Pese a las adversas condiciones actuales de la minería en general, al margen de temporales periodos de precios altos y otros con bajones de cotizaciones que se recuperan lentamente, en el país no se pierde la esperanza de alcanzar objetivos concretos para mejorar la producción minera y llegar a la fase de su industrialización, lo que significará añadir valor agregado a esa materia prima a tiempo de su exportación, elevando su precio y la obtención de mayor beneficio en el orden económico nacional.
La crisis que soportó el país luego del derrumbe de precios de los minerales y la relocalización de miles de trabajadores del subsuelo en 1985 ocasionó además el colapso de la estatal Corporación Minera de Bolivia (Comibol) que hasta entonces significaba uno de los bastiones de la minería estatizada y que anticipaba mega proyectos que ni siquiera comenzaron.
Esa experiencia, que debió servir para no crear falsas expectativas, no fue asimilada en toda su magnitud de ahí que todavía en el presente y cuando hay ciclos de precios altos en las pizarras de los países industrializados, aquí la política minera sigue invariable, es decir sin medidas de previsión que eviten grandes riesgos a los mineros medianos y chicos del sector privado o a las empresas del Estado que son las más afectadas con los bajones de precios si los mismos caen por debajo de la línea de equilibrio en costos de producción.
Ese proyecto de industrializar nuestros minerales, empezando por el estaño, dio su primer paso el año 1966 con la construcción de la Empresa Nacional de Fundiciones (Enaf) que entró en operaciones recién en 1971, significando ese hecho el avance hacia la industrialización de nuestra principal materia prima minera como era el estaño.
Lamentablemente en los años siguientes otro emprendimiento que se pensaba resultaría complementario al anterior y con perspectivas de tratar los otros minerales de la producción nacional, resultó un fiasco, pues hasta el presente no comienza su producción y sigue siendo el elefante blanco de la gran minería y metalurgia del país, Karachipampa.
Mencionamos el caso de los ciclos de producción y precios y llegamos a la situación reciente con grandes sacudones en la economía mundial, con serios problemas en la economía de los países más poderosos y con una "reacción volcánica", como la denominaron algunos expertos, en los países asiáticos que irrumpen con sus procesos industriales y reactivan el comercio externo de la provisión de materias primas, como las nuestras, y mejor aún si las mismas fuesen ya parte primaria industrializada de materiales diversos.
Bajo esas condiciones elementales del proceso industrial en los países asiáticos y la competencia que enfrentan EE-UU. Y Europa, hay la esperanza de que las materias primas que producen los países en crecimiento (como el nuestro) sigan siendo requeridos en esos grandes mercados, pero la paradoja es que en el caso nuestro tenemos las riquezas naturales, pero todavía no podemos entrar a la fase de su industrialización. El desafió del presente debe ser el salto cualitativo hacia la fundición de nuestros minerales, por supuesto disponiendo de reglas claras para incentivar inversiones y producción en el marco de un nuevo Código Minero.
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