La Corporación Minera de Bolivia, (Comibol) sin sustitución de su estatus jurídico debe seguir vigente, pero con un cambio efectivo de funciones de modo que todas sus atribuciones futuras estén dirigidas a lograr, después de varias décadas, aquella decantada "reactivación minera" que se planteó después del desastre de la caída en el precio del estaño y el retiro de miles de trabajadores mineros en la década de los 80.
La Comibol se constituyó en los mejores años de su vigencia en la empresa que sostenía la economía nacional, los beneficios de la gran minería sumaron poderosamente en el Erario Nacional, pero por entonces todavía tal influencia era sino insignificante por lo menos mínima para las regiones estrictamente productoras mineras.
Se recuerda que con recursos mineros se impulsó la construcción de una vital carretera que vinculó la zona occidental y de los valles con el oriente boliviano, permitiendo a partir de esa millonaria inversión el proceso de pujante desarrollo en la rica zona cruceña que no paró de entonces al presente en mostrar sus riquezas y la entereza de su gente para subir en la escala del desarrollo.
No sucedió lo mismo especialmente en el occidente, de donde salían las riquezas mineras pero que se distribuían en el país y quedando muy poco para reinvertir en la misma minería. Comibol entonces debía jugar un rol importante en el control de las actividades mineras y la obtención de beneficios, pero se impuso un control político que la utilizó para enriquecimientos ilícitos y lo peor sin criterios administrativos de previsión financiera, hasta que la poderosa estatal minera se convirtió en una simple administradora de contratos.
En la actualidad, el ministro de minería dice que la Comibol dejará de ser un "sujeto pasivo que sólo percibe los riesgos compartidos, los arrendamientos o los porcentajes de la actividad productiva". Afirma que la Comibol tiene que tener la capacidad de desarrollar la industria en el país, es decir, producción, concentración, transformación y principalmente industrialización con la participación de los cooperativistas, el sector privado (de la minería) y los asalariados (del sector estatal).
La idea es interesante y debe ir a la práctica, objetiva y concreta, pues lo que la minería necesita en nuestro medio es precisamente un organismo que estructurado con criterios profesionales (de alto nivel) pueda desarrollar una estrategia que como se dice comúnmente…comience por el principio, en este caso, la prospección, exploración y comprobación del potencial de nuevos yacimientos que vayan reemplazando a los prácticamente agostados de la minería tradicional.
El plan tiene que tener el suficiente apoyo financiero del Estado, pero al mismo tiempo facilitar las mejores condiciones para la atracción de inversionistas que puedan impulsar los grandes proyectos mineros metalúrgicos, añadiendo una obligada transferencia de tecnología y seguridades de cuidado medioambiental.
No puede demorarse mucho tiempo más la complementación de la Ley Minera, pues dependerá de su habilitación plena, las opciones más viables para que se cumplan los objetivos de una minería abierta y competitiva, una cadena productiva que no se detenga y que sea parte fundamental del desarrollo nacional. La Comibol debe ser brazo articulador en el presente y futuro de nuestra minería.
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