domingo, 25 de noviembre de 2012

EXPLOTACIóN MINERA Negocios en el Potosí del S. XVI

Época colonial. La minería del Cerro Rico y Porco exigía servicios especializados. Ya se hacían remates o licitaciones para el afilado de barretas o bien para el transporte de azogue o mercurio.

El inicio de actividades de explotación del Cerro Rico en 1545 trajo consigo nuevas necesidades que significaron oportunidades de negocios, ya que además de mano de obra para el trabajo en las minas se necesitaba alimentos, herramientas y servicios.

Como se puede apreciar en documentos del Archivo Histórico de la Casa Nacional de Moneda de Potosí, los funcionarios de la corona contrataban lo que se requería a través de los “remates”, que eran procesos similares a las actuales licitaciones.

El remate comenzaba en las calles cuando un pregonero anunciaba lo que se demandaba; los interesados presentaban sus ofertas, las cuales, una vez cumplido el plazo, se revisaban y evaluaban.

La elección no sólo se realizaba en función del precio, sino también de la solvencia de los ofertantes.

EL AFILADO DE LAS BARRETAS

La labor en las minas se realizaba empleando barretas o barrenos que se utilizan para perforar la roca en las minas. Para afilar las puntas de dichas herramientas, las autoridades procedían a contratar a una persona o a una compañía.

En marzo de 1564 se eligió a Juanes de Goycovria, en cuyo taller de fragua debían afilarse 1.750 puntas. En el contrato se especificaba que el precio sería de 1,5 tomines de plata corriente por cada punta, lo cual daba un total de 328 pesos y un tomín (ocho tomines hacían un peso de plata).

Asimismo, se estableció que en cada punta debían utilizarse 1,5 onzas de acero, por lo que el total era de 2.625 onzas. El acero empleado sería repuesto cuando terminara el proceso de afilado. El trabajo comenzó el 1 de marzo de 1564 y duró hasta el 9 de enero de 1565. El pago por el servicio se hizo efectivo el 31 de marzo de 1565; además, el dueño del taller recibió 26 pesos y dos tomines adicionales, por la fabricación de 15 barretas; en total cobró 354 pesos y tres tomines de plata. Si bien el afilado de las puntas demandó muchos meses de trabajo, es seguro que en el taller de fragua se tenían otros trabajos paralelos que representaban ingresos adicionales.

DESAGUADO DE MINAS

Como ocurre hasta el día de hoy, las minas sufren inundaciones que imposibilitan su explotación. En el siglo XVI, en Potosí operaban compañías y personas calificadas para desaguar las minas inundadas. Una de ellas era Hernán Martínez, quien había desaguado las minas de Porco.

Martínez, el 4 de enero de 1572, procedió a redactar una carta poder en la cual autorizaba a su socio Pedro Moreno, con quien estableció una compañía, a dirigirse al Virrey Francisco de Toledo y ofrecerle sus servicios.

En la carta poder, Martínez manifestó la intención de servir a su Majestad con todo su “yngenio, y abilidad y industria (sic)” para desaguar las minas inundadas del Cerro Rico. En caso de ser aceptada la propuesta, Martínez y Moreno proponían no sólo hacerse cargo de la rehabilitación de las minas, sino también de las labores de carpintería para la construcción de ingenios.

La propuesta se hizo cuando todavía no se estaba empleando el método de amalgamación con mercurio o azogue. El proceso de purificación por amalgamación con mercurio fue introducido en la Villa Imperial por el Virrey Toledo el año 1573. A través de éste, se podía purificar minerales de baja ley que se venían acumulando desde el año 1545, los cuales no podían beneficiarse con la tecnología indígena de los hornos denominados huayras, que en los primeros años sirvieron para purificar los minerales superficiales del Cerro Rico y del yacimiento de Porco.

El método de amalgamación había sido introducido en primer lugar en el Virreinato de Nueva España, cuya capital era la actual ciudad de México. Martínez afirmó no sólo conocer muy bien el nuevo método, pues había adquirido experiencia en México, sino también que era el único maestro en el territorio de Charcas capaz de organizar el proceso de amalgamación en ingenios.

El proceso de purificación con azogue o mercurio requería que el mineral estuviera triturado, por lo cual los ingenios resultaban primordiales.

Los ingenios disponían de instalaciones para el lavado, el cernido de mineral molido, así como para la amalgamación y la fundición o “quemado”.

En su libro Caciques, yanaconas y extravagantes (2005), la historiadora Laura Escobari de Querejazu afirma que en el interior de cada uno de éstos, en los primeros años después de la introducción del proceso, trabajaban alrededor de 50 mitayos.

Asimismo, Peter Bakewell, autor de Mineros de la montaña roja (1983), señala que unos 30 años después de introducido el método, en 1603, en Potosí existían 72 ingenios en los cuales trabajaban aproximadamente 5.220 indígenas, muchos de los cuales poseían un conocimiento especializado que les permitía negociar su paga.

Los ingenios necesitaban un constante suministro de agua, pues los molinos eran activados por energía hidráulica; además el líquido se empleaba para lavar el mineral triturado.

Por ello, el Virrey Toledo, no sólo se ocupó de ordenar la construcción de las lagunas que almacenaban el agua en tiempo de lluvias, sino también de encargar la construcción de un río artificial denominado La Ribera, a cuyas orillas se habían erigido los distintos ingenios.

Con la introducción del método de purificación de mineral denominado amalgamación, surgió la necesidad de un nuevo servicio, como era el transporte de azogue o mercurio.

TRANSPORTE DE AZOGUE

Meses después de la introducción del nuevo método de beneficio de minerales, el año 1574 debía transportarse del Puerto de Arica a la ciudad de Potosí un volumen de 10 mil quintales de azogue.

El proceso de remate concluyó el 23 de marzo de 1574, cuando los oficiales eligieron a Francisco de Guzmán, quien afirmó contar para el transporte con 1.000 llamas, animales conocidos en aquella época como “carneros de la tierra”.

El contrato decía que no se le entregaría “plata [alguna] de su majestad” hasta que el azogue estuviera en Potosí. Asimismo, se advertía que bajo ninguna circunstancia Guzmán podía vender el azogue a particulares por su cuenta; sin embargo, era posible que existieran mermas, las cuales no debían superar los diez quintales que representaban un 0,1 por ciento del volumen total de la carga.

La paga que Guzmán recibiría por el transporte de azogue se definió a razón de 4,5 pesos de plata ensayada y marcada por quintal. Como se transportarían 10 mil quintales, la paga ascendía a 45 mil pesos. El valor de los 10 mil quintales era de 840 mil pesos, lo que significa que Guzmán recibiría una paga equivalente al 5,35 por ciento del valor de la carga. Este monto superaba ampliamente el que percibía la máxima autoridad política de la región, que posibilitaba que la explotación de las minas fuera más eficiente, pero ello sólo en la fase de extracción y beneficio de mineral, no así en su transformación.

Es decir, ya en aquellos días, como ocurre hasta el día de hoy, se contaba con la última tecnología para extraer el mineral y se descuidaba la fase de industrialización o transformación en la región.

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