El Gobierno nacional está obligado a desarrollar cuanto antes el proyecto más importante y significativo de los últimos tiempos para Bolivia y que está concentrado propiamente en el sector occidental de la nación en los límites de los departamentos de Potosí y Oruro, que comparten el salar de Uyuni y otra reserva importante en el salar de Coipasa, en el departamento orureño.
La mayor reserva boliviana de litio está en la explanada de 10 mil kilómetros cuadrados a más de 3.700 metros de altura sobre el nivel del mar en el salar de Uyuni, famoso además por su incomparable atractivo turístico y convertido actualmente en la "zona estrella" a nivel mundial por la expectativa que genera la futura producción de litio y la industrialización de esa materia prima en las codiciadas baterías que darán energía a una nueva generación de vehículos.
Datos estimativos del Gobierno señalan que las reservas pueden cuantificarse en cerca a 100 millones de toneladas de litio que esperan la aprobación de un proyecto en base a la selección oficial de un socio estratégico que impulsará el megaproyecto boliviano desde dos ángulos, uno el de tipo financiero y el otro específicamente de transferencia tecnológica y experiencia, además de la suficiente garantía para impulsar la nueva producción hacia los grandes mercados internacionales, consignando en el producto el sello de "Industria Boliviana".
DEMANDA
Mientras en Bolivia se prepara – en una primera fase – la explotación del litio, en los mercados internacionales especializados crece la demanda de carbonato de litio, el producto base para encarar la producción de baterías y de otros elementos necesarios para la nueva industria energética.
Desde la visión de los técnicos nipones la demanda de carbonato de litio en la próxima década se multiplicará por 6, por lo menos esa es la estimación en base a los planes productivos ya adelantados en base a la demanda del año presente que registrará 21.622 toneladas métricas (TM) y la necesidad del material base en el año 2020 que será de 151.351 TM para impulsar la gran industria de las baterías y los coches sin carburantes. En lo que corresponde a la demandas de litio en los últimos diez años se registraba un promedio de 13 mil toneladas que han ido subiendo hasta la gestión pasada con un registro de 24 mil toneladas, lo que representa justamente el crecimiento entre un 6 al 8 por ciento que puede incrementarse sustancialmente en el futuro.
PROYECCIÓN
Ahora bien, la perspectiva industrial en la proyección del requerimiento de baterías se ajusta a una producción de por lo menos 500 mil coches eléctricos a partir del 2015 y un incremento previsto de 1,5 millones de vehículos hasta el año 2020. Esa sola proyección de la alternativa nipona, muestra la importancia de desarrollar cuanto antes la industria nacional del litio pero ajustando los parámetros preliminares que son parte de la responsabilidad que se asigna en el país a las investigaciones que deben cumplirse en las denominadas "plantas piloto" que se supone están funcionando responsablemente.
Una planta piloto emplazada en el salar debe servir para la obtención de muestras especiales del material que produce el salar de Uyuni, de manera que conociendo esas características la o las industrias que logren adecuarse a las normas estarán en condiciones de darle tratamiento industrial a nuestra fabulosa materia prima para concretar el mayor proyecto productivo nacional.
En todo caso la proyección del negocio estará determinada por el valor del carbonato de litio en los mercados externos. Un dato revelador y alentador muestra que entre los años 2003 al 2009 inclusive, el precio del carbonato de litio se elevó de 2 mil a 6 mil dólares la tonelada, lo que plantea una opción ideal para pensar en los réditos que tendrá nuestro país hacia el año 2015 y siguientes, lo que en cifras aproximadas significaría por lo menos 1.200 millones de dólares, consolidando la nueva economía boliviana como una de las más altas de la región.
El proyecto se amplía en su horizonte comercial cuando se asegura que no sólo se exportará carbonato de litio, lo principal será utilizar esa materia prima para la industria de las baterías de litio, pero además puede asegurarse una expansión económica gracias a la industrialización y exportación de otras materias como el potasio, abono para la agricultura, magnesio y demás elementos que se encuentran en la apreciable reserva del salar de Coipasa en el departamento de Oruro.
DEFINICIONES
Si hay algo que preocupa es la demora en la etapa de las definiciones, pues urge a Bolivia afirmarse en el contexto mundial como alternativa competitiva en la producción de carbonato y litio, además en la posibilidad de industrializar no sólo las baterías de litio sino los vehículos que en acuerdo con una de las industrias asiáticas u otras europeas pueda impulsar a Bolivia hacia la gran industria automotriz, pasando por la producción de la materia prima para los mismos motorizados.
La gran incógnita del momento es cuánto costará el proyecto y de qué medios nos valdremos para garantizar una inversión estimada en aproximadamente 300 millones de dólares.
Se trata realmente del proyecto más importante para la economía del país, de ahí que su tratamiento de implementación merece mucha responsabilidad, el trabajo profesional de alto nivel y sobre todo transparencia, legalidad y seguridad en su desarrollo, pues no se puede perder tiempo ni poner en riesgo recursos financieros que siendo del Estado deben tener celosa vigilancia.
Agencia URU
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