Aún si la propuesta australiana de “super-gravar“ sus recursos naturales se retirara mañana, habría sacudido a la industria minera global preocupada por políticas de imitación.
Los líderes de la industria discuten si el “contagio“ de las alzas de impuestos podría extenderse a Canadá, Brasil, Chile, y otras jurisdicciones mineras establecidas.
Algunos creen que los países ricos en minerales que bajen los impuestos tendrán una ventaja competitiva y darán la bienvenida al flujo de capitales desde Australia.
Pero el país es un productor de commodities líder al que otros países, en especial aquellos en desarrollo, tienen de modelo y podrían emular.
“Si Australia lo impone, otros países analizarán cómo acceder a dólares tributarios de activos inmóviles como recursos naturales“, dijo Tim Goldsmith, jefe global de minería de PwC en Melbourne. “Más aún, porque estamos saliendo de un período en que los gobiernos gastaron mucho para rescatar a sus países y deben aumentar los ingresos fiscales“.
El gobierno laborista australiano propuso una tasa tributaria total sobre los mineros que llega a 57% nominal, aunque variaría de proyecto a proyecto. En contraste, la tasa tributaria efectiva de Canadá sobre las mineras es de casi 30%, dijo PwC.
Kevin Rudd, el primer ministro de Australia, sostiene que las ganancias por la riqueza mineral de su país debería ser distribuida de modo más igualitario con la ciudadanía y el Tesoro. Tales argumentos son parecidos a los usados por gobiernos como Mongolia y la República Democrática del Congo antes de la recesión. Entonces, esas políticas se calificaban de “nacionalismo de recursos“, una tendencia que Australia puede estar reforzando con fuerza como productor desarrollado.
Los grupos mineros australianos han expresado su inquietud con el impuesto, diciendo que pocos inversionistas esperaban que el país emprendiera un cambio de este tipo. Igual que Canadá, Australia tiene una reputación de estabilidad fiscal.
Tom Albanese, director ejecutivo de Rio Tinto, dijo a Financial Times, “simpatizamos con las necesidades presupuestarias del gobierno“, pero advirtió que la propuesta australiana era extrema. “A medida que los países han caído en déficit para responder a la recesión, han tenido que revisar sus ingresos. Yo diría que en el caso de Australia ha ido a un extremo, ciertamente más que cualquier otro país del mundo“.
El colapso del boom de los commodities en 2008 vio a varios países echar pie atrás en sus políticas tributarias. Mongolia y Zambia abandonaron sus planes de gravar las ganancias extraordinarias del cobre en 2009.
Rio, un gran inversionista en Mongolia, planteó al gobierno las razones por las que un impuesto de 68% a las utilidades extraordinarias afectaría la inversión. Los mineros australianos intentan ahora explicar lo mismo al gobierno australiano.
Las empresas dicen que en este negocio intensivo en capital, las utilidades ayudan a pagar años de costos ocultos en las minas de ayer y ayudan a crear minas para el futuro.
“Este impuesto lo inventaron economistas en torres de marfil que no entienden el funcionamiento de la industria“, dijo Charles Kernot, analista minero y autor del libro Valuing Mining Companies.
Según analistas mineros en Australia en Citi, “puede que los recursos no sean móviles, pero el capital sí“.
La pregunta sin respuesta es si los mineros desviarán dinero de Australia a otros países que también podrían cambiar sus regímenes tributarios en el futuro (DF).
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