Parecería que no se aprende de experiencias pasadas y se repiten los mismos errores, pese a las consecuencias negativas que se arrastran y que dejan una profunda huella en el recorrido socio económico de una actividad que en buenos tiempos genera interesantes beneficios, pero en otros si no se han adoptado previsiones, obliga a drásticas medidas para controlar sus efectos.
Los ciclos de precios son absolutamente variables, pueden ser cortos, de mediano plazo y en ocasiones, como la última que hemos registrado, de largo tiempo como para dar la alternativa suficiente de implementar programas de soporte para enfrentar los malos tiempos.
Ya en el segundo semestre de la gestión pasada se percibía las variantes en los precios fijados por los compradores de materias primas debido a la serie de problemas que alteraron los sistemas productivos de Estados Unidos y Europa donde la crisis financiera obligó a frenar sus inversiones y su producción. El hecho tuvo un rebote en la economía asiática, pues según los expertos es muy difícil evitar la resonancia de los problemas que afectan propiamente la economía mundial.
Nuestro país, dependiente absoluto de los precios de importación de materias primas que establecen los compradores mayoristas, sufre de manera directa el impacto del vaivén de precios en las pizarras de los mercados externos y debe atenerse a las situaciones emergentes de tal situación por el tiempo que dure.
En agosto del 2011 se percibió la declinación de los precios debido a las marcadas fluctuaciones que registraban los mercados externos y fue cuando se recordó -una vez más- la necesidad de adoptar medidas de previsión para soportar la crisis que se avizoraba y que no fue tomada en cuenta en su justa proporción por las autoridades de área para emprender, quién sabe todavía a tiempo, un programa de emergencia pero concebido en función de apoyar todo el sistema productivo minero nacional y no sólo subsectores.
Para los conocedores de la materia lo que se presentaba en la segunda parte del año pasado podía tener efectos moderados, pero también una brusca caída con resultados inesperados particularmente en el manejo de ciertos minerales que dependen de la mayor o menor demanda internacional. La crisis externa fue reconocida en nuestro país asumiéndose que la delicada situación podría tener un efecto prolongado que obligaba a tomar previsiones.
¿Cuáles fueron las previsiones? En el orden específico de la minería las cosas se dejaron simplemente al azar, pues no se determinó ni siquiera un programa de contingencia, excepto la determinación política de favorecer con un fondo de apoyo al sector de las cooperativas mineras que resultaron las beneficiarias de la crisis de los precios de minerales.
Se recuerda que entre los años del 2006 al 2008 los precios pasaron por un auge que permitió buenos ingresos a los productores mineros, aunque en varios meses (2008) se registró una caída en el precio del zinc que registró una abrupta baja de más del 100 %. El estaño también disminuyó su valor de venta, aunque más adelante entre el 2009 y el pasado año, esos minerales y otros repuntaron marcando récords, que tampoco motivaron el interés de poner en marcha un "programa de previsión".
En nivel ministerial se habló de un contraste en los precios, señalándose que mientras algunos minerales registraban bajas, el oro repuntaba, es cierto, pero el hecho es que la producción del metal precioso hace mucho que declinó en el país,
Un reciente informe del Ministerio de Minería reconoce el fenómeno de la baja en los precios de minerales que exporta nuestro país añadiendo que el proceso se registra desde finales del 2010 debido a la crisis de EE.UU. y Europa, lo que con seguridad se extendería inclusive a la gestión recientemente iniciada.
Hay una tendencia a la baja en los precios de minerales y ese proceso puede continuar en la medida que la situación financiera de las potencias persista y no cambien sus políticas restrictivas mientras en el caso nuestro, país productor de materias primas, no se han tomado recaudos para aprovechar el tiempo de auge creando un fondo que nos permita retener en función de ahorro un porcentaje definido para periodos de emergencia como los que se vislumbran en el futuro nacional.
Aún se insiste en que los precios pueden repuntar, se repite que el oro está en auge, pero por lo que se sabe no hay ningún emprendimiento aurífero que nos haga pensar en un sostenimiento de la minería explotando el metal dorado, que ahora se rescata de cooperativistas que trabajan en pequeña escala y cuyo destino son las bóvedas del BCB.
Nunca es tarde para enmendar errores, reconociendo quizás que la falta de políticas productivas para la minería han impedido que se adopten medidas oportunas para establecer condiciones favorables y prevenir al sector en los periodos de crisis, lo que aún tendría efecto si se disponen medidas de coyuntura acudiendo a las macro reservas del Estado para fortalecer al sector minero en periodos álgidos, sabiendo que el ciclo minero permitirá en un próximo periodo recuperar inversiones, más las utilidades.
No se puede evitar el cumplimiento cíclico que vive la minería, sabiendo que la lógica establece que "todo lo que sube, debe bajar". El precio de los minerales no puede estar exento de esa ley… Sabiendo lo que pasa preocupa que no se apliquen medidas de resguardo para cuidar nuestra minería.
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