Con ese título, el decano de la prensa nacional, El Diario, abre la página principal de su edición del último domingo, señalando que "Bolivia NO tiene que sustentar su crecimiento en la exportación de gas y minerales, porque los altos precios de las materias primas no se repetirán".
La sugerencia de expertos internacionales en un reciente foro económico, entre estos destacados profesionales bolivianos, señala que nuestro país debe salir de la dependencia de las exportaciones básicas e ingresar en la producción de bienes con valor agregado.
Los entendidos señalan que hay un nuevo ciclo que comenzó hace dos años, y se presenta como un fenómeno claro en el escenario político y económico a nivel mundial, debido a que la economía china no volverá a crecer en la proporción del 11 por ciento como lo hizo hasta hace poco, generando una subida de los precios internacionales de materias primas. Se estima que la expansión de China en un próximo periodo no excederá, en el mejor de los casos, de un 6 por ciento, con lo que el denominado ciclo de precios altos caerá a niveles que exigirán medidas especiales para la subsistencia de países dependientes de sus commodities.
Este problema de la dependencia económica de Bolivia, en función a la explotación y venta de sus principales materias primas, gas y minerales, ha sido objeto de varios eventos, con la participación de profesionales bolivianos, que observaron el problema desde el ángulo más delicado, precisamente ese que permite ver nuestra realidad, sin definir políticas concretas para contrarrestar situaciones de riesgo como la que se presentó por ejemplo con la caída del precio de minerales, meses atrás, y cuando por falta de previsión no se contaba con un "fondo de reserva" que permita enfrentar la crisis, por supuesto una solución paliativa a un problema que necesita un cambio sustancial y que en el caso de la minería obliga a pensar necesariamente en su industrialización.
El asunto no es sencillo, se trata de crear todo un aparato de transformación de nuestros minerales en metales, que con valor agregado, elevan su precio en los mercados industriales y nos permiten mayores utilidades. De momento, sólo el estaño se exporta en esa condición de metálico y de manera regular. Se han hecho otros intentos, como la fundición de plomo y plata en Karachipampa, pero aún no se ha logrado optimizar su producción, en tanto que el zinc, otro de nuestros minerales de alta demanda, todavía se vende como concentrados, aunque hay la esperanza de que dos fundiciones, una en Oruro y la otra en Potosí, permitan exportar zinc con valor agregado. Algo de oro se exporta en lingotes, pero todavía falta mucho para hablar de una producción industrial continúa.
Otros dos megaproyectos están en marcha, uno más adelantado en el caso del litio, que debe avanzar a pasos más ágiles para no perder el camino con una competencia imparable de Chile y Argentina. El otro caso, es posible que comience antes de fin de año, en la zona del Mutún, donde el hierro se convertirá en fierro y en acero. Las condiciones "naturales" están dadas, pero faltan políticas de mayor definición para encarar la reactivación de la minería y su industrialización, de modo que nuestra dependencia no siga siendo tan radical, como en el caso de la venta de nuestros concentrados de minerales.
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