarlos en sus propios planes del trabajo minero.
Lo que corresponde en el tiempo actual es reconocer la necesidad de contar con la mayor cantidad de profesionales a través de un programa estratégico que consigne por ejemplo a los estudiantes de las materias deseadas en el desarrollo de proyectos de exploración o explotación para diferentes “estratos” de la minería, de manera que saliendo de los sistemas tradicionales se avance en nuevas proyecciones respaldadas a través de la investigación académica.
Destacados profesionales graduados en la prestigiosa Facultad Nacional de Ingeniería de Oruro que han tratado de entregar toda su capacidad en servicio del país, tuvieron que cambiar de destino emigrando a otros países donde se reconocieron sus méritos y se les pagaba en consecuencia, lo que no siempre sucede en nuestro país que se ha vuelto además exportador de “cerebros” y lamentablemente de aquellos que son necesarios en el rubro más importante para garantizar la economía nacional, la minería y la metalurgia.
Estamos atravesando una crisis no sólo de orden material en el caso de la minería por efecto temporal de la caída de precios internacionales, sino también por la escasez de profesionales que puedan asegurar con sentido patriótico el desarrollo de nuestra minería y el crecimiento de la metalurgia.
Nadie puede negar que – de momento – estamos sujetos a la capacidad de profesionales extranjeros, muchos que son parte de los grandes proyectos mineros que han asegurado su “staff” superior con gente de fuera y no con bolivianos que han preferido sumarse a importantes programas que se desarrollan en países vecinos e inclusive al otro lado del mundo, como en Australia donde hay varios profesionales bolivianos trabajando activamente.
No deberíamos seguir “comprando tecnología” de empresas transnacionales, deberíamos recuperar nuestros profesionales, bajo condiciones óptimas que se equiparen con las que rigen fuera, pero con la diferencia que este elemento al servir decorosamente en su país lo hará con redoblado esfuerzo.
Las políticas de minería deberían consignar en su teórico contenido algunos incentivos prácticos para impulsar una nueva generación de profesionales en la materia y para rescatar los profesionales del ramo que están trabajando fuera.
En los tiempos actuales hay que adecuarse a las nuevas tecnologías que hacen de la minería y metalurgia un proceso concatenado con diversos eslabones que no pueden ignorarse si se busca eficiencia y seguridad.
Es una cadena que sólo pueden manejar los profesionales del ramo y muy pocos expertos que han tenido prácticas obligadas para recoger conocimientos y desarrollarlos en sus propios planes del trabajo minero.
Lo que corresponde en el tiempo actual es reconocer la necesidad de contar con la mayor cantidad de profesionales a través de un programa estratégico que consigne por ejemplo a los estudiantes de las materias deseadas en el desarrollo de proyectos de exploración o explotación para diferentes “estratos” de la minería, de manera que saliendo de los sistemas tradicionales se avance en nuevas proyecciones respaldadas a través de la investigación académica.
Destacados profesionales graduados en la prestigiosa Facultad Nacional de Ingeniería de Oruro que han tratado de entregar toda su capacidad en servicio del país, tuvieron que cambiar de destino emigrando a otros países donde se reconocieron sus méritos y se les pagaba en consecuencia, lo que no siempre sucede en nuestro país que se ha vuelto además exportador de “cerebros” y lamentablemente de aquellos que son necesarios en el rubro más importante para garantizar la economía nacional, la minería y la metalurgia.
Estamos atravesando una crisis no sólo de orden material en el caso de la minería por efecto temporal de la caída de precios internacionales, sino también por la escasez de profesionales que puedan asegurar con sentido patriótico el desarrollo de nuestra minería y el crecimiento de la metalurgia.
Nadie puede negar que – de momento – estamos sujetos a la capacidad de profesionales extranjeros, muchos que son parte de los grandes proyectos mineros que han asegurado su “staff” superior con gente de fuera y no con bolivianos que han preferido sumarse a importantes programas que se desarrollan en países vecinos e inclusive al otro lado del mundo, como en Australia donde hay varios profesionales bolivianos trabajando activamente.
No deberíamos seguir “comprando tecnología” de empresas transnacionales, deberíamos recuperar nuestros profesionales, bajo condiciones óptimas que se equiparen con las que rigen fuera, pero con la diferencia que este elemento al servir decorosamente en su país lo hará con redoblado esfuerzo.
Las políticas de minería deberían consignar en su teórico contenido algunos incentivos prácticos para impulsar una nueva generación de profesionales en la materia y para rescatar los profesionales del ramo que están trabajando fuera.
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