Al año 2023 el sector de la minería chilena necesitará 27.347 personas, la demanda de capital humano, no sólo se explica por los nuevos puestos de trabajo, sino también por el reemplazo de personas en edad de retiro y de personas que dejan la industria, siendo este último factor el más importante, pero también más difícil de predecir y proyectar.
Así lo indica el estudio Fuerza Laboral de la Gran Minería Chilena, del Consejo de Competencias Mineras (CCM), que entregó estimaciones precisas sobre la demanda de capital humano y las principales brechas que enfrenta la industria minera en Chile.
Según la investigación, lo anterior tiene múltiples razones (el precio de los commodities, costos de factores productivos, judicialización de permisos, etc.), que se traducen en un escenario donde las empresas están aplicando un fuerte control de costos en las operaciones, y en un estancamiento de la expansión por proyectos de inversión.
De acuerdo a los datos del estudio, la relevancia de esto radica en que tanto la cantidad de personas requeridas, como sus características técnicas, conforman un tipo de capital humano difícil de conseguir en Chile. Pero aun consiguiéndolo, las capacidades de las personas serán tan relevantes como las condiciones en las que se desempeñen para asegurar los resultados esperados. Del total de trabajadores que se necesitarán para el 2023, 16 mil personas serán demandadas para reemplazar a trabajadores en edad de retiro. Cabe destacar que el año pasado ingresaron cerca de 18.000 nuevos trabajadores a la gran minería, donde 10.000 de estos trabajadores se incorporaron por primera vez a la fuerza laboral.
Con respecto a la oferta formativa en minería, el 2014 la matrícula aumentó a 37.000 personas, con fuerte énfasis en mantenimiento y programas de Técnico Nivel Superior. Según las proyecciones realizadas, en 10 años se habrá duplicado el número de personas formadas para la minería, trasladándose la preocupación desde la cantidad de personas formadas, a la calidad de las mismas. En este contexto, la acreditación de los programas de estudio y su pertinencia al Marco de Cualificaciones para la Minería surgen como desafíos pendientes.
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