Agustín Cárdenas, uno de los ingenieros que fueron tomados como rehenes durante 11 días en Mallku Khota, sostiene que ésta es una tierra “sin ley”, y donde hay comunarios que hacen lo que quieren, como detener cualquier vehículo y azotar a los choferes. Cárdenas tuvo que dormir sobre cueros de oveja y ponerse ropa que no era suya para abrigarse del frío. Antes de ser tomado como rehén, junto a su colega Fernando Fernández, tomaba datos para un plan de gestión ambiental para la minera canadiense.
-¿Cómo pasó todo?
-Cuando terminábamos nuestro trabajo y nos recogíamos, fuimos agredidos de manera brutal con piedras, hasta perder el conocimiento. El ingeniero Fernando Fernández, que vino en mi ayuda, y yo prácticamente bajamos el cerro en estado inconsciente. Fuimos despojados de nuestros tenis, nos quitaron los cinturones, los celulares, las cámaras...
Pero después de eso nos dejaron de agredir debido a las valientes mujeres que viven en ese lugar, quienes gritaron y pidieron que ya no nos maltrataran, porque decían que ellas tenían sus hijos y algún día iban a ser profesionales. Esto es digno de mencionar, y quiero mandar un saludo cariñoso de agradecimiento a todas esas señoras que evitaron que nos maltrataran más.
-¿Qué comían durante el cautiverio que sufrieron?
-Un arrocito con una papa o un fideo con un chuño. Eventualmente sopita, por ahí hervida, y algún mate que conseguían de la zona. Como estábamos secuestrados, fuera de Mallku Khota, prácticamente nuestros guardias nos conseguían la comida de algunas estancias vecinas.
-¿Dónde dormían?
-El primer día nos tuvieron en unas celdas de cemento, donde me imagino que también estuvieron los otros policías que fueron secuestrados. Posteriormente nos permitieron dormir un par de noches en la comunidad. Los días siguientes nos llevaron a un claustro, inicialmente hacia Kalachaca y al otro día más allá, hacia el sector de Cari Cari, donde había una especie de canchones para guardar ovejas y una especie de chocita para víveres y demás.
-¿Cómo sobrellevó el clima?
-Hacía bastante frío. Lo que optamos, ya que estábamos rodeados de custodios y fuera de la comunidad, fue ponernos toda la ropa que encontramos en esa casuchita, sin ser nuestra.
-¿Qué dice por la aplicación de la justicia comunitaria y el pedido de hacer 1.000 adobes?
-Fuimos sorprendidos por esto de la justicia comunitaria. La Constitución en el artículo 15, del capítulo segundo, en sus parágrafos 1, 2, 3 y 4, indica claramente que tenemos libertad de transitabilidad, que no nos pueden humillar, vejar, retener ni secuestrar. Entonces es una clara muestra de violación a nuestra Constitución.
Ellos decían y justificaron que las faltas que cometimos eran vestir un saquito y un gorro indígena, e hicieron referencia al artículo 30 de la Constitución, que dice que deben ser “valorados, respetados y promocionados” sus saberes, conocimientos tradicionales, su medicina tradicional, sus rituales, sus símbolos y sus vestimentas. Evidentemente era cierto, pero nosotros al ponernos el saco no lo hemos ensuciado, vejado, ni manchado con sangre, no hemos hecho daño a nadie en absoluto. Al contrario, fuimos brutalmente golpeados.
-¿Por qué ponerse las prendas?
-Por precaución. Podríamos haber ido así como estábamos, con ropa casual; pero pensamos que si nos poníamos esas prendas íbamos a pasar como cualquier otro campesino. Ése fue nuestro “error”, que ellos lo tomaron como una afrenta.
Si fuera afrenta, tendríamos que ajusticiar a miles de bolivianos y extranjeros. Yo tengo mis hijos que bailan tinku con ese tipo de indumentaria y tengo amigos que vienen del exterior a quienes les obsequio alguna vez nuestros trajes típicos.
-¿Tuvieron esa precaución debido a que hay hostilidad?
-Lo que pasa es que Mallku Khota es una tierra sin ley, es una tierra sin normas, sin principios, sin respeto. Ellos prácticamente detienen la camioneta que les da la gana. Paran, vejan a los choferes, los azotan y a los empleados de la compañía (pensábamos que) iban a hacer lo mismo. Por esa razón nos pusimos (esa vestimenta), para disimular, por un rato, porque no estuvimos tampoco muchos minutos. Hicimos nuestras fotos y ya nos retirábamos.
No hemos hecho daño alguno al estar usando (la ropa) y al hacer fotos. No hemos maltratado ni física ni emocionalmente a nadie. Sin embargo, hemos sido sometidos a una justicia comunitaria totalmente injusta, en la que ellos presentaron testigos que mintieron, indicando que nosotros los atropellamos con piedras. Totalmente falso, ya que cuando retornábamos lo hacíamos con nuestra cámara, nuestra largavista, con handdie. Teníamos nuestras manos ocupadas.
A nosotros nos hicieron jurar, “decir nada más que la verdad” sobre un cubículo de sal. Pero cuando tenían que hacer jurar a los testigos de ellos, no quisieron y no juraron porque, claro, estaban contrariamente al ama qhilla, ama llulla, ama suwa (no seas flojo, no seas mentiroso ni seas ladrón). Estaban mintiendo y por eso no los dejaron jurar.
-¿Cumplirá la pena que le dieron en la justicia comunitaria?
-Vamos a revisar esta situación con nuestros abogados y ver si realmente corresponde que hagamos algo. Pero no tengo problema, finalmente puedo cumplir las disposiciones emanadas de las autoridades indígenas, pero me gustaría que la justicia sea equitativa. ¿Cuál será la justicia comunitaria para quienes atentaron contra nuestras vidas?
-¿Va a tomar acciones legales?
-En este momento, lo primero que quiero es recuperarme física y emocionalmente, y después veremos si es procedente o no tomar acciones que por derecho nos corresponden.
Origen Nació el 5 de mayo del 60 en Oruro.
Formación Se graduó en ingeniería en Oruro y se especializó en ingeniería ambiental en Inglaterra.
Trayectoria Trabajó en Inti Raymi, San Cristóbal, y en el exterior en Chile, EEUU e Italia, entre otros países.
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