Es importante que la ciudadanía asuma responsabilidad, por lo menos de opinión en la explotación de nuestros recursos naturales y en este caso en particular del litio que se encuentra todavía inerme entre las salmueras de Uyuni y Oruro, en las níveas capas de centenares de kilómetros que deben ser prospectadas para establecer la mayor aproximación al potencial total de esos depósitos que sólo esperan tecnología de punta para convertirse en material energético que revolucionará la tecnología de la industria automotriz.
Reacciones de expertos internacionales apuntan a la necesidad de establecer las condiciones más claras sobre seguridad jurídica para atraer inversiones y garantizar las mismas en una explotación de gran escala y la industrialización del litio como materia prima de la fabricación de baterías, pilas o acumuladores que se utilizarán para reemplazar el consumo de gasolina o diesel.
Lo que interesa para el desarrollo del ambicioso proyecto es garantizar la participación de inversionistas que aseguren los financiamientos necesarios para la implementación de una gigante planta en la que se explote y transforme la riqueza natural en elemento de comercialización para la nueva tecnología que revolucionará los sistemas del autotransporte público y privado.
No hay exageraciones cuando se habla de la visión futura del tratamiento del litio, un proceso que demandará millonarias inversiones que muy difícilmente podrían ser cubiertas con recursos del Erario Nacional. La planta que está planificando poner en marcha el Gobierno hasta fin de año, es apenas un botón en la dimensión de lo que debe hacerse en los salares de Uyuni y Coipasa para entrar al proceso de explotación en gran escala de tan importante riqueza.
Es tiempo de pisar en tierra firme, definir políticas muy claras para explotar la riqueza de nuestros salares a través de programas de alta tecnología que sólo será provista a través de convenios con poderosas empresas internacionales. Se trata de mucha inversión que no está en la capacidad de nuestro Estado, por tanto el sector privado no debe ser excluido en la visión de conformar sociedades de inversión y producción. El Gobierno debe estar convencido de que esa es la única manera de avanzar en el desarrollo nacional.
Reacciones de expertos internacionales apuntan a la necesidad de establecer las condiciones más claras sobre seguridad jurídica para atraer inversiones y garantizar las mismas en una explotación de gran escala y la industrialización del litio como materia prima de la fabricación de baterías, pilas o acumuladores que se utilizarán para reemplazar el consumo de gasolina o diesel.
Lo que interesa para el desarrollo del ambicioso proyecto es garantizar la participación de inversionistas que aseguren los financiamientos necesarios para la implementación de una gigante planta en la que se explote y transforme la riqueza natural en elemento de comercialización para la nueva tecnología que revolucionará los sistemas del autotransporte público y privado.
No hay exageraciones cuando se habla de la visión futura del tratamiento del litio, un proceso que demandará millonarias inversiones que muy difícilmente podrían ser cubiertas con recursos del Erario Nacional. La planta que está planificando poner en marcha el Gobierno hasta fin de año, es apenas un botón en la dimensión de lo que debe hacerse en los salares de Uyuni y Coipasa para entrar al proceso de explotación en gran escala de tan importante riqueza.
Es tiempo de pisar en tierra firme, definir políticas muy claras para explotar la riqueza de nuestros salares a través de programas de alta tecnología que sólo será provista a través de convenios con poderosas empresas internacionales. Se trata de mucha inversión que no está en la capacidad de nuestro Estado, por tanto el sector privado no debe ser excluido en la visión de conformar sociedades de inversión y producción. El Gobierno debe estar convencido de que esa es la única manera de avanzar en el desarrollo nacional.
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