Luego de la era de la plata, que duró desde la colonia hasta finales del Siglo XIX, comenzó la del estaño, que durante las primeras ocho décadas y media del Siglo XX se constituyó en el sostén de la economía boliviana, hasta el fatídico 29 de octubre de 1985, cuando se derrumbó su precio en la Bolsa de Metales de Londres y ocasionó el cierre (y el despido de más de 20.000 trabajadores), de la mayoría de las minas de las que se extraía este metal. Desde entonces el estaño fue siendo reemplazado por polimetálicos como el zinc, la plata y el plomo. Actualmente el zinc es de lejos el principal metal de exportación.
La afirmación corresponde al ex ministro de Minería, Jorge Espinoza Morales, quien de esa manea pasa revista a lo que ha significado el estaño en la vida nacional y la reciente aparición de los denominados polimetálicos, como los anteriormente mencionados.
Espinoza da cuenta que la participación de la minería en las exportaciones totales representó más del 90 por ciento hasta la década del 50, en las que el estaño representó aproximadamente un 80 por ciento de las exportaciones de minerales, vale decir más del 70 por ciento del total de las exportaciones.
Desde la década de los año ’60 las exportaciones mineras fueron cayendo con altibajos, y llegaron a su punto más bajo el 2005 con un 18 por ciento de las exportaciones totales (el estaño el 4%), tanto por su mínimo desarrollo (no se pusieron en operación suficientes minas nuevas), como por el incremento de las exportaciones de otras materias como el gas natural y la soya. El fuerte incremento de los precios de los minerales en el 2006 hizo que la participación de la minería subiera al 25 por ciento (el estaño bajó al 3 por ciento).
Producción sin reservas
La producción de estaño fue incrementándose paulatinamente desde principios del siglo pasado. De un promedio anual menor a 15.000 toneladas finas (TF) entre 1900 y 1909, alcanzó su máximo entre 1941 y 1950, con 38.144 TF, por la Segunda Guerra Mundial, durante la cual Bolivia fue el principal proveedor del hemisferio occidental y, por la sobreexplotación practicada por los ex barones del estaño Simón I. Patiño, Mauricio Hochschild y Avelino Aramayo, todas las minas sufrieron drásticas caídas de la ley de cabeza.
“Hubo además una escasa reposición de reservas y no se renovaron equipos, previendo la nacionalización de sus minas, que se dio en 1952 cuando éstas pasaron a Comibol. La nacionalización fue extemporánea, porque a las minas ya les habían extraído todas las vetas ricas (que le dieron a Bolivia fama de país minero), no se renovaron equipos y los flujogramas de concentración de los ingenios, diseñados para minerales de alta ley, no fueron mejorados. Inconcebiblemente durante toda su administración, Comibol hizo muy poco para adecuarlos a minerales más pobres e impuros”, analiza Espinoza.
En ese sentido, acudiendo a datos del Ministerio del área da cuenta que la mayor producción total anual se dio en 1929 con 47.087 TF y la menor en 1987 con 10.107 TF. La producción anual promedio de los últimos cuatro años (2003 a 2006), relativamente uniformes, fue de 17.624 TF.
“En los primeros 9 meses de 2007 con precios en fuerte ascenso, contra toda lógica se produjeron 11.594 TF, frente a 14.026 TF de 2006, vale decir una caída del 17 por ciento, que constituye una aguda señal de alarma a la que el Gobierno debe darle una urgente atención. Por la calidad de sus vetas, actualmente Huanuni es la única mina con un nivel de producción importante, de aproximadamente 700 TF por mes”, puntualiza.
Luego de la nacionalización, las principales minas mecanizadas de Comibol productoras de estaño fueron Catavi, Huanuni, Unificada (Potosí), Colquiri, Caracoles, Chorolque, Viloco y en menor medida San José, Japo, Morococala, Bolívar, Santa Fe y Colavi. En la actualidad Comibol sólo opera Huanuni. En la minería mediana se destacaban Milluni, Chojlla, Avicaya, Estalsa, Totoral, Atoroma, Martha y Aroifilla. Se explotaron muchas minas chicas de buen contenido estañífero, especialmente hasta mediados del siglo pasado.
La afirmación corresponde al ex ministro de Minería, Jorge Espinoza Morales, quien de esa manea pasa revista a lo que ha significado el estaño en la vida nacional y la reciente aparición de los denominados polimetálicos, como los anteriormente mencionados.
Espinoza da cuenta que la participación de la minería en las exportaciones totales representó más del 90 por ciento hasta la década del 50, en las que el estaño representó aproximadamente un 80 por ciento de las exportaciones de minerales, vale decir más del 70 por ciento del total de las exportaciones.
Desde la década de los año ’60 las exportaciones mineras fueron cayendo con altibajos, y llegaron a su punto más bajo el 2005 con un 18 por ciento de las exportaciones totales (el estaño el 4%), tanto por su mínimo desarrollo (no se pusieron en operación suficientes minas nuevas), como por el incremento de las exportaciones de otras materias como el gas natural y la soya. El fuerte incremento de los precios de los minerales en el 2006 hizo que la participación de la minería subiera al 25 por ciento (el estaño bajó al 3 por ciento).
Producción sin reservas
La producción de estaño fue incrementándose paulatinamente desde principios del siglo pasado. De un promedio anual menor a 15.000 toneladas finas (TF) entre 1900 y 1909, alcanzó su máximo entre 1941 y 1950, con 38.144 TF, por la Segunda Guerra Mundial, durante la cual Bolivia fue el principal proveedor del hemisferio occidental y, por la sobreexplotación practicada por los ex barones del estaño Simón I. Patiño, Mauricio Hochschild y Avelino Aramayo, todas las minas sufrieron drásticas caídas de la ley de cabeza.
“Hubo además una escasa reposición de reservas y no se renovaron equipos, previendo la nacionalización de sus minas, que se dio en 1952 cuando éstas pasaron a Comibol. La nacionalización fue extemporánea, porque a las minas ya les habían extraído todas las vetas ricas (que le dieron a Bolivia fama de país minero), no se renovaron equipos y los flujogramas de concentración de los ingenios, diseñados para minerales de alta ley, no fueron mejorados. Inconcebiblemente durante toda su administración, Comibol hizo muy poco para adecuarlos a minerales más pobres e impuros”, analiza Espinoza.
En ese sentido, acudiendo a datos del Ministerio del área da cuenta que la mayor producción total anual se dio en 1929 con 47.087 TF y la menor en 1987 con 10.107 TF. La producción anual promedio de los últimos cuatro años (2003 a 2006), relativamente uniformes, fue de 17.624 TF.
“En los primeros 9 meses de 2007 con precios en fuerte ascenso, contra toda lógica se produjeron 11.594 TF, frente a 14.026 TF de 2006, vale decir una caída del 17 por ciento, que constituye una aguda señal de alarma a la que el Gobierno debe darle una urgente atención. Por la calidad de sus vetas, actualmente Huanuni es la única mina con un nivel de producción importante, de aproximadamente 700 TF por mes”, puntualiza.
Luego de la nacionalización, las principales minas mecanizadas de Comibol productoras de estaño fueron Catavi, Huanuni, Unificada (Potosí), Colquiri, Caracoles, Chorolque, Viloco y en menor medida San José, Japo, Morococala, Bolívar, Santa Fe y Colavi. En la actualidad Comibol sólo opera Huanuni. En la minería mediana se destacaban Milluni, Chojlla, Avicaya, Estalsa, Totoral, Atoroma, Martha y Aroifilla. Se explotaron muchas minas chicas de buen contenido estañífero, especialmente hasta mediados del siglo pasado.
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