Según los expertos en minería hay condiciones insoslayables que deben cumplirse cuando se trata de emprendimientos mineros, los cuales pasan por una serie de etapas que pueden ser de mediano o largo alcance dependiendo en todo caso de la magnitud del proyecto en función además a la "capacidad" de reservas que posea un determinado yacimiento y la forma en que tenga que encararse su explotación.
Son muy pocos los proyectos mineros que se ejecutan tras un relativo y corto aprestamiento, en realidad se trata casi siempre de actividades sin planificación previa y de "ataque extractivo" de reservas de minerales en parajes de minas agotadas o en otro caso en yacimientos que no han sido geológicamente explorados y prospectados para planificar su desarrollo extractivo y garantizar mínimamente su rendimiento en plazos convenientes de recuperación y utilidad.
Lo que se observa en la minería cooperativista es justamente este tipo de trabajos con simple observación de ojo y sin respaldo profesional, lo que no puede garantizar un futuro de rendimiento prolongado y en la dimensión de un beneficio que satisfaga las expectativas de los trabajadores mineros que asumen compromisos para explotar los recursos no renovables.
Desde hace tiempo atrás la minería está atravesando por una coyuntura de precios que ha permitido alentar proyectos importantes y el sostenimiento de otros que sin alcanzar objetivos de incremento en producción han podido tener utilidades más o menos favorables en función a los excelentes precios del mercado internacional, sin embargo esa circunstancia feliz muestra sus otras consecuencias cuando las presiones de las industrias y los mercados externos obligan a descensos en precios y cantidades de compra de materias primas mineras, como las que exportamos desde Bolivia, sin valor agregado, excepto los lingotes de estaño con sello de la ENAF.
Se da un fenómeno muy interesante y es que nuestra minería fuera de algunos proyectos muy definidos por sus condiciones de inversión y tecnología como el caso de San Cristóbal, San Vicente, San Bartolomé, Manquiri en Potosí o el caso aislado de Inti Raymi en Oruro, el resto está en manos del Estado, caso de Huanuni o en riesgo compartido como Sinchi Wayra y algunos otros distritos de la Comibol y la explotación de minas medianas y chicas en poder de los cooperativistas mineros, dejando una pequeña posibilidad de operación a la minería chica.
De mantenerse un cuadro positivo de cotizaciones mineras, todo el conjunto puede funcionar, así sea cubriendo con esfuerzo los costos de operación, pero si se diera un descenso marcado y prolongado en esos precios internacionales hay que tomar previsiones urgentes para no ser arrastrados por la crisis minera que puede generar el colapso de la mayor cantidad de actividades que no han sido debidamente planificadas y garantizadas en su modo operativo.
Quienes saben de los riesgos mineros, aconsejan que en los niveles de la minería estatal, caso Huanuni y otras minas, la situación de los cooperativistas y en la minería chica, es bueno actuar prudente y objetivamente, inclusive hasta saber cuál será el contexto del desarrollo minero en general bajo las nuevas reglas de juego que se perfilan en la demorada nueva Ley Minera.
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