Juan Carlos Zuleta Calderón
En las últimas semanas he escrito hasta el cansancio sobre la retórica del 100% estatal en el proyecto piloto de litio del Gobierno. Día que pasa, los vericuetos de la administración del presidente Evo Morales se hacen cada vez más evidentes. El acuerdo recién firmado con China para que ésta avance en la exploración de Coipasa constituye una prueba más del doble discurso que -estoy seguro- ha empezado a inquietar al pueblo de Bolivia. Veamos. El Gobierno nos dijo primero que las dos primeras fases (producción piloto e industrial de cloruro de potasio y carbonato de litio) de la mal llamada estrategia de industrialización de los recursos evaporíticos de Bolivia serán 100% estatales y terminó firmando acuerdos de “industrialización” con empresas especializadas en “extracción” de minerales tanto de Corea (Kores y Posco) como de China (Grupo Citic).
Fiel a su lógica, nos quiso hacer creer que tales compañías extractivas se encargarían de capitanear la fabricación de baterías. ¡Esto no podría ser más absurdo! Curiosamente, una última noticia proveniente de Corea del Sur da cuenta que recién en estos momentos se estaría viendo la posibilidad de incorporar en el consorcio a la empresa LG, que sí es líder en la producción de sistemas avanzados de almacenamiento energético, pero que aún no firmó nada con la COMIBOL. ¡Cómo se nota la improvisación!
Ahora, con el acuerdo suscrito con el Grupo Citic para la exploración del Salar de Coipasa supongo que el Gobierno empezará a hablar de una estrategia del litio 100% “transestatal”, es decir encaminada por una empresa estatal de Bolivia (COMIBOL) y otra empresa estatal de China (CITIC). ¡Brillante!, ¿verdad? Cualquiera diría que es un nuevo acierto del Gobierno. ¿Será así? Sólo el tiempo lo dirá.
Mientras tanto, digamos que lo rescatable de todo esto es que, por fin, aparecen algunas indicaciones de racionalidad en la medida en que, aparentemente, en Coipasa la estrategia empezará desde el principio, o sea a partir de la exploración de los yacimientos y no como en el caso de Uyuni, saltando esta etapa tan importante con el pretexto de que la cuantía de recursos es tan grande que no hace falta cuantificar nada. Obviamente, aunque el Gobierno se empeñe en mostrar las cosas de otra manera, todo esto será a costa de una gran pérdida de credibilidad.
Pero continuemos. En medio de toda esta confusión, se percibe también algo más bien detestable: que otra vez se discrimina a Potosí, dejando al Salar de Uyuni con una experimentación fallida, una promesa muy difícil de cumplir en materia de producción a escala industrial y un proceso de industrialización sin rumbo. Y, al contrario, se embarca a Oruro, con su Salar de Coipasa, en el tren del “progreso”. ¿Es que al presidente Morales nadie le ha dicho que debe gobernar para todos, aun para aquellos que disienten con él?
La pregunta que mis lectores se deben estar haciendo en estos instantes es: ¿cuál es la estrategia? Y la respuesta es muy simple. La estrategia es no producir cantidades significativas de litio en muchos años. ¿Por qué? Pues porque todo indica que el potencial de Coipasa está definitivamente relacionado con el potasio y no con el litio. Por tanto, con el impulso de China, más pronto de lo que nadie se imagina, el país producirá mucho cloruro de potasio y muy poco o ningún litio. ¿Por qué? Pues porque el Grupo Citic de China ha tardado muchos años en alcanzar volúmenes todavía muy modestos de producción de carbonato de litio a partir de sus yacimientos en salmueras ubicados en la región del Tíbet, de características similares a los existentes en el Salar de Uyuni.
A estas alturas, espero que todos podamos entender cuán bien encaja todo esto en la estrategia de los principales aliados estratégicos del Gobierno (Venezuela, Irán y Cuba), es decir de países productores y exportadores de petróleo y níquel que no han sido capaces de diversificar sus economías y dependen en avasallante medida de los ingresos petroleros y del níquel -que un eventual despegue del litio podría empezar a mermar- para su subsistencia. Como vivimos un tiempo de descontrol total, el Gobierno mantendrá la trampa del 100% estatal para Uyuni, pero no para Coipasa. En estas circunstancias, los resultados son previsibles: postergación y más pobreza para Bolivia.
El autor es analista de la economía del litio.
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