Desde comienzo del año presente, las informaciones en torno a la economía nacional se mostraron con algunos signos negativos, dadas las condiciones vigentes, con una inflación incontrolable, con una agenda en la que prevalece la acción política partidaria y sigue posponiendo la aplicación de medidas que rectifiquen el equivocado rumbo económico nacional, es lógico que las metas de incremento en los sistemas productivos se mantengan por debajo de los índices deseables que garantizarían fuentes de empleo y una superación en el modus vivendi de la gran mayoría nacional, según diversas opiniones.
Es que se trata de nuestras riquezas naturales aún dormidas y que mientras permanezcan en tal estado, las dificultades financieras de la Nación seguirán siendo cultivo para que “continúe el paternalismo” y se mantenga el oprobioso centralismo con lineamientos de un control estatal del sistema productivo y con intenciones de limitar los alcances de las muy reclamadas y ya aprobadas autonomías regionales en mitad del país, de acuerdo a otras versiones.
No ha sido sorpresa para nadie, saber que las mayores reservas de litio en el mundo están en Bolivia, más del 50 por ciento de todos los registros que se ubican diseminados en otros países incluyendo Chile, pero lo que sí provocó una serie de reacciones es que “repentinamente” se reabrió el polémico asunto de explotar las salmueras en los salares de Uyuni, Potosí y Coipasa en Oruro, después de la amarga experiencia de años atrás, cuando problemas intestinos y de interés político postergaron la explotación del Litio boliviano.
La acción empresarial de potentados capitalistas en minería como la japonesa Sumitomo que compró todas las acciones de la Mina San Cristóbal en Potosí y que actualmente espera un “empujón” oficial para recuperar impuestos y compensar su pérdida mensual de 10 millones de dólares, ha servido para abrir los ojos de la curiosidad oficial hacia la intención de los nipones para ampliar sus operaciones hacia el Salar de Uyuni, con un proyecto gigante dirigido a la industrialización del litio para fabricar una variedad de pilas y baterias para dar el gran salto de sustituir en la industria automotriz, los carburantes.
Pero no es sólo el litio de occidente que está en espera, hay otra riqueza potencialmente grande en el otro extremo del país, en el oriente, es el Mutún que tampoco puede explotarse debido a problemas “jurisdiccionales” que no pueden solucionar las autoridades para cumplir con el convenio con la empresa Jindal Steel que – pacientemente – espera decisiones gubernamentales para sanear el problema de tierras en esa región y un problema de abastecimiento de gas para encarar otro gigante emprendimiento minero.
Es que se trata de nuestras riquezas naturales aún dormidas y que mientras permanezcan en tal estado, las dificultades financieras de la Nación seguirán siendo cultivo para que “continúe el paternalismo” y se mantenga el oprobioso centralismo con lineamientos de un control estatal del sistema productivo y con intenciones de limitar los alcances de las muy reclamadas y ya aprobadas autonomías regionales en mitad del país, de acuerdo a otras versiones.
No ha sido sorpresa para nadie, saber que las mayores reservas de litio en el mundo están en Bolivia, más del 50 por ciento de todos los registros que se ubican diseminados en otros países incluyendo Chile, pero lo que sí provocó una serie de reacciones es que “repentinamente” se reabrió el polémico asunto de explotar las salmueras en los salares de Uyuni, Potosí y Coipasa en Oruro, después de la amarga experiencia de años atrás, cuando problemas intestinos y de interés político postergaron la explotación del Litio boliviano.
La acción empresarial de potentados capitalistas en minería como la japonesa Sumitomo que compró todas las acciones de la Mina San Cristóbal en Potosí y que actualmente espera un “empujón” oficial para recuperar impuestos y compensar su pérdida mensual de 10 millones de dólares, ha servido para abrir los ojos de la curiosidad oficial hacia la intención de los nipones para ampliar sus operaciones hacia el Salar de Uyuni, con un proyecto gigante dirigido a la industrialización del litio para fabricar una variedad de pilas y baterias para dar el gran salto de sustituir en la industria automotriz, los carburantes.
Pero no es sólo el litio de occidente que está en espera, hay otra riqueza potencialmente grande en el otro extremo del país, en el oriente, es el Mutún que tampoco puede explotarse debido a problemas “jurisdiccionales” que no pueden solucionar las autoridades para cumplir con el convenio con la empresa Jindal Steel que – pacientemente – espera decisiones gubernamentales para sanear el problema de tierras en esa región y un problema de abastecimiento de gas para encarar otro gigante emprendimiento minero.
Como se puede observar, son dos proyectos gigantes que al ser encaminados en su fase operativa, se convertirán en fuentes generadoras de recursos que pueden cambiar la historia del país. No es una exageración, los volúmenes de las reservas en ambos casos, señalan millones de toneladas de litio y de hierro. Faltan detalles, entre estos los de orden jurídico y aparejados los que conllevan responsabilidad en el cumplimiento de convenios, la apertura y respeto a las inversiones y por supuesto, la necesidad de garantizar miles de empleos que minimizarán las dificultades por las que atraviesa nuestro gobierno.
No se deben poner en riesgo las opciones para encarar responsablemente estos dos proyectos. El Gobierno tiene que definir estrategias particularizadas para cada caso, asegurando el éxito de los dos gigantes proyectos mineros.
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