Entendidos en los procesos cíclicos por los que atraviesa la minería reconocen que la crisis actual, porque ya es una crisis, traerá una serie de problemas, de grandes proporciones si no se adoptan políticas emergentes para paliar el desfase que significa por ejemplo la disminución de las regalías mineras y por otro lado la resta de los ingresos que sirven para sostener las empresas.
Aunque no se requiere reconocer el impacto que causa la variante negativa de los precios internacionales el mayor impacto golpea a las empresas del Estado y una en particular, la de Huanuni con una planilla millonaria para el pago a casi cinco mil trabajadores, los otros sectores que sienten la caída de precios son la minería mediana en un extremo y en el otro la minería chica, carente de fondos o subsidios de emergencia. Dicen que las cooperativas se las arreglan como pueden, pues sus límites en materia de costos son más flexibles.
En todo caso hay que convenir en que lo que está sucediendo tiene aparejada algunas condiciones propias de la abierta y despiadada competencia que se produce entre las grandes industrias del Asia, los países europeos y los de Norteamérica que impulsan sus sistemas productivos hacia límites de exceso o a la inversa los restringen hasta equilibrar las condiciones que sean más favorables a sus intereses, sin tomar en cuenta el factor intermediario que se da por ejemplo con los proveedores de commodities, como el caso nuestro que al menor vaivén de precios, debemos aplicar remedios urgentes.
Las cifras que maneja el economista Rolando Jordán son demostrativas de la crisis de los "precios de minerales, que realmente están en caída libre". En julio del año en curso los precios de las materias primas que Bolivia exporta bajaron en 3,12 % respecto al mes anterior que fue el quinto con un registro consecutivo de bajas.
Es interesante el análisis sobre el comportamiento de los precios de minerales que nuestro país exporta desde 2009 (como año de referencia) a través del Índice de Precios de Minerales y Metales y en relación directa con las cotizaciones que registra el London Metal Exchange (LME). La referencia señala que los minerales fueron los primeros en subir de precios desde enero del 2003, luego de la inflexión de la tendencia de precios de la baja hacia el alza; asimismo fueron los primeros en el cambio contrario del alza a la baja en abril del 2011, desde entonces y hasta el presente los precios de los minerales bajaron lenta, pero sostenidamente.
Más cifras sobre el proceso del descenso de precios muestra una acumulación en 27 meses entre mayo 2011 a julio 2013 de un 39,3 %. Esa referencia es muy clara e inobjetablemente preocupante, para los expertos, pero tal parece que no llama la atención a quienes están encargados de buscar un balance entre las cifras que bajan, los costos de producción que necesariamente suben y las expectativas de mantener condiciones favorables de producción.
En varios distritos de la minería nacional se confrontan problemas, hay una baja en las regalías mineras, los distritos recibirán menos ingresos y varios planes deberán postergarse. Paralelamente en algunos sectores se paralizarán los proyectos de prospección y exploración, aunque se mencione que el Estado dispondrá de algunos fondos para cumplir esa alternativa de habilitar nuevos yacimientos y crear más fuentes de empleo que multipliquen los beneficios que regularmente proporciona la producción minera.
La realidad nos muestra que urge la aplicación de medidas especiales, las mismas que deberían darse a través de normativas muy específicas cuando las condiciones negativas, como una continua baja de precios, obligue a disponer de alternativas coyunturales que no son otras que el refuerzo financiero para que el sistema productivo minero no colapse.
Todos están a la espera de la Ley Minera, confiados o esperanzados en que ese conjunto de disposiciones sirva para definir las nuevas estrategias que la minería necesita para consolidarse como el factor de apoyo más importante a la generación de divisas y la creación de más riqueza en el país, después o al mismo nivel de los hidrocarburos y especialmente el gas.
El gran riesgo es que si no se aplican las medidas estructurales en cuanto al funcionamiento de la minería, seguiremos en un largo proceso de espera pero disminuyendo en ese periodo las posibilidades de levantar al sector bajo algunas opciones que sean producto más que todo de la capacidad y la solvencia de profesionales que están a la cabeza de las entidades que tienen que ver directamente con la minería.
Por lo que se conoce, hay intención de aplicar ciertos cambios especiales en el manejo administrativo de la Comibol, pero lo que se necesita es pasar de la intencionalidad a la práctica de un esquema en el que no se diversifiquen más las características de mando, sino más bien se concentren en divisiones específicas que pongan en marcha todos los proyectos de la minería y la metalurgia en nuestro país.
Se dice que la necesidad aguza el ingenio y que frente a los problemas se crean condiciones favorables para enfrentar los riesgos. Esto debería motivar a nuestras autoridades de minería a plantear de una vez un programa que responda a la expectativa que se arrastra por muchos años y que tiene que ver con una total reactivación de la minería nacional.
Debemos estar convencidos que los excelentes precios de nuestras materias primas están en declive y que la manera de contrarrestar ese factor adverso es produciendo más, pero con apoyo sostenido, financiero y técnico a través de inversiones nacionales o extranjeras y las que estime conveniente el Estado para fortalecer la estrategia de consolidar una minería fuerte añadiendo el valor agregado que otorga la metalurgia y la siderurgia.
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