Empolvado de espiritu señorial, desprendido de su casco y botas, Eustaquio Coca toma el sol recostado sobre una ladera del inagotable Cerro Rico de Potosí. Miles de días con cientos de hombres, han escenificado la misma imágen a 4.227 metros sobre el nivel del mar, desde que en 1545 el indígena Diego Hualpa, según la leyenda, descubriera la primera veta de plata a la luz de una fogata. El viento carga un silencio violento. El turno de cinco horas se termina y merece un festejo. Eustaquio, originario de Uncía, se muestra contento. Es un minero curtido con 10 años de experiencia. A diferencia de sus compañeros, en marcha ruidosa; no fuma, no bebe, ni siente desconfianza por los visitantes.
-¿Y qué hace por acá un par de turistas como ustedes?- pregunta sin perder la sonrisa.
Ivon, su hija, fue quién nos llevó hasta la “mina morena”. Ubicada apenas por encima del campamento Pailaviri, uno de los más antiguos de la Villa Imperial. Conforma uno de los cientos de bocaminas que perforan su cerro. La joven adolescente parece haber heredado el buen humor de su padre. Su trabajo es ser una guía turística. Como ha vivido casi la mitad de su vida en este lugar, conoce de memoria los alrededores. Por un módico precio que depende de nuestra voluntad, está dispuesta en acompañarnos a la profundidad de esa boca abierta que espera para devorarnos.
Migración y trabajo El auge internacional de precios es una historia de altibajos. Comienza en 2003, sube vertiginosamente y se corta en 2008. Luego regresa en 2010. En 2006 existían alrededor de 300 cooperativas mineras a nivel nacional; para 2011 esa cantidad sube a 1.300. En las laderas peladas de Potosí, donde viven Eustaquio y su familia, las cooperativas afiliadas a la Federación Departamental de Cooperativas Mineras (Fedecomin) de Potosí, han incrementado de 40 a 60 durante el mismo periodo.
Por donde quiera que se mira se encuentran obreros cubiertos por un overol gris metálico que los arropa. Por donde quiera que se escucha se siente el crujir de una roca. El fenómeno laboral y migratorio queda registrado en un informe de la Cámara Departamental de la Construcción (CDC) de 2007:"Luego de un periodo de adaptación los albañiles nos dejan, y optan por incorporarse a las cooperativas", señala. A nivel nacional, de 58.000 mineros cooperativistas en 2006, sumaron 100.000 en 2011.
Únicamente en el Cerro de Potosí se estima que trabajan alrededor de 15.000. Aunque el término "cooperativista" suena bien, en realidad se tratan de obreros subcontratados por dirigentes de las cooperativas con concesiones para explotar. La mayoría de los mineros de la “morena” no tienen seguro médico y no aspiran a la jubilación. Amalia, quién trabaja como separadora de escombros, pregunta el precio de terrenos en Santa Cruz, y sus ojos oscuros destellan luz cuando escucha que podría adquirirlos en bajas cuotas en zonas populosas. El salario en la mina depende de la cantidad de minerales encontrados. El jornal se estima entre Bs. 80 a Bs. 150. De acuerdo a Miguel Mamani, ejecutivo de la COD, el empleo no es estable. Explica que pese a los años de bonanza, en ninguno de los 20 sindicatos que aglutinan, el número de afiliados no se ha incrementado.
Participación tributaria Pese al fortalecimiento del sector, los aportes impositivos son mínimos, a decir de Vladimir Díaz, técnico del Centro de Documentación e Información de Bolivia (Cedib). En 2011 solo el rubro cooperativista exportó $us. 1.409 millones, y dejó al Estado $us. 43 millones, es decir un 6%. En total, la actividad generó $us. 4.000 millones en exportaciones y dejó un 13% de impuestos. Es decir, $us. 437 millones. Las tres empresas privadas más grandes operan en Potosí. "San Cristóbal", subsidiaria de la japonesa Sumitomo; "Sinchi Wayra", subsidiaria de la suiza Glencore; y "Manquiri", subsidiaria de la estadounidense Coeur d'Alene; juntas representan más de la mitad de las operaciones a nivel nacional. Entre 2006 y 2010 sus aportes no habían superado la barrera del 9% del total exportado. "Es decir, de cada $us. 100 que generan, $us. 9 se quedan en Bolivia", explica el experto.
