En el kilómetro 12 de la ruta antigua a Santa Cruz, a unos metros de la carretera, se encuentra la planta de la empresa Royal Silver Company. A simple vista parece una industria común, pero se trata de una minera.
Por la complejidad de los procesos que son desarrollados en su interior, podría pensarse que su infraestructura tendría que estar aislada, pero la diferencia la hace la tecnología que utiliza: no contaminante. En el lugar no se ven chimeneas ni salidas para vertidos.
Allí se encuentra instalada, y a pocos meses de entrar en operación, la primera fundición ecológica de minerales complejos de plomo, plata y zinc de Bolivia, que tiene una capacidad de procesamiento de cinco toneladas al día.
El proceso de la fundición, denominado Argox, fue inventado por el presidente de la compañía, Brian McConnell, estadounidense que vive hace más de 20 años en Bolivia y que decidió desarrollar la tecnología hidrometalúrgica hasta lograr un mecanismo óptimo con el cual se podrá tratar cualquier mineral, por más complejo que sea, sin contaminar, en el menor tiempo, menor costo y con alta recuperación.
McConnell dice que la inversión en la planta es de unos 3 millones de dólares, que además cuenta con una refinería y una acuñadora de monedas, un monto menor para una estructura amigable con el medio ambiente y que está habilitada para industrializar minerales.
“Cualquier gas que extraigamos pasa por una torre de lavado de gases y cualquier gas que se libera se convierte en aire limpio. No contaminamos en la más mínima forma el medio ambiente. Al igual, las soluciones pasan por un tratamiento antes de ser eliminadas y son eliminadas mediante un sistema de evaporación. Ese mismo sistema de evaporación se convierte en un condensado y obtenemos agua limpia nuevamente que vuelve al circuito, en ningún momento nosotros vamos a eliminar emisiones. Todo va al circuito cerrado, todo lo que sale vuelve, pero vuelve en forma limpia”, explica sobre la tecnología el jefe de Operaciones de la planta, Pablo Robles.
Industrialización
McConnell señala que Royal Silver Company decidió salir del anonimato para poner su tecnología a disposición del Gobierno en un momento en el que ya es insostenible seguir sacando el mineral como materia prima para que sea refinada en otros países y después del fracaso del proyecto de la fundición de plata y plomo de Karachipampa en Potosí.
“Ustedes han escuchado sobre las grandes minas de plata y zinc que hay en Bolivia, también han escuchado del Cerro Rico, un yacimiento de plata fabuloso, pero la realidad es otra. Bolivia no produce zinc, no produce plata, sólo produce el mineral que es una piedra”, explica.
De esta manera, el propósito de Royal Silver Company es exportar el mineral industrializado. Para ello ya ha puesto en funcionamiento una refinería de plata que saca el metal con una pureza de 99.999 por ciento, la mayor y poco común en el mundo, y lo transforma en monedas para exportarlas.
“Queremos explicar al Gobierno que no busque afuera, que no caigan en la misma trampa, que no llame a empresas extranjera que vengan a poner su tecnología antigua, contaminante, sobre nosotros. Aquí tenemos la solución desarrollada en Bolivia y patentada en Estados Unidos y es la última palabra en cuanto a la refinación de minerales complejos”, añadió.
Minería en Bolivia, sólo extractiva
La minería en Bolivia siempre fue una actividad sólo extractiva para mercados externos, lo que explica la escasa industrialización del sector.
Existe, además, una total dependencia del rubro a los precios internacionales de los minerales, por lo tanto es un sector inestable, que alterna etapas de recesión con su consiguiente cierre de minas, desempleo y pobreza, como en la etapa 1980-2000, seguido por fases de auge, con mayores inversiones, explotación de más yacimientos, florecimiento de la pequeña minería, como en el periodo 2001-2007, indica un informe del Centro de Documentación e Información Bolivia (Cedib).
“En vista de la ausencia de políticas públicas, aún en etapas de auge, el Estado aprovechó poco para fortalecerse y eso se ve reflejado en el poco uso de la renta minera para consumo, una baja inversión productiva (inversiones estatales), no hay políticas de redistribución productiva (en sectores industriales y sociales). La ganancia del sector minero no se queda, se exporta, en una permanente fuga de capitales”, señala el Cedib.
Apunta que otro problema es que la minería no respeta las medidas de protección del medio ambiente, sea la gran minería, la minería mediana, la minería chica, cooperativista e inclusive la mínima minería estatal, siendo las comunidades campesinas y pueblos indígenas los directamente afectados.
La minería en Bolivia siempre fue una actividad sólo extractiva para mercados externos, lo que explica la escasa industrialización del sector.
Existe, además, una total dependencia del rubro a los precios internacionales de los minerales, por lo tanto es un sector inestable, que alterna etapas de recesión con su consiguiente cierre de minas, desempleo y pobreza, como en la etapa 1980-2000, seguido por fases de auge, con mayores inversiones, explotación de más yacimientos, florecimiento de la pequeña minería, como en el periodo 2001-2007, indica un informe del Centro de Documentación e Información Bolivia (Cedib).
“En vista de la ausencia de políticas públicas, aún en etapas de auge, el Estado aprovechó poco para fortalecerse y eso se ve reflejado en el poco uso de la renta minera para consumo, una baja inversión productiva (inversiones estatales), no hay políticas de redistribución productiva (en sectores industriales y sociales). La ganancia del sector minero no se queda, se exporta, en una permanente fuga de capitales”, señala el Cedib.
Apunta que otro problema es que la minería no respeta las medidas de protección del medio ambiente, sea la gran minería, la minería mediana, la minería chica, cooperativista e inclusive la mínima minería estatal, siendo las comunidades campesinas y pueblos indígenas los directamente afectados.
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