En realidad la buena intención de algunas autoridades de la minería nacional nos lleva erróneamente a mencionar el avance de algunos proyectos hacia la industrialización del sector, tomando como base para semejante avance las mejoras que se implementan aún, en el Complejo Metalúrgico de Vinto (CMV) en Oruro o la lenta rehabilitación de la Empresa Metalúrgica de Karachipampa (EMK) en Potosí.
En realidad lo que hemos avanzado en esa materia es la transformación de nuestros concentrados de minerales en metales, como los lingotes de estaño de alta pureza que produce el CMV y los que saldrán de plomo y plata de la EMK, también con pureza de 99,96 %, calidad exigida y en el caso del estaño reconocida internacionalmente con el sello de ENAF, la Empresa Nacional de Fundiciones, la primera estatal del país.
Según un trabajo del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (Cedla), referido al proceso de la industrialización minera en Bolivia, se establece que en un periodo de cuatro años (2008 – 2012), "la incipiente situación en ese rubro no cambió sustancialmente".
Las referencias que se tienen en niveles de los organismos mineros del país, llámense Ministerio de Minería y Metalurgia (MMM), o la Corporación Minera de Bolivia (Comibol) da cuenta de sólo buenas intenciones para pasar a la verdadera industrialización de nuestra minería.
INDUSTRIA - INDUSTRIALIZADORA
Profesionales del rubro, coinciden en señalar que lo necesariamente práctico en este rubro sería aprovechar nuestros metales, es decir nuestra materia prima inicialmente transformada en metales, como -valga la redundancia – materia prima para alimentar otras industrias, en una cadena productiva que nos permita surtirnos de materiales elementales que ahora los importamos, incluso de países vecinos, caso de Brasil, Chile, Perú o Argentina.
Según Cedla, la industrialización de la producción minera es básica y alcanza solo a la metalurgia, transformando los minerales en metales, pero lo que falta es estructurar "una gran industria productora de máquinas, que fabriquen otras máquinas", eso es lo que no existe en el país.
Hay que entender que ingresar en ese rubro de verdadera industrialización significará la creación de miles de empleos, parte fundamental para cambiar la situación económica de la mayor cantidad del material humano nacional, una gran parte, en la actualidad formando parte de la actividad informal, totalmente improductiva, evasora de impuestos y que se sostiene en la escala simple de "mera sobrevivencia".
PROYECTOS EN PROYECTO
Dadas las condiciones en que se desarrollan algunos proyectos, un analista haciendo alusión al caso los calificó como "en proyecto", es decir que se plantean como interesantes prospectos y resulta que por diferentes situaciones no se concretan objetivamente y demoran excesivo tiempo en su cristalización, tanto así que en algunos casos equipos adquiridos en un tiempo, resultan obsoletos cuando tienen que ser utilizados.
El caso Karachipampa es una muestra clara de esa apreciación, pues luego de más de tres décadas de espera, cuando comenzó a funcionar el 2013 lo hizo con problemas en su planta generadora, se inutilizó el horno Kivcet y tuvo que ser reparado a un alto costo, para producir las muestras de lingotes de plomo y plata que fueron "carta de promoción", pero todavía sin asegurar su producción.
Casi a fines del 2010 se lanzó la licitación para la construcción de dos plantas de zinc, una en Oruro y la otra en Potosí, disponiéndose de 250 millones de dólares cada una, una inversión de medio millón de dólares, para que las empresas oferentes presenten sus propuestas para ejecutar el proyecto en la modalidad "llave en mano". Al momento no hay llave que abra el proyecto.
El macroproyecto del hierro con un fabuloso yacimiento en el Mutún no prosperó porque no se definió la estrategia de dotar una cantidad adecuada de gas a la Jindal para encarar la construcción de una siderúrgica en la que se transforme nuestro hierro en acero. Pasa el tiempo y esa operación no marcha.
Pero…en ciertos niveles se habla y profusamente de "impulsar la industrialización minera", sin reconocer que en proyectos sencillos como el de Corocoro por ejemplo, no hay avance productivo al descubrirse que la planta tiene errores de diseño y problemas ambientales. Inversión se hizo, se avanzó muy poco y ahora no pasa nada. Casi lo mismo en Machacamarca que por falta de financiamiento no completa su habilitación, en tanto que la mina de Capurata productora de azufre, debería proveer materia prima a la planta de Eucaliptos, pero no sucede tal cosa porque la producción de ácido sulfúrico se hace con materia prima importada y se determina que Capurata no tiene planos de construcción ni proyecto a diseño final.
Lo que está claro en el caso del Complejo Metalúrgico de Vinto, es que el horno Ausmelt, fue "presentado" con motivo del aniversario de Oruro, pero todavía no está en producción, por lo mismo no se puede asegurar la eficacia de su rendimiento, que por los datos preliminares necesitará una provisión permanente de concentrados que deben proveer las minas estatales y las cooperativas, además de la minería privada, es decir toda la producción de estaño para "saciar el apetito" del Ausmelt…pero, el retrasado proyecto se sigue haciendo esperar. Según la alusión de Cedla en su informe, no se dice nada concreto de funcionamiento de la fundición de antimonio, "de cuya existencia se dieron cuenta después de dos años".
Referencias más, referencias menos…esa es la situación del proceso primario de industrialización de la minería boliviana, sin contar el megaproyecto de los evaporíticos del salar, de los cuales se hacen interesantes referencias, pero tampoco se alcanzó los grados de optimización industrial.
El ciclo de los buenos precios, definitivamente entró en su fase de bajada y si bien es posible que algunos mantengan cierto nivel aceptable para operaciones menores, lo evidente es que nuestra minería necesita de cambios estructurales para alcanzar recuperación y dar pasos seguros hacia su transformación, mientras tanto se tomen esas decisiones, hay muchos proyectos de buenas intenciones, pero que lamentablemente no entran en el rango de producción efectiva.
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