Las negociaciones finales de un tratado para controlar las emisiones de mercurio y reducir la presencia de esta sustancia altamente tóxica que se llevan a cabo en Ginebra "han entrado hoy en una etapa crucial" y de los resultados dependerá su impacto en el sector energético y minero, entre otros.
"Estamos en un momento crítico. Se trata de la primera vez en diez años que se negocia un tratado medioambiental que tocará desde la minería hasta la generación de energía, pasando por la profesión médica y la industria del plástico", comentó un alto funcionario de la ONU que participa en las negociaciones que tienen lugar en Ginebra.
El tratado empezó a negociarse hace cinco años con el objetivo de reducir las emisiones de mercurio, que afectan a la vida cotidiana y al evaporarse fácilmente contamina gravemente la atmósfera, los suelos y los mares, donde se ha constatado que su presencia se ha duplicado en el último siglo.
Aunque su alta toxicidad ha llevado a que su utilización se reduzca en algunas actividades, ha aumentado de manera paralela en otras, principalmente en la extracción artesanal de oro, en la producción de cemento y como catalizador para la fabricación de ciertos tipos de plástico.
A las emisiones generadas por esos usos se suman las que son liberadas al quemar el carbón para la generación de electricidad, un sector en plena expansión en Asia.
Ello explica que India y China hayan manifestado su preocupación por las restricciones que este tratado le podría suponer para la construcción de nuevas plantas de quema de carbón, según han confirmado participantes en las negociaciones.
El mercurio, además, se encuentra en pilas, focos de bajo consumo, termómetros, aparatos para medir la presión arterial y cremas blanqueadoras de la piel, entre otros productos en los que la peligrosa sustancia quedará prohibida -gracias al tratado- en un horizonte de cinco a diez años.
En cambio, los amalgamas dentales han salido de la lista de futuros productos sin mercurio, gracias en buena parte a los esfuerzos de la industria dental en contacto con los delegados.
Un sector entero que ha quedado excluido del tratado es el petrolero y de gas, un empeño en el que los países productores de crudo se aliaron con las compañías que lo explotan.
Aunque el tratado se negocia entre más de un centenar de países, las industrias que resultarán afectadas por su contenido han enviado esta semana a sus representantes a Ginebra para transmitir sus inquietudes a los negociadores e intentar que éstas sean tomadas en cuenta.
Un sector crucial es la minería y aunque las miradas se han concentrado en las explotaciones artesanales de oro -donde el mercurio es utilizado para separarlo del resto de minerales-, la gran minería también es una importante emisora de mercurio.
Negociadores del tratado confirmaron que Chile defiende "un punto de vista restrictivo" con respecto a las medidas que el tratado incluiría para que este sector reduzca sus emisiones.
Las últimas 24 horas de negociación, que debe concluir mañana, se anuncian muy "duras" e "intensas", según han coincidido en señalar delegados oficiales y representantes de organizaciones de la sociedad civil.
Estos últimos han lamentado que del objetivo de tener un tratado "ambicioso" se haya pasado a un texto que sólo enuncia el compromiso explícito "de controlar, pero no de reducir" las emisiones de carbono.
Un alto funcionario de la ONU dijo entender esa "frustración", pero señaló que el gran valor del tratado está en "pasar de una situación de descontrol absoluto y en el que las emisiones no hacen más que aumentar, a un mundo en el que realmente estarán bajo control".
De aquí al final de la reunión, uno de los grandes obstáculos que queda por superar es el mecanismo de financiación que debe crearse para que los países en desarrollo puedan tomar medidas en esa dirección.
Aunque el problema es mundial -en la medida en que el mercurio que está en la atmósfera como en los mares puede viajar miles de kilómetros llevado por las corrientes de aire y marinas-, la mayor parte de las emisiones tienen lugar actualmente en el mundo en desarrollo.
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