Familias íntegras se trasladan desde hace dos años en busca del metal precioso.
“He invertido 2.000 dólares desde hace un año y en un día logro conseguir entre 20 y 30 gramos de oro”. El testimonio es de Agustín Callisaya Ojeda, administrador y propietario del campamento minero Virgen de Copacabana, ubicado a 330 kilómetros de la ciudad de La Paz, en la región del Suches, provincia Franz Tamayo.
La región, que está situada a más de 4.560 metros sobre el nivel mar, comenzó a reverdecer, al igual que Antaquilla, por la fiebre del oro que surgió hace un año. Pero también es una zona de conflictos.
Desde la distancia, en medio de la pampa cubierta por paja brava, sobresalen inmensos conos de tierra. Son gigantescas huellas de la depredación humana, que empezó a finales de 2006, en busca del metal precioso.
La minería ilegal o informal devastó decenas de miles de hectáreas y cambió el paisaje del apacible río Suches, recuerda Callisaya, quien desde niño soñó con explotar su propia veta.
Con una gorra que lleva el logotipo de Caterpillar, el presidente de la cooperativa Virgen de Copacabana, que agrupa a unos 3.000 cooperativistas del oro, afirma que la región del Suches fue bendecida por la madre naturaleza.
Millonarios. Para los pobladores del Suches, los cooperativistas perciben buenos ingresos, porque cada mes extraen entre 300 y 400 gramos de oro.
Unas 5.000 personas originarias de la región fronteriza y de los departamentos de la Paz y Cochabamba trabajan directamente en actividades mineras.
Los mineros trabajan 24 horas continuas y descansan 12, en medio de duras condiciones, sin contrato ni protección social y en una zona que carece de agua potable. Además, son acosados por enfermedades respiratorias agudas. Todo por una utilidad deslumbrante.
Abandonados. Sin recursos y sin noticias del Estado, la vida es llevadera en el Suches, cuyo movimiento económico es aprovechado al otro lado de la frontera, donde la cooperativa Perla es la fuente de aprovisionamiento de víveres e insumos.
“Este pueblo no tiene un buen desagüe y no hay agua potable, pero los réditos que conseguimos son muy favorables, por eso aguantamos”, sostiene Graciela Condo, quien añade que percibe un salario de 1.500 bolivianos al mes por cocinar para 15 personas.
Callisaya indica que gracias al oro su vida cambió, y fortaleció su empresa con la adquisición de una volqueta y un cargador frontal, equipos con los que explota oro.
Sin embargo, el dinero fácil y las altas ganancias atraen también a delincuentes que causan terror.
1.650 dólares es el precio promedio de la onza troy de oro, según datos del mercado internacional.
La veta dorada
El río Suches se convirtió en la meca de los mineros, quienes construyeron chalets con las utilidades obtenidas por la venta del oro.
15 de agosto de 2010. Se asientan al menos 1.000 cooperativista en oro e inician la explotación en la región al perforar la tierra con equipos peruanos.
20 de agosto de 2012. Al menos 3.000 cooperativistas mineros trabajan en la región en busca de oro. Los más afortunados logran conseguir entre 300 y 500 gramos al mes.
La minería afecta a toda la cuenca del río suches. La actividad minera, dependiendo en qué medida se realice, puede generar graves alteraciones medioambientales, sobre todo si se utiliza cianuro de mercurio para degradar la arena y separar el metal.
En el caso de los mineros ilegales del norte boliviano, el impacto ambiental es creciente por el uso de elementos y agentes químicos para extraer la mayor cantidad de oro y que se mezclan con el río de la región.
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