El precio de la onza troy (OT = 31,1 gramos) de plata fluctuaba sin mayores sobresaltos hasta 1972 en que alcanzó $us. 1,63 (recién en 1962 había superado la barrera del dólar con $us. 1,26). Desde aproximadamente 500 años antes de Cristo, cuando los griegos empezaron a fabricar monedas hasta aproximadamente el año 1800, la relación de precios oro/plata promedió aproximadamente 16 a 1. Durante el siglo XIX la relación fue arreglada por la ley en Estados Unidos y Europa en 15,5/1. Esta proporción probablemente guarda relación con el estimado de geólogos de que aproximadamente existe 17 veces más de plata que de oro en el planeta. Sin embargo en varias oportunidades durante el siglo XX la relación alcanzó un elevado 90/1, en la primera década de este siglo la relación fue 62/1 y el año 1980 sólo 29/1 por lo explicado luego.
En 1973 Nelson Bunker Hunt y Herbert Hunt, los hijos del billonario petrolero texano Haroldson Lafayette Hunt Jr. (entonces una de las primeras fortunas de Estados Unidos), decidieron comprar metales preciosos como una cobertura contra la inflación, pues temían que su patrimonio podía ser devaluado por una excesiva impresión de dinero y querían proteger la inmensa herencia recibida de su padre. Debido a que en 1933 el presidente Roosevelt dispuso que los ciudadanos norteamericanos no podían acumular oro físico, los Hunt eligieron invertir fuertemente en plata. Ello explica la subida del precio de la plata de $us. 1,63/OT en 1972 a $us. 2,36 en 1973 y que continuara subiendo hasta $us. 5,42 en 1978. Hasta entonces compraron plata sólo con capital.
En 1979 los dos hermanos junto a un pequeño grupo de inversionistas árabes, formaron un pool de la plata. Como entonces la Reserva Federal empezó a subsidiar los tipos de interés, que con la elevada inflación del momento se convirtieron en tipos de interés negativos, ante semejante oportunidad los Hunt dejaron de comprar plata física con capital y empezaron a utilizar el apalancamiento de 20 veces sobre el capital empleado para comprar plata. En un corto período de tiempo ellos amasaron aproximadamente 200 millones de onzas de plata (más de 130 millones de plata física y más de 50 millones en futuros de plata), el 77% de las reservas mundiales de plata disponibles. A principios de los 80, con el 77% del mercado bajo control de los Hunt y con una legión de especuladores que querían subirse a la última fiebre inversora; se dice que la plata llegó a cotizar hasta 54 dólares la onza.
Obviamente, el fuerte incremento del precio de la plata empezó a llamar la atención de las autoridades reguladoras. Aunque los Hunt siempre afirmaban que su objetivo no era manipular el precio del metal precioso, sino comprar plata y mantenerla como inversión durante muchos años, el caso es que controlando el 77% del mercado en los hechos habían creado un monopolio, donde tenían la capacidad de manipular el precio de la plata simplemente no vendiendo el stock acumulado de más de 200 millones de onzas troy (6.221 toneladas).
Cuando existe un elevado apalancamiento está abierta posibilidad de que el cambio de las reglas de juego o el cambio del ciclo económico conduzcan a la quiebra y que el precio de los activos no cubran las deudas, por lo que la única forma de mantenerse en el juego es consiguiendo que el precio del activo mantenga o incremente su valor, por lo que los Hunt continuaron apostando a que el precio de la plata seguiría subiendo. Habían llegado al punto de no retorno, o subía la plata o quebraban ellos y ellos eran el mercado, eran los compradores y eran los que tenían la plata. Siguieron comprando contratos de futuro sobre la plata. El volumen del mercado de futuros creció tanto, que era imposible que a su vencimiento se pudiera cumplir con la obligación de entregar semejantes cantidades de plata y este mercado corría el riesgo de entrar en bancarrota.
El Gobierno norteamericano se encontró entonces entre la espada y la pared. O salvaba a los hermanos Hunt o rescataba a los bancos de Wall Street y al mercado de futuros. Llegados a este punto, los Hunt habían comprado más plata de la que existía en el mundo. Para salvar a la banca, simplemente había que cambiar las reglas del juego y hundir a los Hunt. Los reguladores del mercado de futuros se pusieron manos a la obra y tomaron medidas muy eficaces, la principal de ellas fue incrementar la exigencia de colaterales (garantías sobre el apalancamiento) a los inversores que apostaran con futuros a una alza en el precio de la plata, con lo que estrangularon la potencia financiera de los Hunt que de repente vieron cómo se les exigían nuevas garantías para poder mantener sus posiciones en el mercado de futuros y en la práctica significaba que ya no podían seguir comprando más plata. La Reserva Federal les dio la estocada final al incrementar los tipos de interés, lo que significaba que el costo del apalancamiento de los Hunt se incrementaba significativamente e igualmente prohibió que la banca prestara dinero a los inversores especulativos.
La suerte de los Hunt estaba echada. Fijadas estas nuevas reglas de juego, los únicos posibles compradores de plata eran los bancos de Wall Street que tenían posiciones cortas en plata. Los Hunt empezaron a verse obligados a liquidar sus enormes posiciones al precio que querían los bancos, que estaban apostando a una caída del precio de la plata.
El jueves 27 de marzo de 1980, es conocido como el Jueves de la Plata. Ese día el precio de la plata se desplomó un 50%, pasando de $us. 21,62 a $us. 10,80 la onza. Los Hunt estaban hundidos. Tuvieron que declararse en quiebra, fueron procesados y condenados por manipular el precio del mercado. En 1987 sus pasivos ascendían a 2.500 millones de dólares contra unos activos valorados en 1.500 millones de dólares.
En 1979 el precio de la plata alcanzó $us. 10,99/OT, en 1980 subió a $us. 20,97, en 1982 bajó a $us. 7,96, fluctuó por $us. 5 hasta 2003 y comenzó a subir nuevamente desde 2004. El 29 de abril de 2011 alcanzó $us. 48,70/OT.
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