Por su parte, el secretario de minería de la Gobernación, Arnuldo Gutiérrez, explica que el año pasado recibieron $us. 130 millones por concepto de regalías, y son responsables de más del 70% de la producción. En cuanto a participación, el 60% de las operaciones se generan por transnacionales, el 30% por cooperativas y un 10% por Comibol.
Tipos de aportes Son tres impuestos que deben pagar: regalía minera, valor bruto de la producción, e impuestos a utilidades de empresas. En 2007 se agrega una alicuota adicional, el canon de arrendamientos, que cobra el 1% al resultado de aportes. Según el técnico del Cebid, la Corporación Minera de Bolivia (Comibol), se ha limitado a "labores administrativas". Aunque representa el 9% de las exportaciones, por sus minas de estaño, el resto de sus operaciones se limitan al arrendamiento de máquinas.
Principales minerales La principal explotadora es San Cristobal; produce el 81% de zinc y el 58% de plata. Antonio Pardo Guevara, dirigente de Fedecomin, asegura que la minería es precaria y no está en condiciones de encarar proyectos de industrialización, como el caso Mallku Khota. Vladimir Díaz, coincide, pero recuerda que la prioridad debiera ser proveer internamente. "No por nada las grandes empresas pertenecen a países con alta demanda", observa. En ese sentido señala que no es necesario abrir nuevas "heridas" a la tierra, basta con incrementar las tasas impostivas actuales. Desde 2010 se debate un nuevo código minero que viene siendo postergado por falta de consenso.
Pasivos ambientales
La actividad minera ha registrado efectos adversos. Tales como la contaminación en la cuenca del lago Poopó, y también del río Pilcomayo cuyas aguas bajan con sedimentos.
Del mismo modo, el presidente de empresarios de Potosí, Jaime Uzquiano, señala que a siete minutos del centro histórico, por la zona kantumarku, se han identificado pasivos ambientales. "La minería por sí sola ha demostrado que no puede ayudarnos. Debemos articularla al turismo, sin abandonar al sector agrícola", opina. La Federación está compuesta por 42 sectores, entre ellos 28 ingenios mineros. Empresas que desde la Secretaría de Minería observan también amenazan el medio ambiente.
Turismo minero
El plan de Joshua Duhalde (foto abajo), es el mismo de los más de 30.000 turistas que visitan en promedio el Cerro Rico cada año. "Quiero visitar las minas, ir a la Casa de la Moneda, dar un paseo por la ciudad, e irme a Uyuni", cuenta este ciudadano Belga que visita por segunda vez Potosí. En esta ocasión vino acompañado por sus padres. El paseo por centros mineros es uno de los más populares y al menos 80 empresas de turismo ofrecen este servicio en la ciudad. El visitante lleva semanas aclimatado a la altura. Cuenta que antes estuvo en La Paz, y carga como un tesoro algunas rocas que compró a los pies del socavón.
"No me gusta incomodarlos. Trato de ser más reservada. Sé que cuando quiera puedo salir, pero ellos no", comenta una turista alemana que pide no ser identificada. Ella es una socióloga que ha invertido el ahorro de varios años para hacer un recorrido latinoamericano por algunos meses. Es el sueño de su vida. Después tiene planificado partir al Salar y pasar la frontera rumbo a Chile.
Poca es la reserva que logra tener junto con su grupo. Más aún cuando frente a la Empresa Minera Metalúrgica Potosí S.A., que aglutina a la mayoría de las cooperativas de la zona, se encuentra ubicado un complejo turístico con todas las comodidades.
Europeos o bolivianos, rubios o trigueños, forman parte del séquito diario de curiosos que llegan a conocerlos. Ellos están acostumbrados y parecen encontrarle el lado positivo. Tanto que en uno de los muros puede leerse: "Todo tipo de ayuda tiene que llegar primero aquí. Firma: los mineros. Gracias".
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